Documentación

¿Cómo activar el freno de emergencia frente a la crisis climática y civilizatoria?

Mario Arroyo Alba. Trabajador social y cooperativista en Redes Cooperativa

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Todo está conectado. Esta es una de las principales enseñanzas que podemos extraer del libro Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará al mundo de Jason Hickel (2023) y que necesariamente debería guiar toda acción que pretenda ser realmente transformadora. No podemos interpretar las señales (desertificación, hambrunas, olas de calor, tormentas extremas, extinciones, incendios, migraciones forzosas…) que a diario nos alertan de la crisis climática y civilizatoria en la que estamos inmersos, sin atender a sus causas profundas y a la interrelación entre los múltiples sistemas de los que depende la humanidad. Tampoco deberíamos pensar el mundo que nos rodea de forma reduccionista o parcial, sin vincular las conexiones entre fenómenos sociales y medioambientales, o sin reflexionar sobre las doctrinas filosóficas, económicas y políticas que han propiciado una relación con el mundo viviente que nos empuja al desastre. Pero este no es otro libro más sobre el colapso ni sobre el apocalipsis, versa sobre la esperanza.

En los primeros capítulos, el autor elabora una génesis del sistema capitalista y un análisis crítico sobre su desarrollo sociohistórico (el avance de la bestia), identificando como principales motores de la actual crisis ecológica: la organización de la economía en torno al valor de cambio y la acumulación, el crecentismo, la dependencia fósil y la aceptación de las desigualdades. Se adhiere al concepto de Capitaloceno de J. W. Moore (2020), que describe esta época en la que el capitalismo ha transformado sustancialmente la sociedad y la naturaleza, y la relación entre ambas. También realiza una fuerte crítica tanto al tecno-optimismo como a las políticas de crecimiento verde, que habitualmente se presentan como soluciones pragmáticas y de consenso.

En la segunda parte, Hickel pasa a las propuestas y aborda las utopías posibles. Expone otros paradigmas vinculados al buen vivir y al procomún. Promueve el ideal de prosperidad sin crecimiento económico y los principios de justicia social global, intentando así imaginar un mundo poscapitalista que supere lo que, en otra clave, S. Lessenich (2019) ha enunciado como sociedad de la externalización (o una buena vida a expensas de otros y de la propia naturaleza). Huyendo de la abstracción, plantea activar el freno de emergencia mediante el decrecimiento y aplicando 5 medidas globales muy concretas y radicalmente factibles; y explica cómo estas podrían marcar la diferencia y suponer una solución ecológicamente coherente para una crisis poliédrica.

La lectura tiene la virtud de resultar clarificadora, integradora y muy pedagógica, a la vez que radicalmente esperanzadora. Nada existe de manera aislada. La individualidad es una ficción. La vida en este planeta es una trama entretejida en un estado de devenir relacional. Son frases del propio Hickel que nos animan a desmontar los mitos, las ideas y las prácticas sobre las que se ha construido nuestro mundo y, por tanto, el primer paso para establecer un nuevo sentido común y un quehacer emancipador a partir del olvidado principio de la reciprocidad. Menos es más.

 

Bibliografía

Hickel, J. Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará al mundo. Madrid: Capitán Swing, 2023.

Lessenich, S. La sociedad de la externalización. Barcelona: Herder Editorial, 2019.

Moore, J. W. El capitalismo en la trama de la vida. Ecología y acumulación de capital. Madrid: Traficantes de Sueños, 2020.

 

Número 17, 2024
Conversamos

Ciudades y espacios de vida

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Número 15, 2023
A fondo

La economía del bien común. Un modelo económico con futuro

Christian Felber, autor, docente, ponente, bailarín contemporáneo. Iniciador de la Economía del Bien Común.

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Los problemas ecológicos y sociales actuales muestran claramente que el modelo económico es inviable en el futuro. La Economía del Bien Común (EBC) es un modelo alternativo holístico y sostenible que se basa en valores democráticos y en las necesidades básicas de las personas.

Existe una conciencia cada vez mayor dentro de la comunidad científica que la mayoría de los problemas más apremiantes de nuestros tiempos no se pueden resolver con el modelo económico existente. Sin embargo, cuando se habla de alternativas, se dispone de muy pocos modelos integrales. La Economía del Bien Común (EBC) ofrece un replanteamiento holístico de la economía que incluye:

1 – Una definición de economía (diferente de los principales libros de texto, que no suelen ofrecer una definición del todo; sólo suelen definir mercado).

2 – Una aclaración de los objetivos y los medios de la actividad económica.

3 – Una metodología coherente para la medición del éxito a nivel macro, meso y micro.

4 – La regulación del uso final de los beneficios.

5 – La cooperación en lugar de competencia como nuevo paradigma.

6 – Un enfoque diferenciado de la propiedad, presentando una amplia variedad de tipos de propiedad, otorgando límites constitucionales y condiciones a todos los tipos.

7 – Un concepto claro de la limitación de la desigualdad (y la concentración de poder).

8 – Una noción del dinero como un bien público y el sistema monetario y financiero como una infraestructura pública.

9 – Un orden comercial ético que constituye una alternativa al libre comercio y al proteccionismo.

10 – Una propuesta para seguir desarrollando, profundizando y fortaleciendo las democracias liberales involucrando a los ciudadanos más activamente: democracia soberana.

Sobre la base de las propuestas teóricas y procedimentales, la EBC es un movimiento que se vive día a día, impulsado por unos 5.000 ciudadanos, empresarios, banqueros, consultores, auditores, oradores, científicos y docentes activamente involucrados. Juntos, han desarrollado casi una docena de prototipos de la vida real que son aplicados por diversos actores de la sociedad.

1. Definición de economía

Curiosamente, los libros de texto de economía apenas contienen una definición clara de su objeto de estudio. Pero, si no sabemos qué significa economía, ¿cómo podemos estudiarla? ¿Cómo podemos evaluar su éxito? Un trío de autores del movimiento EBC propone la siguiente definición de economía: La ciencia de la satisfacción de las necesidades de las generaciones humanas vivas y futuras, en consonancia con los valores democráticos y los límites ecológicos planetarios.1 Ciertamente, este es solo un punto de partida que necesita mucho más debate. Sin embargo, proporciona una base para la discusión de los objetivos potenciales de la economía y, especialmente, de la política económica; así como para la medición del éxito económico en todos los niveles.

2.  Objetivos y valores

El bienestar de los miembros del hogar (oikos) era el objetivo original de la oikonomia griega. Aristóteles diferenció este concepto epónimo de la palabra moderna economía de su opuesto chrematistiké, que se caracterizaba por convertir los medios dinero y capital en fines. Mientras chrematistiké puede traducirse al lenguaje moderno como capitalismo, oikonomia era por definición una economía para el bien común. Esta distinción no fue una excepción en la historia del pensamiento, sino la regla. Claus Dierksmeier concluye: Desde Aristóteles, pasando por Tomás de Aquino, hasta Adam Smith incluido, hubo un consenso en que tanto la teoría como la práctica económicas debían ser legitimadas y limitadas por un determinado objetivo general (del griego: telos) como el bien común.2 Mientras que la economía como ciencia tomó un camino diferente con el surgimiento de la escuela neoclásica desde la década de 1870 hasta hoy, las constituciones de las naciones democráticas aún contienen el imperativo del bien común para la economía. Por ejemplo, la Constitución bávara dice: La actividad económica en su totalidad sirve al bien común (Art. 151). La Constitución de Columbia establece: La actividad económica y la iniciativa privada no deben ser obstaculizadas dentro de los límites del bien común.

3. Éxito redefinido: Producto y Balance del Bien Común

En una Economía del Bien Común, el éxito se redefiniría y realinearía con el bien común, tal como lo prevén las constituciones. Enla economía nacional, un Producto del Bien Común (PBC) podría reemplazar al PIB monetario, midiendo metas definidas democráticamente y alineadas con valores universales. Según la experiencia, los ciudadanos incluirían bienes como la salud, la felicidad, las relaciones prósperas, la cohesión social, la distribución justa, los derechos fundamentales, los ecosistemas estables o la paz. Esto seguiría una tendencia actual: las métricas alternativas al PIB emergen por todas partes, desde el Índice del planeta feliz hasta el Índice para una vida mejor (OCDE), la Felicidad nacional bruta (Bután) o los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ONU).3

En lo micro, el Balance del Bien Común (BBC) muestra cuánto contribuye una empresa al bien común. Una vez que el Producto del Bien Común ha sido compuesto y anclado en las constituciones, el BBC simplemente mediría cuánto contribuye una organización a sus 20 subobjetivos. La (pre)versión actual del BBC mide hasta qué punto estas entidades económicas viven la dignidad humana, la solidaridad, la justicia, la sostenibilidad y la democracia. Las preguntas de los informes del bien común de las empresas incluyen, por ejemplo:

– ¿Los productos y servicios satisfacen las necesidades humanas?

– ¿Qué tan humanas son las condiciones de trabajo?

– ¿Qué tan amigables con el medio ambiente son los procesos de producción?

– ¿Qué tan ética es la política de ventas y compras?

– ¿Qué tan involucradas están las partes interesadas en la toma de decisiones estratégicas?

– ¿Cómo se distribuyen las ganancias?

Los Informes del Bien Común son examinados por auditores independientes. Se publica un resultado cuantificado y comparable (hasta 1.000 puntos de bien común). Para evitar el lavado de imagen verde o ecopostureo (greenwashing), los aspectos negativos, como las violaciones de los derechos humanos, el traslado de beneficios a paraísos fiscales o la destrucción medioambiental directa, dan lugar a la deducción de puntos, hasta un mínimo de menos 3.600 puntos negativos. El núcleo de la propuesta es recompensar a las empresas con  alta puntuación en su balance con beneficios fiscales, tarifas más bajas, mejores condiciones para los préstamos y prioridad en la contratación pública. Estas medidas harían que los productos y servicios éticos y amigables con el medio ambiente fueran más baratos que los éticamente cuestionables, en lugar de sufrir una desventaja competitiva debido a costos y precios más altos, como es el caso hoy en día. El error de sistema de las economías de mercado capitalistas se arreglaría.

