Empresas de inserción: entre la dimensión empresarial y la dimensión social

A fondo

Las empresas de inserción. Una visión holística

Mª Luisa Esteve Arnal, economista. Directora Asociación aragonesa empresas Inserción AREI. Vicepresidenta FAEDEI

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Las Empresas de Inserción se consolidan como la herramienta más eficaz y eficiente de las políticas activas de empleo para las personas más vulnerables. Van a ser más necesarias que nunca para adecuar y orientar a las personas más vulnerables hacia las nuevas necesidades y demandas del tejido empresarial, garantizando la igualdad de oportunidades.

 

Introducción

Que son las Empresas de inserción

La exclusión social constituye hoy en día uno de los principales problemas sociales. Según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2023, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social en España aumentó hasta el 26,5% desde el 26,0% de 2022.

El fin de la pobreza y la exclusión social es el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS establecidos por Naciones Unidas, que identifican los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad y marcan la agenda global de este siglo.

Para este fin, el acceso al empleo ha demostrado ser el instrumento más eficaz en la sociedad actual. Se ha constituido como elemento central en torno al cual se ordenan las distintas esferas de la sociedad y de los individuos, y es la principal fuente de derechos e integración social. Una de las principales formas de alcanzar la integración social es a través de la integración laboral, y esta es precisamente la misión y fin último de las empresas de inserción.

Las Empresas de Inserción -en adelante EIS, son iniciativas económicas de carácter mercantil y no lucrativo cuyo objeto social es el acompañamiento y la integración a través del empleo de personas en situación o riesgo de exclusión social, y que presentan especiales dificultades para acceder al mercado laboral.

Están promovidas por entidades sin ánimo de lucro que trabajan en el ámbito de la intervención social, y constituyen la herramienta más importante para la puesta en práctica de las políticas activas de empleo con personas vulnerables, ya que son empresas que, de manera autónoma y económicamente viable, realizan actividades de mercado en diferentes sectores, creando empleo y ofreciendo a estas personas itinerarios de formación para la mejora de su empleabilidad, con el fin de que adquieran la cualificación y capacitación profesional, experiencia laboral y las habilidades necesarias que les permita el acceso a un empleo en igualdad de condiciones.

 

Contexto socioeconómico en el que operan

Las EIS operan en el ámbito de la Economía Social e interactúan en el mercado laboral. Aunque en lo cuantitativo no tienen un peso específico alto, en lo cualitativo son el elemento clave que da respuesta a todas las políticas relacionadas con el empleo de inclusión y la igualdad de oportunidades.

Mercado laboral

La crisis sanitaria y el posterior escenario de guerra de los últimos años han provocado y acelerado transformaciones muy significativas en el mercado laboral, con nuevos escenarios para el empleo y nuevas dificultades a las que se van a enfrentar tanto las personas desempleadas como las empleadas, las nuevas generaciones y, sobre todo, las personas más vulnerables.

En general nos encontramos con un crecimiento significativo del desempleo en los sectores tradicionales, consecuencia de los cambios acelerados habidos – en particular la transformación digital y la irrupción de las TICs, y con la creciente importancia del cómo van a afectar estas cuestiones a la sostenibilidad y a la igualdad de oportunidades de las personas en el mercado laboral, cambios que suponen una profunda incidencia en lo laboral y social.

Aunque el momento actual del empleo es bueno desde el punto de vista cuantitativo, en lo cualitativo hay que tener en cuenta las características del desempleo en España y sus debilidades estructurales, los desajustes ente los perfiles profesionales y las demandas del mercado laboral, y los sectores y actividades económicas en declive frente al escenario tendencial y las nuevas ocupaciones emergentes, tras los cambios y nuevos desafíos en el paradigma del empleo con la irrupción de las nuevas tecnologías y la digitalización.

Desde el enfoque del mercado laboral y del empleo de futuro estas son las grandes dificultades a las que se enfrentan los gestores de políticas públicas para la activación en el empleo, dificultades que resultan más complejas de resolver cuando se pone el foco en las personas vulnerables.