Gráfico 1: Matriz del Bien Común para empresas (Movimiento EBC, https://www.ecogood.org/)

4. Regulación del uso de los beneficios

Las ganancias, como el dinero o las rentas de capital, son medios económicos. La sociedad regula la actividad comercial e individual de múltiples maneras, el uso de las ganancias no debería ser una excepción. Una empresa debe tener la libertad de utilizar sus ganancias para inversiones en el negocio, reservas para pérdidas futuras, pagos de dividendos a los empleados o préstamos solidarios a otras empresas. El uso de los excedentes financieros de una empresa debe restringirse para inversiones en servicios financieros o pagos de dividendos a propietarios y accionistas que no trabajan en la empresa. Finalmente, algunas prácticas podrían prohibirse, incluidas las adquisiciones hostiles o las donaciones a partidos políticos.

5. De la contrapetición a la cooperación

Una piedra angular de la economía de mercado capitalista es la idea de que la competencia impulsa la economía. El ganador del Premio Reichsbank4, Friedrich August von Hayek, escribió que la competencia es en la mayoría de los casos el método más eficiente.5 Empíricamente, esto no se ha confirmado. Contrariamente a la opinión del hombre de la economía neoclásica, existen amplias pruebas científicas de que la cooperación motiva más que la competencia.6 La razón es que la cooperación anima a través de las relaciones satisfactorias, mientras que la competencia lo hace principalmente a través del miedo.

La palabra competición deriva del término latino cum-petere que significa buscar juntos. La economía del bien común promueve una auténtica competencia en su significado original de correr juntos (con-currere). La competencia no desaparecería. Pero sus inconvenientes se harían visibles en el balance del bien común de una empresa y podrían verse estimulados negativamente. Por el contrario, los comportamientos cooperativos y solidarios se pueden incentivar positivamente.

Tabla 1: De «contra-petición» a «com-petición» = cooperación

6. Pluralidad de tipos de propiedad

Las teorías económicas socialistas valoran mucho la propiedad pública y colectiva, mientras que el capitalismo hace de la propiedad privada la forma suprema de propiedad. La Economía del Bien Común no clasifica los tipos de propiedad, sino que tiene como objetivo (a través de límites y condiciones) evitar el dominio de cualquier tipo de propiedad. Además, incluye todos los ámbitos en los que se desenvuelven actividades económicas: mercados, bienes comunes, servicios públicos y hogares (una característica compartida con el enfoque de la Economía rosquilla7).

Tabla 2: Tipos de propiedades, campos de aplicación, límites y condiciones

7. Limitación de la desigualdad

El experto en salud pública Richard Wilkinson y su equipo demostraron en un amplio abanico de factores cómo la igualdad en la sociedad está directamente relacionada con una mejor calidad de vida para todos.8 En muchos países, una gran mayoría de los ciudadanos apoyaría un menor grado de desigualdad. Se pueden poner límites a los ingresos, la propiedad, la herencia o el tamaño de una empresa. Para determinar cómo establecer límites, el movimiento internacional Economía del Bien Común utiliza el consenso sistémico. En este método, se presentan y se someten a voto varias propuestas, midiendo la oposición frente a cada una de ellas. La propuesta con menor oposición gana. Según las primeras experiencias prácticas desde Suecia hasta Chile, las propuestas para los ingresos máximos suelen ser tres, cinco, siete, diez, doce, quince, veinte o cincuenta veces la remuneración más baja. El ganador suele ser el factor 10, mientras que los extremos propuestos de desigualdad ilimitada, así como de igualdad total, encuentran una fuerte resistencia. Hoy en día, los altos ejecutivos austriacos ganan 1.150 veces más que los trabajadores peor pagados. En Alemania, es 6.000 veces más, y en los EE. UU., a algunos altos ejecutivos se les paga una increíble cantidad de 350.000 veces más.9

8. Comercio mundial ético

La dimensión internacional de una economía de mercado orientada al bien común sería el comercio mundial ético. Los acuerdos de libre comercio encarnan la premisa de que más comercio siempre es mejor. Sin embargo, al igual que el dinero o los préstamos, el comercio debería ser simplemente un medio para promover los objetivos: derechos humanos y laborales, justicia distributiva, cohesión social, sostenibilidad a largo plazo y democracia. En consecuencia, se propone reemplazar el sistema actual de acuerdos de libre comercio multi, pluri y bilaterales por una única zona multilateral de comercio ético dentro de las Naciones Unidas (UNETZ, por sus siglas en inglés).10 UNETZ se basaría en seis pilares:

1 – El paraguas general es el compromiso de equilibrar las balanzas comerciales, una idea originalmente pronunciada por John Maynard Keynes.11

2 – Bajo esta premisa, todos los países podrían ser tan abiertos o tan protegidos como deseen (un verdadero orden de libre comercio). A esta nueva libertad, la llamo vestido de baile en lugar de camisa de fuerza12, permitiría a los países de bajos ingresos desplegar su propia estrategia industrial, tecnológica y de desarrollo, como defiende el economista de Cambridge Ha-Joon Chang.13 En consecuencia, los países más pobres disfrutarían de las mismas oportunidades para apoyar a sus industrias nacientes, que los países desarrollados aprovecharon en su historia.

3 – A los países de bajos ingresos se les permite cierto superávit hasta cerrar la brecha con los países más ricos. En lugar de arrancarles la escalera del desarrollo, por la cual escalaron en el pasado los países hoy industrializados con aranceles, subsidios y otras medidas de protección (Friedrich List), esta escalera se pondría explícitamente al servicio de los países más pobres.

4 – Los países que se comprometen más con la paz, los derechos humanos, la estabilidad climática, la protección de la biodiversidad, la justicia fiscal y la diversidad cultural deberían comerciar más libremente entre sí que con los países que se no se comprometen con estos objetivos o lo hacen en menor medida, a través de aranceles éticos. Rechazar la cooperación estas áreas se convertiría en una desventaja estructural.

5 – Asimismo, las empresas que se comprometan más con los valores y objetivos de la comunidad internacional, publicados en su informe de sostenibilidad comparable como el BBC, deberían acceder a la zona de comercio ético con mayor libertad que las empresas que se presenten una menor ambición en estos aspectos. UNETZ favorecerá las empresas responsables y sostenibles.

6 – Finalmente, se agregarían nuevos elementos a la arquitectura de gobernanza global existente: un control de fusión global, una Autoridad Fiscal Global y una Autoridad Financiera Global14 o una Corte Mundial de Derechos Humanos.15

Gráfica 2: Comercio mundial ético

9. Democracia soberana

Algunas de estas propuestas pueden parecer poco realistas a algunos porque los gobiernos y los parlamentos no están dispuestos a abordar tales reformas, ni hoy ni mañana, aunque una mayoría de la población estuviera a favor de ellas. Este estado de las democracias contemporáneas ha sido calificado de postdemocracia por el politólogo británico Colin Crouch. Pero, ¿no vivimos más bien en una predemocracia, sobre todo porque nunca ha existido una forma más profunda de democracia? En una verdadera democracia, el pueblo soberano sería la máxima autoridad. Soberano deriva del término latino superanus y significa estar por encima de todo. Este papel se otorgaría a la población en forma de derechos soberanos, sin cuestionar los poderes existentes del legislativo, ejecutivo y judicial. Estos derechos soberanos podrían incluir, entre otros:

1 – Redactar una constitución (eligiendo una convención constitucional y votando los resultados).

2 – Modificar la constitución.

3 – Elegir un gobierno concreto (constelación).

4 – Expulsar al gobierno.

5 – Detener un proyecto de ley parlamentaria o un decreto gubernamental.

6 – Iniciar una ley y votarla.

7 – Iniciar una asamblea ciudadana.

8 – Regular y controlar los servicios esenciales de interés general.

9 – Crear y emitir dinero.

10 – Votar nuevos tratados internacionales.

Gracias a estos derechos, los ciudadanos podrían tomar decisiones directas sobre cuestiones fundamentales como:

– ¿Queremos chrematistiké u oikonomía, capitalismo o una economía del bien común?

– ¿El dinero como medio de pago debe ser emitido por bancos centrales o por bancos privados?

– ¿El referente central de la política económica debe ser el PIB o un Producto del Bien Común?

La mayoría de la gente parece preferir un Producto del Bien Común al PIB. En una encuesta representativa ordenada por el Ministerio Federal de Medio Ambiente de Alemania, solo el 18% de los alemanes querían que el PIB siguiera siendo el principal punto de referencia para la política económica y social en igualdad de condiciones; casi dos tercios preferían un indicador de calidad de vida más completo.16 Ejerciendo sus derechos soberanos, el pueblo podría hacer una gran diferencia.