Y es aquí donde las EIS toman protagonismo porque, por su amplia experiencia y larga trayectoria, son las mejores aliadas para dar respuesta a los objetivos estratégicos enfocados en lograr una sociedad más inclusiva y cohesionada.

Desde las plataformas asociativas, tanto del ámbito estatal -Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Inserción, FAEDEI, como del ámbito europeo -ENSIE, se ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo en los últimos años para promover a las EIS como herramienta fundamental para el desarrollo de las políticas de empleo orientadas al fomento de la empleabilidad de las personas más vulnerables y hacia su inclusión real a través del empleo. También a su promoción y difusión, desde el ámbito de la Economía Social, a través de la Confederación Empresarial esPañola de Economia Social -CEPES, máxima organización representativa de la economía social en España, a la que FAEDEI pertenece.

En la actualidad FAEDEI integra a 13 asociaciones autonómicas de EIS, que representan a 301 EIS, que generan un total de 9.570 puestos de trabajo, de los cuales un 62,7% son para personas de inserción[i].

 

Economía Social

Las EIS se identifican y operan en el ámbito de la economía social.

En el ámbito estatal, la economía social -en adelante ES, cuenta con un entorno institucional muy favorable y cuenta con un reconocimiento explícito como palanca de cambio para el desarrollo económico y social sostenible.

El reconocimiento de CEPES como interlocutor institucional y, en consecuencia, el incremento de su protagonismo en los últimos años en la agenda política ha llevado, entre otras cosas, a incluir el término de economía social en los diferentes departamentos y/o ministerios, empezando por el propio Ministerio de Trabajo y Economía Social.

De este reconocimiento institucional se desprende el hecho de ser hoy en día organismo intermedio del Fondo Social Europeo, y también el hecho de tener un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica, un PERTE específico para la economía social, con el que se están promoviendo proyectos importantes para el impulso de la ES en todo el territorio.

En el ámbito internacional, la ES cuenta con herramientas importantes para el impulso de la ES y de sus valores, entre otras, el Plan de Acción Europeo y la Resolución de Naciones Unidas, el FSE + 2021-2027, con sus estrategias, planes, recomendaciones y objetivos estratégicos, basados en los principios de la ES y en la cohesión social e igualdad de oportunidades. Todas estas iniciativas se están trasladando a los países, con especial intensidad en España, por el desarrollo y peso específico que aquí tiene la ES y que están marcando ya, en buena parte, las reglas en todo aquello que tiene que ver con el futuro del empleo, especialmente, con el empleo de las personas más vulnerables, y que en concreto son:

  • la Estrategia Española de Economía Social 2023-2027,
  • el PERTE de la ES y de los cuidados, con el HUB de vanguardia, dos convocatorias del Plan Integral y con el Fondo de Impacto Social –COFIDES,
  • el programa de Empleo, formación, educación y economía social -EFESO, cofinanciado por el FSE PLUS,
  • el Anteproyecto de Ley Integral de la Economía Social, con las principales demandas del sector para poder cumplir con su fin social, y a la que el Consejo de Ministros dio luz verde el 11 de abril de 2023, y que en la actualidad se está retomando tras el parón sufrido por la convocatoria anticipada de elecciones del Gobierno de España del pasado año 2023.

 

Las empresas de inserción como respuesta multifactorial al empleo inclusivo

El fin primordial de las EIS es lograr la inclusión social de las personas vulnerables en situación o riesgo de exclusión social a través de la inclusión laboral. Para ello, el objetivo principal es lograr su transición al mercado laboral ordinario: cuando la persona ha alcanzado un desempeño óptimo en competencias personales, técnico-profesionales y sociolaborales, a través del desarrollo de su itinerario personalizado en la empresa de inserción, se le promociona hacia el empleo ordinario.

Pero para que las EIS pueda cumplir con su fin social es necesario, por un lado, que puedan crear puestos de trabajo para la inclusión y, por otro lado, que las empresas ordinarias contraten a estas personas cuando finalizan su itinerario, es decir, es imprescindible la creación y consolidación de alianzas público-privadas, con las instituciones y administraciones públicas, así como alianzas privadas-privadas, con las empresas del entorno.

Respecto a las alianzas público-privadas, es necesario que las administraciones públicas tomen conciencia de la necesidad, además de la obligación, de poner en práctica el uso estratégico de la contratación pública, es decir, que la compra publica pase de ser un elemento finalista a un instrumento para el fomento del desarrollo sostenible, estableciendo alianzas con el sector de las EIS para reservar los contratos más adecuados, así como el uso de cláusulas sociales, con el fin de promover la creación de empleo inclusivo. ¿Por qué esta discriminación positiva? ¿Qué beneficios aportan las EIS?

  • Por el impacto social que generan: por cada euro que reciben en concepto de ayuda pública, las EIS retornan a la sociedad importantes beneficios sociales, ambientales y económicos, ligados a su objetivo principal de proporcionar a las personas en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión un empleo digno.

Las EIS por sí mismas generan importantes beneficios, por un lado, para las administraciones públicas, porque reducen el gasto social, incrementan los ingresos públicos vía impuestos y cotizaciones a la seguridad social, y contribuyen a una imagen pública innovadora y ejemplarizante con la consecución de objetivos sociales.

En este sentido resaltar el dato del Balance Social 2022 de FAEDEI: teniendo en cuenta que la cuantía media de las Rentas Mínimas de Inserción del año 2021 fue de 490,81 euros mensuales, y que en el año 2022 la contratación de las EIS ascendió hasta 1.963 personas perceptoras de Rentas Mínimas de Inserción, el ahorro que han supuesto las EIS para las administraciones públicas en el año 2022 asciende a 11.561.520 euros[ii].

Por otro lado, para las personas vulnerables, generan importantes beneficios en el camino hacia su inclusión e igualdad de oportunidades a la hora de acceder al mercado laboral, y para la sociedad, por el incremento que suponen en cuanto a rentabilidad de la inversión social, en el camino hacia una sociedad más justa y cohesionada

  • Porque al apoyar objetivos sociales, la administración pública transforma políticas pasivas en políticas activas, logrando una mayor eficiencia y eficacia en la gestión de los recursos públicos.

Respecto a las alianzas privadas-privadas, las empresas, a través de sus políticas en responsabilidad social, pueden y deben contribuir a resolver los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad, tales como la pobreza y la exclusión social.

Las EIS, a través del establecimiento de alianzas con las empresas del entorno donde operan, son una valiosa oportunidad para que desarrollen su responsabilidad social, y consoliden relaciones win-win de las que toda la sociedad sale beneficiada ¿de qué tipo alianzas hablamos?

  • De la contratación laboral de las personas trabajadoras de las EIS cuando finalizan su itinerario y se las promociona hacia el empleo ordinario. Las EIS ofrecen servicios de preselección de candidatos / candidatas, formación a la carta, acompañamiento y seguimiento en la incorporación y adaptación al puesto de trabajo, y mejora de la imagen pública como empresas responsables con el empleo de las personas más vulnerables.

¿Qué beneficios reporta la contratación de personas procedentes de las EIS?

Para las empresas, un apoyo al CRECIMIENTO ECONÓMICO SOSTENIBLE, el poder disponer de personal cualificado y comprometido, personas que han recibido la formación necesaria para el desempeño profesional y que han adquirido experiencia en la misma.

Otra cuestión importante, el valor que ganan ante sus propios empleados y empleadas: la inserción de personas vulnerables aporta a la empresa unos valores normalmente difíciles de fomentar, como la cohesión social, la solidaridad o la diversidad, que cada vez son más valorados, mejorando y favoreciendo un buen clima laboral.