10. Prototipos escalables de la vida real

Desde su origen en 2010, el movimiento internacional EBC ha creado una variedad creciente de herramientas prácticas que son aplicadas por compañías, start-ups, bancos, ciudades, regiones, escuelas y universidades. Cualquiera de estos prototipos puede ser aplicado y refinado en cualquier región.

a) Empresas

Más de 1.000 empresas han implementado el Balance del Bien Común. Provienen de todas las ramas: agricultura, alimentación, turismo, productores, proveedores de servicios de todo tipo, o bancos. Una panadería, por ejemplo, pregunta a los agricultores qué precio necesitan que tenga su maíz para poder vivir bien. Una cervecería decidió abastecerse de todo dentro de un perímetro de 100 kilómetros. La aseguradora de salud Pro Vita en Bavaria fue galardonada con el Global Challenge Award en la COP24 en Polonia por alentar a sus clientes a comer menos carne. Varias empresas familiares medianas han cambiado su figura jurídica a fundación o cooperativa, con el fin de distribuir más ampliamente la propiedad. Por lo general, las empresas pioneras colaboran entre sí y eligen los suministradores según su comportamiento ético.

b) Empresas emergentes

Para las empresas emergentes, el movimiento EBC ha desarrollado un Canvas Empresarial del Bien Común. Esta herramienta les ayuda a formular preguntas éticas esenciales, a encontrar un propósito significativo e integrarse con empatía en la sociedad democrática. Las ciudades EBC pueden otorgar una subvención a las incubadoras y aceleradoras con la condición de que las nuevas empresas apliquen el Canvas Empresarial del Bien Común o una herramienta similar.

c) Ciudades

Cada vez son más los municipios que aplican el BBC ya sea en toda su administración, como Mertzig (Luxemburgo), Eschlikon (Suiza), Mäder (Austria), Steinheim (Alemania) o el distrito de Horta de Guinardò de Barcelona (España)).17 Otras ciudades y gobiernos locales deciden aplicar el BBC en empresas públicas, por ejemplo. Zaragoza, Stuttgart, Marburgo, Münster o Hamburgo. Algunas ciudades están buscando formas de utilizar los valores e indicadores de la EBC en las decisiones de contratación pública y promoción económica. Para eso, es útil que una herramienta de informes de sostenibilidad ofrezca una puntuación comparable.

d) Índice del Bien Común

Las primeras regiones y ciudades actualmente se encaminan a desarrollar un Índice de Bien Común (IBC) regional/local. El movimiento EBC desarrolló un proceso participativo que permite a los ciudadanos diseñar directamente su IBC. Una convención podría estar compuesta de manera aleatoria pero representativa en materia de edad, sexo, profesiones, grupos según ingresos y antecedentes migratorios. Los miembros de la convención podrían recopilar sus propias propuestas más las de la población (a través de la democracia líquida) y filtrar las 20 submetas que gocen del mayor apoyo. Operacionalizado con indicadores, el progreso del IBC puede medirse de un año a otro y compararse entre regiones. Los primeros pasos hacia un IBC se han dado en Guarromán, Benifaró de la Valldigna y Salamanca (España), en la ciudad de Münster y en Baden-Württemberg (Alemania).

f) Colegios

El Nodo Educación dentro del movimiento ha desarrollado material didáctico para incluir el modelo EBC en economía, sociología, geografía, ética y educación política. Más de 200 escuelas han invitado a los instructores a talleres prácticos y charlas. Actualmente, se está desarrollando un plan de estudios para colegios. Además, algunas escuelas han hecho el BBC.

g) Universidades

Las universidades de Flensburg y Kiel en Alemania han concluido un proyecto de investigación de tres años sobre la implementación del Balance del bien común en grandes corporaciones.18 La Universidad de Valencia en España estableció una Cátedra de la EBC en 2017 y concluyó un primer estudio empírico sobre 206 empresas con Balance del Bien Común (BBC).19 La Universidad de Ciencias Aplicadas de Burgenland ofrece una Maestría en Economía del Bien Común Aplicada. La Universidad de Córdoba en Argentina ha lanzado un Programa Introductorio a las Nuevas Economías (PINE)20 para presentar modelos económicos alternativos a una audiencia más amplia. Cualquier universidad puede ofrecer un curso, un estudio o establecer una cátedra para nuevos modelos económicos sostenibles.

h) Bancos

Cualquier banco puede abrir un Centro del Bien Común con cuentas de bien común (cuenta corriente, cuenta de ahorro, cuenta de negocios) y préstamos éticos tras haber completado su balance. La Cooperativa para el Bien Común, con sede en Viena, que ha comercializado la primera cuenta corriente del bien común en Austria21, está dispuesta a ayudar a los bancos interesados a dar sus primeros pasos en la en la Banca del Bien Común.

 

Bibliografía

1     Dolderer J, Felber C, Teitscheid P. From Neoclassical Economics to Common Good Economics [Desde la Economía Neoclásica a la Economía del Bien Común]. Sustainability, 2021; 13(4):2093; pág. 7.

2     Dierksmeier, C. Reframing Economic Ethics. The Philosophical Foundations of Humanistic Management [Reformulación de la ética económica. Los fundamentos filosóficos de la gestión humanista]. Palgrave macmillan, 2016; pág. 35.

3     ECOGOOD. Common Good Product, Policy Paper Nr. 1 [Producto del Bien Común, Documento de Políticas No. 1], 2022. https://cgp.ecogood.org/ y Hoekstra, R. This is the moment to go beyond GDP [Este es el momento para ir más allá del PIB]. WeALL, WWF y EEB, 2022.

4     Felber, C. The Gold Medal [La medulla de oro]. The Mint Magazine, 2019.

5     Hayek, F. A. The Road to Serfdom [El Camino a la Servidumbre]. The Institute of Economic Affairs, 2005; pág. 45.

6     Kohn, A. No Contest. The Case against Competition. Why we lose in our race to win [Sin competencia. El Caso contra la Competencia. Por qué perdemos en nuestra carrera para ganar]. Houghton Mifflin, 1992; pág 205.

7     Raworth, K. Doughnut Economics. Seven Ways to Think Like a 21st-Century-Economist [Economía rosquilla. Siete formas de pensar como un economista del siglo XXI]. Random House Business Books, 2017.

8     Wilkinson R, Pickett K. The Spirit Level. Why More Equal Societies Almost Always Do Better [El nivel del espíritu. Por qué las sociedades más igualitarias casi siempre lo hacen mejor.]. Penguin, 2010.

9     Ahmed A, Creswell J. Bet on Gold Nets Paulson $5 Billion [Apostar al oro le genera a Paulson 5$ billones]. The New York Times, 2011.

10   Felber, C. Por un comercio mundial ético. Deusto, 2018. https://www.comerciomundialetico.info/

11   Keynes, J. M. Proposals for an International Clearing Union [Propuestas para una Unión Internacional de Compensación], pág 17-63 en: Horsefield, J. K. (ed.). The International Monetary Fund 1945–1965. Twenty Years of International Monetary Cooperation, Vol. 3 [Fondo Monetario Internacional: El Fondo Monetario Internacional 1945–1965. Veinte años de cooperación monetaria internacional, vol. 3]. International Monetary Fund, 1969.

12   Friedman, T. The Golden Straitjacket [La camisa de fuerza dorada] en: The Lexus and the Olive Tree [El Lexus y el olivo], Anchor Books; pág. 101–11.

13   Chang, H. J. Kicking Away the Ladder. Development Strategy in Historical Perspective [Apartando la escalera. Estrategia de desarrollo en perspectiva histórica]. Anthem Press, 2003.

14   Stiglitz et al. Report of the Commission of Experts of the President of the United Nations General Assembly on Reforms of the International Monetary and Financial Systems [Informe de la Comisión de Expertos del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Reformas de los Sistemas Monetario y Financiero Internacional], Naciones Unidas, 2009; pág 96.

15   Kozma J, Nowak M, Scheinin M. A World Court of Human Rights – Consolidated Statute and Commentary [Una Corte Mundial de Derechos Humanos – Estatuto y Comentario Consolidados]. Estudios del Instituto Ludwig Boltzmann para los Derechos Humanos, vol. 22. Neuer Wissenschaftlicher Verlag, 2010.

16   Bundesministerium für Umwelt, Naturschutz, Bau und Reaktorsicherheit/Umweltbundesamt. Umweltbewusstsein in Deutschland 2014. Ergebnisse einer repräsentativen Bevölkerungsumfrage [Conciencia medioambiental en Alemania 2014. Resultados de una encuesta popular representativa]. 2015, pág. 22 y 35.

17   https://economiadelbiencomun.org/somos/municipio-region/

18   Heidbrink L, Kny J, Köhne R, Sommer B, Stumpf K, Welzer H, Wiefek J. Schlussbericht für das Verbundprojekt Gemeinwohl-Ökonomie im Vergleich unternehmerischer Nachhaltigkeitsstrategien (GIVUN) [Informe final del proyecto conjunto Economía del Bien Común en Comparación de Estrategias de Sostenibilidad Empresarial (GIVUN)]. Universidad de Flensburg y Universidad de Kiel, 2018.

19   Sanchis, JR, Campos V, Ejarque A. Analyzing the Economy for the Common Good Model. Statistical Validation of its Metrics and Impacts in the Business Sphere [Analizando el Modelo de Economía del Bien Común. Validación Estadística de sus Métricas e Impactos en el Ámbito Empresarial]. Cátedra Economía del bien común, Universidad de Valencia 2019.

20   https://nuevaseconomias.org/

21   https://www.gemeinwohlkonto.at/

 

Número 13, 2023
A fondo

Prosperidad y Finanzas Éticas

Pedro M. Sasia . Presidente de la Federación Europea de Banca Ética (www.febea.org). Director del Área de Humanidades de la Universidad de Deusto.

Introducción

Toca resituarse. Al menos para quienes conserven, como decía el filósofo Javier Muguerza, un adarme de humanidad[i]. Las continuas llamadas a una necesaria revisión de las bases fundamentales sobre las que se asienta el sistema económico actual surgen desde diversos frentes: desde la declaración global de insostenibilidad que suponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, hasta los continuos informes que muestran que la pobreza y la desigualdad persisten (y, en muchos sentidos, aumentan) en nuestro mundo, el clamor por una necesaria resituación a todos los niveles de los distintos agentes económicos parece fuera de discusión. Son apelaciones a la responsabilidad de todos, desde los grandes actores globales hasta cada uno de nosotros, en nuestra condición de agentes económicos de distinto tipo (personas consumidoras, inversoras, contribuyentes fiscales, profesionales…).

Sin obviar la indiscutible importancia de los cambios en los comportamientos individuales, la búsqueda de palancas colectivas de transformación para ese necesario cambio transita por muy diversos caminos, y la mirada puede (y debe) posarse en los grandes marcos institucionales, en los responsables políticos, las organizaciones sindicales, las ONG, los medios de comunicación, las universidades… y, por supuesto, en las organizaciones económicas de todo tipo. La importancia de las empresas en la construcción de justicia social ha sido ampliamente destacada[ii] y, dentro de ellas, resulta de gran interés detenerse a analizar la potencialidad que encierran los proyectos de alternativa económica que, a pesar de su carácter en muchos casos germinal, muestran nuevos modos de hacer economía que pueden llevar en su seno propuestas de transformación que encierren las claves de esa necesaria resituación que hoy resulta ya irreplicable.

De entre las diversas propuestas de alternativa que han venido surgiendo en los últimos años, las finanzas éticas han alcanzado un estatus claramente identificable, tanto por su progresiva penetración social como por su articulación institucional. Hoy podemos hablar con toda claridad de un sector con un perfil característico, que en Europa cuenta con una Federación de Banca Ética[iii], e incluso con un estatus legal en algunas normativas estatales, como la italiana, que reconoce a las entidades de finanzas éticas como aquellas que adoptan comportamientos específicos en aspectos como la transparencia, la evaluación socioambiental del crédito, los límites salariales, las limitaciones a la distribución del beneficio o la participación[iv].

Sin entrar en los detalles de un sector que lleva varias décadas mostrando un excelente comportamiento económico y una notable capacidad para afrontar crisis como la financiera del 2008 o la generada a raíz de la pandemia del COVID[v], las finanzas éticas presentan determinadas características que merece la pena analizar por su potencial como propuestas viables para la revisión del sistema financiero.

Una forma sistemática de presentar dichas características parte de la consideración de lo que podemos entender como énfasis estratégicos que han venido dando cuerpo a los proyectos concretos de finanzas éticas que han surgido en las últimas décadas. Pasemos a describirlos brevemente ya que, a partir de los distintos elementos que configuran el modo de crearse y desarrollarse de estas realidades, será posible entender mejor qué son y cómo operan.

Las aspiraciones fundacionales de las finanzas éticas

Como hemos destacado, los proyectos de finanzas éticas modernas[vi] han venido surgiendo desde finales del siglo pasado impulsados desde diversos espacios sociales, con la intención de superar algunas de las insuficiencias éticas que el sistema bancario ha ido generando en un camino que le ha llevado a convertirse en un actor global de indudable poder. Podemos destacar al menos cuatro dimensiones en los que las finanzas éticas desarrollan su propuesta alternativa. En primer lugar, aquellos basados en la autorrestricción de los sectores en los que se concede financiación (las llamadas líneas rojas o pantallas negativas). Este tipo de proyectos son quizás los más conocidos, recordando aquellas iniciativas que surgieron con un compromiso de autorrestricción de la financiación cuya realización concreta ha ido evolucionado por circunstancias históricas y contextuales. En este proceso, se ha ido pasando del veto al alcohol o al tabaco, a la negativa a financiar otro tipo de actividades económicas, como aquellas que no respetan los derechos humanos en las condiciones laborales o las que generan impactos claramente negativos para la sostenibilidad ecológica del planeta.

Un segundo tipo de proyectos de finanzas éticas han venido centrando su atención en el diseño de propuestas financieras innovadoras en productos o servicios no atendidos suficientemente por el mercado bancario, como las microfinanzas o la financiación de ciertas actividades económicas de indudable impacto positivo, pero consideradas fuera del mercado o alejadas de los intereses estratégicos de los operadores tradicionales. Podemos destacar aquí el comercio justo, la inserción social, la cooperación para el desarrollo o la agricultura ecológica. Es interesante resaltar que, en este espacio, es donde se muestra con más claridad la naturaleza de las finanzas éticas como uno de los actores clave para el reforzamiento de la Economía Solidaria. Aunque también es necesario apuntar que las relaciones entre estos dos espacios van mucho más allá de una mera interacción cliente-banco, como veremos posteriormente.

La gobernanza de la entidad financiera ha constituido el foco en el que reconocer un tercer énfasis de las finanzas éticas. El compromiso, en este caso, se centra en la revisión de determinadas prácticas específicas de gestión y gobierno, entre las que podemos destacar los esquemas de remuneración o la rendición de cuentas, que están en la base de algunas de las características más genuinas de las finanzas éticas como la transparencia en todo el circuito de intermediación o los mecanismos de participación de los diferentes actores con los que la entidad se relaciona. Es importante situar en este ámbito la raíz fundamental para la justificación de dos comportamientos claramente reconocibles de las finanzas éticas: por un lado, las limitaciones a la distribución de beneficios y, por otro, su carácter nítidamente cooperativo.

La última dimensión tiene un cierto carácter paradójico, dado que podemos afirmar, a la vista del desarrollo de este sector, que las finanzas éticas no solo hacen finanzas. De hecho, resultan de especial importancia en sus estrategias dos líneas adicionales. Por un lado, la actividad de incidencia política, desarrollada normalmente en alianza con otros actores de la Economía Solidaria. Conscientes de que el reto de transformación económica es de amplio recorrido y que en su afrontamiento es necesario promover cambios normativos que reconozcan el impacto en el bien común que tienen este tipo de propuestas, las finanzas éticas desarrollan (especialmente a través de sus redes territoriales de distinto nivel) una intensa actividad de posicionamiento y reivindicación política a la búsqueda de marcos normativos favorecedores de dicho reconocimiento.

Este último énfasis estratégico plantea una segunda línea de actuación no financiera de las finanzas éticas, que podemos definir como impacto cultural. Con este término, estamos refiriéndonos a la búsqueda de una mayor conciencia ciudadana sobre la necesidad de incorporar en nuestros modos de consumo un análisis de las consecuencias que tienen nuestras decisiones económicas a todos los niveles, y muy especialmente aquellas relacionadas con el respaldo implícito que supone optar por depositar nuestro dinero en determinadas entidades financieras. Una vez introducido en el circuito, ese dinero (nuestro, en depósito, no lo olvidemos) permite a la entidad apoyar el desarrollo de determinadas actividades que, en muchos casos, pueden ser generadoras de significativos desequilibrios sociales y medioambientales. La contribución en crear ciudadanía responsable de sus opciones de consumo y ofrecer un circuito financiero que responda a sus demandas de un sistema financiero más justo, son los dos grandes objetivos de esta línea de trabajo cultural que forma parte inseparable de todo proyecto de finanzas éticas.

Podemos ver con claridad en estas cuatro dinámicas generadoras la identidad entre las aspiraciones de las finanzas éticas y las propias del más amplio espacio de la Economía Solidaria. Por un lado, generar cambios significativos en diferentes áreas del circuito económico: los productos/servicios ofrecidos, las condiciones de producción, distribución y comercialización, las estrategias de marketing y publicidad, la relación con los proveedores, las condiciones laborales, el papel de la base social. En segundo lugar, promover cambios en los marcos regulatorios. En tercer lugar, profundizar en la conciencia de una ciudadanía activa en la transformación de los patrones de consumo y en la introducción de valores hoy no ligados directamente al espacio financiero, como la cooperación, la reciprocidad o la solidaridad. Finalmente, crear nuevas formas de operar en el mercado: organizando espacios autónomos de oferta y demanda en circuitos completos que incluyen todas las fases del proceso económico (producción, distribución, consumo, financiación, reproducción, cuidado, gestión del ciclo de vida de los productos, etc.).

El valor de las finanzas éticas hoy

Para analizar adecuadamente su valor, es importante reconocer que, en su permanente tarea de crear y consolidar circuitos de intermediación financiera alternativos, las finanzas éticas tienen la obligación de mantener una continua alerta ética que analice no solo sus comportamientos, sino también el contexto en el que se desarrolla su actividad. No olvidemos que, tras su compromiso de poner la intermediación financiera al servicio de la justicia, las finanzas éticas asumen una responsabilidad que implica no solo mantener una serie de principios fundacionales, sino también una cultura organizacional que se alimenta continuamente tanto de profesionales y bases sociales éticamente orientadas, como de una honesta aproximación al entorno y un cabal conocimiento de los retos reales de justicia que existen en un lugar y un momento determinado.

En la línea que inspira el análisis que venimos desarrollando, podemos decir que orientar las finanzas éticas como herramientas efectivas para la lucha contra la pobreza y la desigualdad hoy exige, junto a una tecnoestructura compuesta de profesionales técnicamente capacitados (que las finanzas éticas han demostrado que son perfectamente capaces de encontrar y fidelizar), la implicación de muchas otras personas que se integran en el proyecto como socias, clientes u organizaciones aliadas. No podemos olvidar que ignorar esta permanente alerta ética puede conducir a que se cometan, incluso con la mejor de las intenciones, clamorosos errores no solo de cálculo, sino también de paternalismo o autorreferencialidad. Por eso, regresar a los elementos de contexto que configuran y actualizan el deber ser de las finanzas éticas, es un ejercicio de honestidad intelectual que debemos aprovechar, no precisamente con aspiraciones académicas, sino con la intención de analizar el valor social que aporta la plasmación de dichos principios a las situaciones concretas.

Puestos a la tarea, una manera bastante intuitiva de sistematizar este ejercicio de honestidad es repasar algunos de los retos que tienen planteados hoy las finanzas éticas, para ver cómo son capaces de responder al imperativo ético de luchar contra la pobreza y la desigualdad. Se trata de un ejercicio que, debidamente ajustado a las circunstancias específicas en las que se desarrolla un proyecto financiero concreto, posibilita un análisis muy detallado y del que aquí solo delinearemos tres de sus aspectos más importantes.

Lucro – autonomía – gobernanza

Como hemos venido destacando, un aspecto de gran trascendencia para entender las propuestas de finanzas éticas está constituido por los distintos elementos que conforman lo que en sentido amplio se conoce por Gobernanza. La configuración de su base social, la relación entre ésta y la estructura profesional, los procesos de participación y toma de decisión, la rendición de cuentas a la sociedad, los criterios para el destino de los beneficios… son factores críticos a la hora de consolidar un determinado modo de entender la consideración que debe tener el valor creado por el proyecto. Solo podremos encontrar propuestas financieras que trabajan para reconstruir aquellos espacios sociales especialmente afectados por la pobreza y la desigualdad, si dichas propuestas están culturalmente preparadas y estratégicamente orientadas para perseguir impactos financieros cuya motivación no puede encontrase exclusivamente en el valor de mercado o la utilidad económica.

El empeño de las finanzas éticas por generar marcos cooperativos en los que aquellos interesados en construir y desarrollar el proyecto se comporten no como portadores de interés (stakeholders, en el lenguaje tradicional de la Responsabilidad Social de la Empresa), sino como Portadores de Valor, en el sentido de que no acuden buscando su propio interés, sino comprometidos responsablemente con el bien común. Solo de esta manera podrá una entidad financiera adquirir la suficiente autonomía como para superar el yugo del autointerés (o el de la superrentabilidad, en el caso de los inversores). Solo así, se podrá dirigir la actividad financiera hacia nichos que se denominan de exclusión bancaria, ya sea por razones personales (de fragilidad económica o de muchas otras circunstancias personales), o de especialización (por su tamaño, ubicación o estilo de actividad).