Destacar también la generación de valor: el ser responsable socialmente permite mejorar la reputación e imagen de marca, lo que genera valor añadido a la empresa. Asimismo, tener en cuenta las ayudas económicas de las que pueden beneficiarse por contratar a estas personas.

Para las personas trabajadoras procedentes de las EIS, su INCLUSION SOCIAL, porque a través del empleo mejoran su autosuficiencia económica, su calidad de vida, y se favorece su autonomía, independencia, autoestima y relaciones sociales.

Para la sociedad en su conjunto, las EIS favorecen una SOCIEDAD MAS JUSTA Y COHESIONADA, una sociedad más inclusiva, que reduce su fractura social y fomenta el desarrollo local.

  • De la incorporación de las EIS como proveedoras de productos y servicios en sus cadenas de producción: Las empresas pueden desarrollar su RSE a través de la compra de productos y servicios a las EIS, lo que además garantiza tener como proveedores a empresas socialmente responsables,

¿Qué beneficios reporta?

Para la empresa ordinaria, el adquirir productos y servicios de calidad, contando con proveedores que comparten valores de corresponsabilidad en cuanto a integración social, incorporando valor social a su cadena de provisión. Además, la mejora de su reputación genera valor añadido a la marca, lo que puede suponer ganar mercado a través de la diferenciación con sus competidores.

Para la empresa de inserción supone la creación y mantenimiento de empleo de inserción, al verse incrementada su cartera de clientes y/o volumen de facturación. Con carácter general podemos hablar de mejora de la justicia social en general.

Podemos afirmar que las empresas de inserción son la mejor herramienta para la inclusión porque:

  • Trabajan para lograr la igualdad de oportunidades.
  • Son elementos clave para el desarrollo de políticas activas de empleo con las personas más vulnerables.
  • Son empresas vertebradoras del territorio.
  • Son empresas que crean valor en el entorno local en el que operan, por el impacto social y económico que generan, por su orientación a los ODSs, porque favorecen que las personas salgan de sus círculos de vulnerabilidad y puedan tener una vida digna, y porque ofrecen la mejor inversión en capital humano a la sociedad.

Pero aún con estas afirmaciones es necesario dotar al ecosistema de las EIS de los instrumentos y recursos necesarios, financieros y jurídicos, que les permita superar los obstáculos y nuevos retos a los que se enfrentan para ser eficientes en lo social y en lo económico. Y esto es muy importante, porque el principal producto que venden las Empresas de Inserción son las personas.

 

Una breve pincelada de las principales necesidades del sector

  • Un marco jurídico adecuado: Un aspecto clave a abordar, la modificación de la Ley 44/2007, de 13 de diciembre, para la regulación de las empresas de inserción:
    • Es necesario actualizar los perfiles de la exclusión al entorno cambiante, profundizar en los itinerarios de inserción y en la formación, y adecuar el contrato laboral a las necesidades.
    • Salvaguardar el fin social de empresa de inserción: regular aspectos tales como el tipo de entidad que puede promover una EI y reforzar la ausencia del ánimo de lucro a través de la obligatoriedad de no reparto de beneficios, son medidas para evitar el intrusismo de empresas que pretenden lucrarse y beneficiarse de la discriminación positiva, como por ejemplo, en el acceso a concesiones o contrataciones públicas.
    • Dotar a las EIS de los instrumentos y recursos financieros adecuados para favorecer su desarrollo: favorecer la financiación de inversiones para la puesta en marcha de nuevas empresas y/o actividades, dotar adecuadamente las bonificaciones de las cotizaciones de las personas trabajadoras, y de determinados impuestos, etc., son medidas necesarias para impulsar el sector.
    • Es necesario resolver la compatibilidad de las ayudas a las EIS con el mercado común, liberándolas del techo que supone el estar sujetas en muchos casos al Reglamento de minimis
    • Reforzar el cumplimiento de la Ley de contratos del sector público en cuanto a contratación reservada y uso de cláusulas sociales, así como lo dispuesto en la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados respecto a la reserva de determinados mercados.
  • Medidas para la consolidación y crecimiento del sector, y apoyo al emprendimiento: es necesario analizar la proyección de las EIS, valorar las necesidades actuales y futuras del mercado laboral de cara a establecer la formación y cualificación adecuada a las personas vulnerables y/o en riesgo de exclusión, así como la formación continua de las personas responsables de las EIS. También medidas orientadas a la promoción de estudios e investigaciones que pongan en valor el impacto que generan, así como su alineación y contribución a los ODSs.
  • Promoción para la participación de las EIS en nuevas actividades económicas en sectores estratégicos con empleo de futuro, promoviendo su participación en nuevas actividades de interés económico general, derivadas de la economía de los cuidados, de la salud y del bienestar, energías renovables y economía circular, entre otras.
  • Visibilización del sector: Promoción y difusión. Dar a conocer la figura empresa de inserción en el currículo universitario, favorecer la elaboración de publicaciones y estrategias de comunicación, transferencia de buenas prácticas, estudios sectoriales, etc. Es importante posicionar al sector como agente estratégico para el crecimiento y desarrollo sostenible, allá donde intervienen y a través de las actividades económicas que desarrollan, promoviendo el análisis de su impacto y alcance.