Propuestas parabancarias

En clara continuidad con el reto anterior, la necesidad de establecer mecanismos de respuesta a necesidades financieras fuera de mercado mueve a las finanzas éticas a desarrollar servicios financieros innovadores, que tratan de responder con productos y servicios especializados. Tras este objetivo, las finanzas éticas incorporan en su actividad mecanismos crediticios adaptados que en algunos casos constituyen la actividad exclusiva del proyecto. Productos microfinancieros, servicios de asesoría, circuitos de crowdfunding, inversiones de impacto… son algunas de las estrategias orientadas a dar respuesta a las necesidades no atendidas por la banca tradicional y que en algunos casos están ya siendo incorporadas en las carteras (de forma claramente minoritaria, eso sí) de muchos operadores financieros tradicionales.

En estos casos, es importante resaltar que la impronta de las finanzas éticas se encuentra no tanto en los productos o servicios en sí (que pueden responder a intereses de marketing[vii] o mera filantropía) sino en un objetivo coherente con el auténtico propósito de la entidad y que, por lo tanto, constituye una parte muy significativa de su oferta financiera.

Incidencia política y cultural[viii]

Hablábamos anteriormente de una paradoja de las finanzas éticas, justificando dicho carácter en la necesidad, que surge de su propia Misión, de ofrecer propuestas no solamente financieras, sino un conjunto de iniciativas de naturaleza cultural y de incidencia política. Se trata de dinámicas  centrales en la estrategia de las finanzas éticas, que buscan transformar, por una parte, los modelos de relación de la ciudadanía con las entidades financieras y, por otra, los marcos normativos bajo los que se desarrolla toda la actividad financiera.

En este camino, las finanzas éticas trabajan codo con codo con muchas otras entidades de la Economía Solidaria y el discurrir de los últimos años ha mostrado algunos interesantes resultados, como la inclusión de cláusulas sociales en la compra pública de muchas administraciones[ix], o la creación de mercados sociales en los que la oferta y la demanda se articulan sin resignarse a dejar que sea la mano invisible (más bien una mano ciega a las necesidades de los más desfavorecidos, debemos decir) la que genere unos esperados equilibrios justos que, en la práctica, nunca acaban de llegar.

Mirando al futuro

Es fácil constatar cómo muchas de las iniciativas impulsadas por las finanzas éticas han ido incorporándose progresivamente entre las buenas prácticas de muchas otras entidades financieras. Su condición de vanguardia ética ha permitido que estrategias y prácticas que en su momento constituían una clara alternativa, sean hoy ya parte no solo de la praxis financiera habitual, sino incluso de los marcos normativos que regulan el sector. Las exigencias de transparencia sobre la actividad, muy especialmente la necesidad de publicar balances sociales con análisis de los impactos sociales y medioambientales[x], es una de las más evidentes. Los requisitos impuestos a la gobernanza, la ampliación de los controles de cumplimiento normativo, la adecuada gestión del riesgo, la incorporación de la perspectiva de género o el control sobre las prácticas de blanqueo de capitales o de las actividades especulativas están asimismo entre ese conjunto de transformaciones financieras que se van incorporando paulatinamente.

Muchas otras siguen sin poder reconocerse en la praxis financiera habitual, a pesar de las continuas reclamaciones que vienen desde diferentes espacios sociales, especialmente en lo relacionado con los esquemas retributivos, la responsabilidad fiscal o la distribución de los beneficios. Entre ellas, cabe destacar por su alto impacto en la construcción de bien común la atención a las demandas consideradas fuera de mercado. Muchas de estas demandas pueden reconocerse fácilmente entre las que se reclaman como imprescindibles para poder afrontar con éxito los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que serán inalcanzables, no lo olvidemos, sin la implicación responsable del capital privado, canalizado especialmente a través del sistema financiero.

Por todo esto, perseverar en el desarrollo del espacio de las finanzas éticas sigue siendo una dinámica de indiscutible valor. Quizá el momento actual ofrezca algunas oportunidades. El debate sobre las finanzas sostenibles, aun sin agotar las aspiraciones más profundas de las finanzas éticas, ha permitido que la cuestión sobre el valor social de las finanzas y su contribución a la construcción de sociedades más justas esté en lo alto de la agenda política y encuentre asimismo un notable reflejo en el debate público. Los beneficios de los grandes operadores financieros, los esquemas retributivos, el apoyo financiero a las diferentes guerras, las prácticas hipotecarias abusivas… son algunas de las noticias que desencadenan hoy significativas respuestas sociales en nuestro entorno. En este momento, se puede evidenciar con más claridad que nunca que la praxis de las finanzas éticas sirve, al menos, para ofrecer un germen posible de transformación.

En su reconocida obra Prosperidad sin crecimiento[xi], Tim Jackson habla de la economía del mañana, planteando que la transformación que venimos analizando deberá estar orientada especialmente a defender el empleo digno, reducir las desigualdades y apoyar la estabilidad ecológica del planeta. Para ello, nos recuerda que serán necesarias lo que denomina empresas como formas sociales de organización, añadiendo además la importancia de entender la actividad inversora como un compromiso con el futuro y el rol del dinero como bien social. Resultan muy evidentes las coincidencias entre estas aspiraciones transformadoras con las propuestas de alternativa de las Finanzas éticas y del conjunto de la Economía Solidaria. Apoyemos su desarrollo, sin olvidar que construir la economía del mañana es una tarea de hoy, y que nos interpela a todos.

[i] Muguerza, J. “La indignación ante la injusticia”. Palabras de apertura al Foro de Debate: La filosofía frente a la guerra. Instituto de Filosofía del CSIC, 31 de marzo de 2003. Se puede encontrar en: https://proyectoafri.es/anda/culturandaluza/27muguerza.htm

 

[ii] Para un análisis detallado de esta cuestión, ver: Sasia, P. y Bilbao, G. “Los valores en el ámbito económico y empresarial y el papel de la responsabilidad social empresarial en la generación de ámbitos de mayor justicia social. ¿Mito o realidad?”; Documento de trabajo 5.5 del Capítulo 5 del VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, Fundación FOESSA, Madrid 2019. Edición digital: [https://caritas-web.s3.amazonaws.com/main-files/uploads/sites/16/2019/05/5.5.pdf]

 

[iii] La Federación Europea de Banca Ética (www.febea.org) cuenta con 33 entidades financieras de 15 países distintos, que manejan por encima de cuarenta mil millones de euros en activos y cuenta con cerca de un millón de clientes.

 

[iv] Banco de Italia, Testo Unico Bancario [Texto único de las leyes en materia bancaria y crediticia]. Decreto legislativo del 1 de septiembre de 1993, nº 385. Versión actualizada por el decreto ley del 25 de marzo de 2019, nº 22, convalidado tras su modificación por la Ley del 20 de mayo de 2019, nº 41, de junio de 2019, Art. 111-bis.

[v] En la web de Febea se pueden encontrar diversos informes sobre el comportamiento de sus miembros durante la pandemia (www.febea.org)

[vi] Utilizamos el término “finanzas éticas modernas” para referirnos a estas realidades relativamente jóvenes, conocedores de que algunas de las intuiciones y aspiraciones se pueden encontrar en proyectos financieros con varios siglos de antigüedad.

 

[vii] En este sentido, es interesante resaltar los mecanismos puestos en marcha por las autoridades de vigilancia europeas en frenar las prácticas conocidas como green o socialwashing

 

[viii] Una profundización en esta línea se puede encontrar en: de la Cruz, C. y Sasia, P. “La banca ética como herramienta de acción política”. Revista ICADE nº 80, mayo-agosto 2010. pp. 185-210.

 

[ix] Un buen ejemplo de una iniciativa pública se puede encontrar en la Guía actualizada de contratación pública social de la UE. El preámbulo establece: “Las autoridades públicas pueden participar en una contratación pública responsable desde el punto de vista social comprando productos y servicios éticos y utilizando las licitaciones públicas para crear oportunidades de empleo, trabajo digno, inclusión social y profesional y mejores condiciones para las personas con discapacidad y las personas desfavorecidas.” https://commission.europa.eu/funding-tenders/tools-public-buyers/social-procurement_es

 

[x] Un ejemplo muy notable del tipo de Balances Sociales que publican las finanzas éticas puede encontrarse en:

https://balancesocial.fiarebancaetica.coop/

 

[xi] Jackson, T. Prosperidad sin crecimiento: bases para la economía del mañana. Fondo de cultura económica, 2023.

 

Número 13, 2023
En marcha

Moda re- pasado, presente y futuro

Albert Alberich, director de Moda re-

 

Aunque fue el 3 de marzo de 2020 cuando se constituyó formalmente Moda re-, la cooperativa de iniciativa social promovida por Cáritas Española, su origen se remonta a muchos años antes.

Muchas veces hemos comentado, que Moda re- nace de la tan asentada tradición española que hacía que, cuando una familia tenía ropa en buen estado, pero que por el motivo que fuese ya no se usaba, se llevaba a la parroquia donde un grupo de voluntarias y voluntarios la acondicionaban para hacerla llegar a las familias necesitadas, en las mejores condiciones posibles. Y a partir de esa realidad histórica tendríamos que retroceder 30 años en el calendario para situar en el ámbito de varias Cáritas Diocesanas, el nacimiento de proyectos que identificaron que la recogida y el tratamiento de la ropa usada que llegaba a Cáritas, podía ser un elemento de generación de empleo.

La decisión de implicarse en la creación de puestos de trabajo, por parte de estas Cáritas, era fruto de una reflexión, que ya consideraba que la mejor ayuda para sacar a una persona de una situación de exclusión social, era facilitarle la posibilidad de un puesto de trabajo que, además de todo lo que significaba en términos de ingreso económico, representaba una oportunidad de crecimiento personal y de integración en la comunidad.

Con el paso del tiempo, a este primer objetivo de inserción laboral, se le incorporó un segundo objetivo medioambiental, ya que las cantidades de ropa recogida aumentaban exponencialmente y no se consideraba que el depósito de la ropa no reutilizable en un vertedero fuese una opción compatible con el espíritu de estos proyectos. Con el objetivo de poder dar el mejor tratamiento medioambiental a la ropa usada, entre los años 2012 y 2014 se pusieron en marcha, dentro del ámbito de Cáritas, tres modernas plantas de tratamiento integral que, a día de hoy, siguen siendo las más avanzadas del sur de Europa.

En paralelo a la puesta en marcha de estas plantas de tratamiento en el ámbito de Cáritas Bilbao, Càritas Barcelona y Cáritas Valencia, renace un movimiento dentro de Cáritas Española que cree en la necesidad de construir un Proyecto Común Textil, que permitiese agrupar todos los proyectos diocesanos que se habían implicado en el esta actividad (mediante la creación de empresas de inserción en la mayoría de casos) y que además, tuviese la capacidad de acompañar a nuevas Cáritas que quisieran replicar el modelo en otras diócesis. Ya en ese momento estaba consolidado el convencimiento de que sumar las capacidades y conocimientos, para ponerlos al servicio de todos los proyectos que se quisiesen implicar en el Proyecto Común Textil, era la mejor manera de fortalecer cada uno de los proyectos y así, seguir avanzando en los objetivos de mejorar nuestro impacto social y medioambiental.

Un proyecto tan ambicioso como este, solo podía consolidarse mediante un proceso generoso de renuncia a las singularidades y de aportación por parte de todos los integrantes, de sus capacidades y experiencias al conjunto de la comunidad que se quería construir. Así se inició un largo camino de construcción de un modelo cooperativo, que se ha revelado como un magnífico instrumento de plasmación de aquel sueño del Proyecto Común Textil de Cáritas.

En marzo del año 2020, justo unos días antes de la declaración del estado de alarma, nacía la cooperativa Moda re-, con la participación de los proyectos de 30 Cáritas Diocesanas que trabajaban en el sector de la ropa usada. De este modo empezó a caminar formalmente, coincidiendo con uno de los momentos más complicados que como comunidad hemos tenido que afrontar a nivel mundial. Justo en el momento de nacimiento de Moda re-, aparecían en nuestra actividad cotidiana dificultades inimaginables y problemáticas que afectaban a la sociedad en general, pero con especial crudeza a los más desfavorecidos.

Aunque el tiempo transcurrido es corto, la intensidad vivida en estos dos últimos años, nos hace pensar que estas dificultades han servido para acelerar los procesos de identificación con el proyecto y que, en estos dos años de especiales dificultades, posiblemente hemos avanzado más en la cohesión de Moda re-, que en un periodo mucho más largo de normalidad social.

Y llegados a este punto, podemos preguntamos ¿Qué es hoy Moda re-?

Y sin ánimo de ser exhaustivos, una primera respuesta es, que hoy ya son 45 las Cáritas Diocesanas que con sus proyectos participan en Moda re- con presencia en más de 40 provincias.

Y que desde el punto de vista social:

  • Sigue aumentando el número de puestos de trabajo creados, acercándonos a los 1.200, de los cuales algo más del 50% están reservados a las personas en riesgo de exclusión que realizan su itinerario laboral de inserción con nosotros.
  • Se sigue aumentando el volumen y la dignificación de la entrega social de ropa a través de la cada vez más amplia red de tiendas Moda re-
  • Seguimos trabajando en la expansión de nuestra red de tiendas, que ya están presentes en más de 80 ciudades españolas, transmitiendo a la sociedad una imagen atractiva, cercana y generadora de comunidad en su entorno.
  • Se continúa trabajando por la sensibilización de la sociedad para fomentar el cuidado de la casa común mediante el consumo moderado y consciente de la ropa y la necesidad de la reutilización.

Y desde el punto de vista medioambiental:

  • Que es el proyecto de referencia en España (y en el sur de Europa) para la recogida y tratamiento de la ropa usada en España, con más de 42 millones de kilos de ropa recogidos anualmente (lo que representa más del 40% de toda la ropa que se recoge en España).
  • Que cuenta con una red de más de 6.500 contenedores de recogida de ropa, que es la más grande de España.
  • Que es el proyecto que cuenta con las 3 plantas de tratamiento de la ropa usada más avanzadas del sur de Europa.
  • Que mediante sus alianzas con los grandes operadores del sector textil, lidera los procesos de preparación para la reutilización y el reciclaje textil, para convertir los residuos textiles no reutilizables en nueva materia prima.

Llegados a este punto, es de justicia recordar que sin el apoyo de Cáritas Española en el campo institucional y de entidades como Inditex, que nos ha apoyado en todo el esfuerzo de profesionalización y de equipamiento del proyecto, nuestra realidad sería hoy muy diferente.

¿Cómo vemos el futuro de Moda re-?

Desde sus primeros pasos, este proyecto ha recibido importantes inyecciones de moral con la publicación de las dos encíclicas, Laudato si’ con lo que representó de apuesta por el cuidado de la casa común y que para el Proyecto Común Textil de Cáritas fue, en aquel momento, un estímulo para seguir creciendo en la mejora del tratamiento de la ropa usada. Y posteriormente con la encíclica Fratelli tutti donde la clara apuesta por el trabajo: Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna,  coincide y refuerza uno de los objetivos fundamentales de Moda re-.

Y en este sentido vamos a seguir:

  • Trabajando para la creación del mayor número de puestos de trabajo reservados a los colectivos más desfavorecidos, para que con las habilidades adquiridas durante su estancia con nosotros, puedan dar el salto a la empresa ordinaria.
  • Trabajando para que estos puestos de trabajo sean sostenibles económicamente para cada uno de los proyectos y así poder seguir creciendo y aumentando el impacto social.
  • Aplicando a nuestras actividades la identificación con la Jerarquía de residuos:
    • En primer lugar, REDUCCIÓN. Para ello vamos a trabajar en la difusión de los materiales de sensibilización que ya se han preparado para escuelas, institutos y voluntariado.
    • En segundo lugar, REUTILIZACIÓN. Para ello vamos a seguir apoyando la apertura de nuevas tiendas, por su impacto en la creación de puestos de trabajo, pero también por el acercamiento de la reutilización a nuevos públicos. Esperamos llegar a finales de este año 2022 con cerca de 130 tiendas y más de 15 córneres Moda re- en grandes superficies.
    • Y en tercer lugar el RECICLAJE. Seguiremos trabajando con los grandes operadores del sector para seguir siendo los referentes en la preparación de la ropa usada no reutilizable en nuevas materias primas y así cerrar el círculo.
  • Acompañando a todos los socios en su día a día y apoyándolos tanto en programas formativos como en operaciones, de tanto impacto, como la sensorización de los 6.500 contenedores o en la implantación de sistemas informáticos.
  • Acompañando a los proyectos de cualquier Cáritas Diocesana que quieran incorporarse o crear un nuevo proyecto textil.

Moda re- es un proyecto muy joven, pero que al mismo tiempo es fruto de un largo camino que se ha alimentado de muchos esfuerzos personales y de actuaciones llenas de generosidad con renuncia a lo particular, en beneficio del bien común. Este ha sido y sigue siendo el mejor camino.

Seguimos.

 

Número 11, 2022
Editorial

El derecho a la alimentación como derecho humano: abandonar el asistencialismo para garantizar la autonomía alimentaria

Si bien los alimentos producidos en el planeta son suficientes para alimentar a más del total de la población mundial, casi mil millones de personas pasan hambre. Por no hablar de que un tercio de esta producción se desperdicia o se pierde cada año. Por lo tanto, es evidente que el problema no es una cuestión de cantidad sino de distribución y acceso a los alimentos.

Según el derecho internacional, el derecho a la alimentación es un derecho humano que protege el derecho de todo ser humano a alimentarse dignamente, ya sea produciendo sus propios alimentos o comprándolos. Para producir sus propios alimentos, una persona necesita tierra, semillas, agua y otros recursos, y para comprarlos necesita dinero y acceso al mercado. En consecuencia, el derecho a la alimentación implica que el Estado debe garantizar una serie de mecanismos para posibilitar su disfrute por parte de todas las personas, independientemente de su situación socioeconómica.

No obstante, la crisis vinculada a la Covid-19 ha hecho más visible y ha agravado la inseguridad alimentaria en el mundo y también en nuestro país. Esta inseguridad alimentaria afecta a una proporción creciente de la población de España y, en particular, a las personas más vulnerables. Las imágenes de personas en fila frente a los lugares donde se distribuye la ayuda alimentaria han dejado una huella considerable en la opinión pública.

El derecho a la alimentación, que debería permitir a todas las personas comer dignamente, en forma adecuada y en cantidad suficiente, es así ampliamente mancillado. Es importante resaltar, por tanto, que ese incremento demuestra que el problema de los hogares españoles para acceder a una alimentación adecuada es estructural y que no está únicamente ligado a crisis coyunturales.

La actual crisis ha puesto de manifiesto los límites de la respuesta institucional a los problemas de inseguridad alimentaria. Una vez más la respuesta de las administraciones públicas responde a una concepción de ayuda alimentaria y no tanto de garantizar el derecho a la alimentación. El modelo imperante de respuesta de las entidades del tercer sector y de algunas de las políticas públicas llevadas a cabo, hacen que la lucha contra la inseguridad alimentaria se reduzca a la distribución de ayuda alimentaria.

Es fundamental tratar de superar esa concepción de las políticas públicas existentes que se enfocan solo en los síntomas de la inseguridad alimentaria y nunca en sus causas profundas: a saber, el nivel de pobreza y su intensidad para una parte de la población. Para ello, necesitamos promover una economía al servicio de todas las personas, apelando a un cambio de las reglas de los sistemas económicos injustos que perpetúan la pobreza y las desigualdades.

Esto pasa también por abandonar la asistencia para recibir alimento al acceso autónomo a la alimentación. En otras palabras, significa apostar por distribuir alimentos seleccionados con criterios de sostenibilidad y elegidos por quienes se benefician de ellos.

En definitiva, garantizar el respeto del derecho a la alimentación significaría dar a todas las personas la posibilidad de optar por una alimentación de calidad, íntegra desde el punto de vista ambiental, social y sanitario. En otras palabras, el reto de garantizar la seguridad alimentaria pasa por cruzar la lucha contra la pobreza y las desigualdades con los objetivos para un desarrollo sostenible.

 

Número 10, 2022
A fondo

El acceso al derecho a una alimentación saludable en Cáritas. Cuestión de justicia, dignidad, inclusión y sostenibilidad

María Martínez Rupérez, responsable del programa Acción Socio Educativa de Base en Cáritas Española.

 

Con este artículo pretendemos compartir el modelo de trabajo que estamos impulsando en Cáritas para dignificar el acceso al derecho a la alimentación y la estrategia confederal que hemos desarrollado para facilitar estos tránsitos.

 

Estoy convencida, que no nos es ajena esta imagen que tanto se ha repetido en nuestros barrios y pueblos, y ciertamente se ha multiplicado con motivo de la pandemia provocada por la COVID-19, de encontrarnos con personas esperando en una larga cola para recoger alguna bolsa de alimentos que poder llevar a sus hogares y mitigar así la angustia del hambre.

Y es posible, que, este escenario os haya provocado una variedad de emociones que pueden ir desde la tristeza a la ansiedad, imaginando qué mochila llevará cada persona que está esperando su turno, con menores de edad a su cargo, o personas mayores, o acaso alguna persona con movilidad reducida, o pasando por alguna enfermedad… Y además es posible, que en ese hogar no haya una figura sustentadora porque no hay trabajo, o acaso el empleo está precarizado, trabajando por horas, a turnos, sin saber cuál será la duración. O que se sienta la perdida del cordón umbilical al tener que dejar la familia cercana en el país de origen, o ante tanta tensión se esté produciendo algún tipo de violencia doméstica, machista…. Y a todo ello, le agregamos el ingrediente de la angustia del hambre.

Es bueno no olvidar que las situaciones de pobreza, lamentablemente están presentes desde tiempos pretéritos, que están unidas a un sistema injusto de reparto de bienes, recursos y riquezas, pero en tiempos de crisis, se visibiliza con toda su crudeza, una realidad que interesadamente permanece velada.

¿Por qué este título tan largo…?

Como bien sabemos el lenguaje no es neutro, está impregnado de significados, por esto la elección de estos conceptos no son arbitrarios, están cargados de intenciones, aquellas que nos proponemos en Cáritas. Hablamos de la alimentación, en el marco de estas claves innegociables. En primer lugar, es un derecho humano unido a la vida y universal, para todas las personas.

Y un derecho en el marco de la justicia social, donde nadie se puede quedar atrás, en una carrera de obstáculos que supone este mundo meritocrático para una parte importante de la población, donde haya un reparto equitativo de los bienes, recursos y riquezas del planeta.

Como señaló el exrelator de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier Schutter, y actual relator especial de las naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos:

El derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra por dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativa adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a la que pertenece el consumidor y garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna.

La primera parte de esta frase que expresa Schutter, podríamos resumirla, en una palabra, el reconocimiento a la dignidad de cada ser humano, con la descripción de adjetivos como, regular, cotidiana y libre. Para que cada quien pueda elegir aquello que desea comer, en función de sus gustos, hábitos, cultura o teniendo en cuenta su salud -situaciones de intolerancia, dietas médicas, etc.-. El papa Francisco, con la claridad y coraje con la que expresa sus convicciones, nos recuerda que hablamos de dignidad no de limosna, así lo recoge en la visita en 2014 a la sede de la FAO con motivo de la II Conferencia internacional sobre nutrición:

Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna.

Así queda recogido otro concepto importante, una alimentación sana, no podemos conformarnos con cualquier producto alimenticio, recordemos que, para mantener una buena salud física y psíquica, un elemento fundamental es una dieta variada y nutritiva con productos de calidad.

Por último, con el cambio de modelo que estamos proponiendo estamos facilitando también la inclusión. Permitidme haceros “spoiler”. Tratamos de dejar de dar alimentos en especie para utilizar otras estrategias que permitan a las personas hacer la compra en tiendas y comercios, como lo hace el resto de la ciudadanía, de una manera normalizada, sin ningún tipo de estigma.

Pero, además, la persona compra aquello que necesita con lo cual también promovemos la sostenibilidad. Las entidades sociales no tienen que realizar una compra masiva de alimentos o productos básicos de higiene -favoreciendo a determinadas multinacionales agroalimentarias-, que posteriormente se entrega a las personas sin conocer realmente cuáles son sus necesidades reales. Con esta estrategia minimizamos nuestra huella ecológica, al evitar transportes innecesarios, sostenimiento de almacenes, etc. Con todo, cuidamos a las personas y también al planeta.

Lamentablemente, en Cáritas vamos a tener que seguir haciendo el qué, pero tenemos que replantearnos los cómos

Según el último Informe que la fundación FOESSA que ha realizado para medir el impacto que ha tenido la crisis social derivada de la Covid-19 en las condiciones de vida, señala algunos datos que no podemos pasar por alto:

  • Un tercio de los hogares tienen a todas las personas integrantes en situación de desempleo -600 mil familias-, careciendo de algún tipo de ingreso periódico que permita una cierta estabilidad.
  • La pandemia ha aumentado la brecha de género: la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer.
  • Hay 2,7 millones de personas jóvenes entre 16 y 34 años afectadas por procesos de exclusión social intensa.
  • La exclusión social en hogares con población inmigrante es casi tres veces mayor que en los hogares españoles.
  • Tres de cada diez familias se han visto obligadas a reducir los gastos habituales en alimentación, ropa y calzado.
  • Las tasas más elevadas de exclusión social se dan en el Sur y el Este del país, junto con Canarias.

Estas cifras no nos dejan indiferentes, sabiendo que detrás de cada una hay una historia con rostro, llena de vida y matices, pero también con el peso que conlleva saberse señalado por el estigma de la pobreza.

Queremos estar cerca para conocer, y conocer para comprender y respetar cada misterio que es, cada una de las vidas con quienes nos encontramos.

Así, las personas que trabajamos en Cáritas, seamos voluntarias o contratadas, estamos llamadas a minimizar este sufrimiento social, ofreciendo nuestro mayor potencial y recursos, símbolo de nuestro logo: el amor.

Un amor con co-razón al servicio de las personas, esto es, un amor impregnado de sensibilidad y ternura que nos invita a dar un paso más en nuestros modos de hacer, e introducir la investigación y el conocimiento generado en este tiempo, y que nos lleva a replantearnos y repensar otras estrategias, más humanas y eficaces.

Por ello debemos continuar con el qué hacemos -facilitar este acceso a derecho-, pero es cuestión ineludible superar aquellas formas que han dañado, estigmatizado. No puede ser que sigamos dando las mismas respuestas del siglo pasado con la comprensión del problema que tenemos en la actualidad.

Y como luciérnagas, tenemos algunas referencias importantes que ya han transitado por este camino, como el programa desarrollado por parte del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas en los campos de personas refugiadas, proponiendo la utilización de tarjetas para que las personas puedan realizar sus compras directamente en las tiendas locales, iniciativa que recibió el premio NOBEL en 2020.

También esta misma acción desarrollada en diversos países de la Unión Europea, como Rumania o Francia ante la realidad de la pandemia Covid-19. Estrategia que motivó la modificación del reglamento europeo.

Y estábamos tardando en dejar espacio, en hacer círculo, en compartir saberes, intuiciones, experiencias

Aleida es una compañera de camino, madre de familia, que durante un tiempo recibió ayuda de alimentos por parte de Cáritas. Y tuvo la suerte de encontrarse con Sonsoles, una voluntaria de Cáritas parroquial, con quien pudo conectar en una relación humana y horizontal. Ante la propuesta que compartiera que estaba sintiendo, surgió este regalo que nos hace Aleida.

Solo es necesario leer con atención, para recoger la vivencia de tantas personas que pasan por esta experiencia.

Querida Sonsoles: siempre he pensado que lo más importante son las personas. No hay sentimiento más perturbador que no sentirte persona, con toda la dignidad que eso implica. Cuando no eres autosuficiente porque las circunstancias adversas no te lo permiten y no puedes abastecerte ni a ti, ni a tu familia en las necesidades más básicas como son los alimentos, te sientes poquita cosa y te vas haciendo más pequeña cuando recurres a ciertas ayudas.

Quiero decirte Sonsoles que la mayoría de mis conocidas y amigas que reciben esta cesta, que más que de comida está llena de buenas intenciones, pensamos que nos hacen un flaco favor. Pero no lo decimos de voz en cuello, no queremos ofender. Por eso lo comentamos bajito, con esa voz apagada y avergonzada que tiene el que pide.

La realidad, amiga mía, es que en esa cesta no hay nada que me pueda servir en el momento para prepararme una buena comida. Me faltan los ajos, la cebolla y las zanahorias para dar alegría al plato. Mi nevera sigue vacía; nada de lo que viene en la cesta solidaria puedo meter en ella. ¡Un yogur es un lujo en tiempos de coronavirus!

Pedir te silencia y te hace opaco, tal vez por eso los que están llenos de buenas intenciones no te ven como ellos, no ven que eres persona.

Es surrealista que en pleno siglo XXI, en un país extraordinario como éste aún hallamos personas que necesitamos que alguien nos ayude, nos llene una cesta con lo que ellos consideran que necesitamos…

Me he encontrado con personas que te hacen contar tu vida, y luego para nada. Me he encontrado con ojos fríos porque eso se puede sentir, se puede ver, te puedes encontrar con miradas de impaciencia, gente que agacha la mirada, que no le interesas, que no te mira. Porque entiendo que muchas personas van allí como yo a pedir ayuda y tienen que cumplir la norma que dice que tienen que preguntarle cosas para ver si es digno de ser ayudado o no.

He vivido la situación más fea de tener que pedir, pero también he tenido la oportunidad de conocer en medio de todo ello a gente maravillosa que sí te ve, que sí te mira, que sí te escucha, que sí le importas, que van más allá de lo que tienen que hacer que es entregar una bolsa de comida a las personas para que puedan sentirse ellos que ayudan y otros puedan sentirse que son ayudados.

A mí lo que me ha ayudado es encontrar una persona que te tome de la mano, que te abrace que te diga “todo va a mejorar, tranquila”, “puedes venir cuando quieras” si necesitas algo, aunque luego ni le llames, ni vayas, pero te dice “si necesitas algo llámame, si algo pasa ven, aquí estoy. Yo sí he encontrado gente así en mi parroquia.

En Cáritas estamos en la búsqueda de la mejor respuesta

Llegados a este punto, es bueno recordarnos que es el Estado el garante de este derecho al acceso a una alimentación sana y equilibrada, y que, en un estado democrático, entidades como Cáritas estamos complementando una acción allí donde los servicios públicos no llegan o lo hacen de manera insuficiente.

Y siempre es un gusto cuando un ayuntamiento es conocedor de su realidad y se hace cargo de las necesidades de su comunidad, como tenemos ejemplos de ello, siendo los servicios sociales municipales quienes facilitan este acceso a la alimentación a través de la gestión de tarjetas prepago donde las personas van a comprar a los comercios que deseen. En estos casos, los equipos de Cáritas tienen la disponibilidad para hacer otro tipo de tareas, que están en relación con acompañamientos, con proyectos de desarrollo y empoderamiento personal y otras acciones comunitarias.

Pero volvamos a nuestro análisis, y pongámonos en la piel de la persona que recibe una cesta de alimentos, como nos señalaba Aleida, la persona no puede elegir, tiene que ajustar su alimentación a los productos disponibles, sin la posibilidad de adaptar el menú según los gustos, culturales o necesidades de salud. Y en relación a la salud, es difícil mantener una dieta variada y equilibrada, ya que suelen faltar productos frescos.

En este escenario, se corre el riesgo de pérdida de autonomía personal y de autoestima, y de desaprender elementos básicos como son el manejo del dinero, o la gestión y manejo de la economía familiar… Sin darnos cuenta, lejos de posibilitar procesos de inclusión social podemos estar contribuyendo a mantener desde el asistencialismo la institucionalización.

Pero, además, como apuntábamos con anterioridad, es un método poco eficiente, ya que se contribuye con el despilfarro alimentario. Por lo que vamos en contra también, de la salud del planeta.

Por todo ello, planteamos los tránsitos hacia un modelo inclusivo y sostenible, donde las personas puedan comprar en los comercios de proximidad los productos que se ajusten a sus gustos y necesidades. La pandemia, en este sentido, ha sido una palanca para el cambio. En los momentos de máxima incertidumbre, donde desconocíamos la forma de contagio de este virus, el uso de estas herramientas como las tarjetas monedero -conocidas por distintos nombres solidarias, prepago…-, se han extendido. E inclusive, apareciendo en escena otra nueva estrategia: ayudas económicas a través de telefonía móvil.

Pero también debemos reconocer la existencia de equipos de Cáritas, que, desde hace tiempo, destinan parte de su presupuesto a ofrecer este acceso a la alimentación evitando cualquier tipo de estigma, a través de ayudas en metálico, cheques o transferencias bancarias.

Gracias a este modelo, estamos facilitando que:

  • La persona sienta nuestro respeto, reconocimiento y la confianza depositada en ella.
  • Se evite el estigma, garantizando en todo momento del proceso el anonimato.
  • Se fomente la autonomía personal, que las personas salgan del círculo de la dependencia. Cada quien elige qué quiere consumir y dónde adquirirlo.
  • Se active el comercio de proximidad y el consumo de productos agrícolas de kilómetro cero.
  • Se llegue a una alimentación sana y equilibrada, con la adquisición de productos propios de cada estación.
  • Se haga la compra y se cocine en familia, como espacio educativo y relacional.
  • Se mantenga la responsabilidad y el hábito de administrar el presupuesto y la gestión familiar.
  • Y además de cuidar a las personas, cuidamos al planeta, comprometiéndonos con un sistema eficiente y sostenible.

Para quien tenga interés en conocer un poquito más, podéis acudir al libro digital que editamos en el año 2019  . Este documento recoge el análisis, posicionamiento y propuestas de Cáritas.

Y a partir de este libro desarrollamos una “Estrategia confederal por el derecho a una alimentación saludable y sostenible 2020/2023”. Esbozamos un resumen de los 7 ejes que impulsamos y seguimos trabajando:

  1. Apoyo en los tránsitos hacia nuevas iniciativas y proyectos. Además de ir dejando de dar alimentos en especie para pasar a estas modalidades que hemos detallado, otro de los retos tiene que ver con el aprovechamiento alimentario, por ejemplo, reconvertir nuestros economatos en tiendas abiertas al público, a través de iniciativas de economía social donde se promueva la incorporación sociolaboral y donde poder comprar alimentos o productos de higiene personal o del hogar, que de otro modo se despilfarrarían siguiendo la estela de ofrecer una segunda oportunidad como en el caso del textil, en las tiendas de ModaRE. O, también, la realización de menús o platos cocinados con productos que se desecharían.
  2. Espacios de encuentro y formación presenciales y en formato en línea con el objetivo de dar a conocer este modelo a los equipos de Cáritas -con especial atención de Cáritas parroquiales-. Y también participando en foros organizados por otras entidades.
  3. Facilitar la toma de conciencia en centros educativos y en espacios de ocio y tiempo libre. El objetivo es, que, desde los más peques hasta los más mayores, puedan contribuir en mejorar el planeta y sustituir la donación tipo operación kilo.
  4. Recogida de experiencias que ya se están desarrollando en diferentes Cáritas con el objetivo de facilitar el camino a otros equipos, de aquí ha surgido el libro digital: Derecho a una alimentación saludable. transiciones hacia un modelo inclusivo y sostenible.
  5. Trabajo colaborativo con las empresas. Queremos hacer llegar este modelo inclusivo y sostenible, apelando a su compromiso a través de RSC -responsabilidad social corporativa- y hacerles partícipes, presentando otras formas de colaboración. Con su aportación sea económica, va directamente al sostenimiento de las tarjetas. Y cuando se producen donaciones de excedentes, la propuesta es canalizarla a nuestros centros donde tenemos condiciones para conservar los productos y realizar menús rápidos.
  6. Colaboración con banca ética para la emisión de las tarjetas solidarias.
  7. Trabajo colaborativo al interno y con otras entidades: Cáritas Europa, administraciones entidades del tercer sector, universidades, etc.

Referencias bibliográficas

Libro digital: Derecho a una alimentación saludable. transiciones hacia un modelo inclusivo y sostenible. Cáritas Española. 2020

Libro digital: Alimentación y vestido como derecho. Cuestión de dignidad, autonomía e inclusión”. Cáritas Española. 2019

Ayala Cañon; L. Laparra Navarro, M.; Rodríguez Cabrero, G. (coords.) ( 2022). Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España. Madrid: Cáritas Española y Fundación FOESSA.

 

Número 10, 2022

La alimentación: bien común, bien público y derecho humano

Del dato a la acción

REAS RdR: 25 años impulsando y trabajando para las redes de Economía Alternativa y Solidaria

Blanca Crespo, responsable de comunicación de REAS Red de Redes.

Puedes encontrar a REAS Red de Redes en Twitter.

 

Si echamos la vista atrás para conocer el recorrido de REAS Red de Redes podemos afirmar que el gran logro de estos más de 25 años de trayectoria es haber consolidado su triple dimensión: marco teórico de economía crítica, movimiento social y conjunto de prácticas y experiencias.

Invitamos a recorrer los siguientes cuadros para entender en profundidad la magnitud e impacto de esta red confederal de ámbito estatal y red de referencia en la promoción de la Economía Social y Solidaria.

En primer lugar, REAS Red de Redes ha creado todo un corpus teórico, que se complementa y nutre el de otras economías críticas y transformadoras, que cuestiona y confronta el actual sistema económico y que marca propuestas y líneas para un nuevo modelo más justo, sostenible y solidario.

 

 

Estas propuestas teóricas quedan recogidas en su Carta de Principios, espina dorsal de la red y del movimiento de la Economía Solidaria, anclada en valores tales como la equidad, el trabajo, la sostenibilidad ambiental, la cooperación, el no lucro y el compromiso por el entorno. Desde este enfoque, la Economía Solidaria tiene en cuenta a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible y sustentable, como referencia prioritaria por encima de otros intereses, subordinando la economía a su verdadera finalidad: proveer de manera sostenible las bases materiales para el desarrollo personal, social y ambiental del ser humano.

En segundo lugar, REAS RdR ha articulado una sólida base social que le constituye también como un movimiento en sí mismo, en interacción y dialogo con otros movimientos afines como el ecologismo o los feminismos.

 

 

Esta base social de lógica confederal se articula en torno a 15 redes territoriales y 5 sectoriales (la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, AERES – Asociación Española de Recuperadores de la Economía Social y Solidaria, Mesa de Finanzas Éticas, Unión Renovables y el Grupo de Cooperativas de Vivienda en Cesión de Uso),  desde donde se desarrollan, bajo lógicas democráticas, participadas y de apego a los territorios, las acciones para la consecución de los tres objetivos de la red confederal: incidencia política, fomento del trabajo en red y promoción de herramientas para la Economía Solidaria, tales como el Mercado Social, el emprendizaje, la Auditoría Social o las Finanzas Éticas.

Por último, en estos años, la red y el movimiento han sido el cobijo de multitud de iniciativas prácticas, experiencias que están resolviendo las necesidades de una parte significativa de la población de la mano de proyectos de alimentación ecológica, finanzas éticas, energía renovable, comercio justo, movilidad sostenible, telefonía consciente, moda ética y sostenible…

 

 

Estas prácticas económicas, diversas y transformadoras, están presentes en todos los circuitos económicos y demuestran que se puede producir, distribuir, consumir y, muy especialmente, vivir en base a otros principios como la solidaridad, la equidad, el cuidado del medio ambiente, la cooperación, la no lucratividad, el apoyo mutuo… los principios de nuestra Carta de Economía Solidaria.

 

Número 9, 2021