Es necesario dotar a las empresas de inserción del ecosistema adecuado para que puedan acceder a todas las posibilidades que ofrece Europa y España -Fondo Social Europeo Plus, PERTE de economía social y de los cuidados, etc., para que puedan hacer frente a los retos actuales y futuros del empleo inclusivo.

 

En resumen

Las Empresas de Inserción se consolidan como la herramienta más eficaz y eficiente de las políticas activas de empleo para las personas más vulnerables. Representan un modelo de economía social de eficacia reconocida para la incorporación al mercado laboral de las personas en situación de desventaja social; son un instrumento de lucha contra la pobreza y la exclusión social a través de la formación y del empleo digno, generan riqueza económica, y tienen un claro compromiso con la cohesión social, el desarrollo local y la sostenibilidad.

Es un hecho constatado que una parte de las personas en situación de vulnerabilidad, a pesar de las medidas de fomento, de las políticas públicas de apoyo, y de todos los procesos e itinerarios complementarios, nunca van a entrar en el mercado laboral porque las empresas no están preparadas para dar acogida a estas personas, ni éstas están en igualdad de oportunidades a la hora de acceder a un empleo. Las EIs desarrollan su trabajo social con las personas que necesitan un último empujón para lograr un empleo que les permita salir de su situación de exclusión y lograr la inclusión plena, y van a ser más necesarias que nunca para adecuar y orientar la formación en el empleo de las personas más vulnerables hacia las nuevas necesidades y demandas del tejido empresarial, garantizando la igualdad de oportunidades.

Las empresas de inserción son los científicos del empleo inclusivo, son la inversión social más rentable, en lo social y en lo económico, y son elemento clave para lograr los fines de igualdad de oportunidades y la cohesión social.

 

 

[i] Memoria Social FAEDEI 2022. Pág. 10 y 11

[ii] Memoria Social FAEDEI 2022. Pág. 23

 

Número 17, 2024
Editorial

Empresas de inserción: entre la dimensión empresarial y la dimensión social

Ante a la insostenible situación por la que atraviesan miles de millones de personas en el mundo que muestran a las claras la inequidad en la distribución de la riqueza del modelo económico vigente, hemos de preguntarnos cuál tiene que ser la alternativa al mismo.

Frente a lo que hoy se promueve desde los medios de comunicación y desde las universidades como un modelo económico de éxito el cual promueve una producción y consumo desmedidos, y que no tiene en cuenta las consecuencias en el daño al medio ambiente, sólo motivado por el afán de la acumulación de riqueza a favor de propietarios y accionistas, consideramos que hemos de volver la mirada hacia otro modelo de gestión de la economía en la cual, resignifiquemos el sentido de lo que la economía tiene que ser en el marco de una sociedad que está formada por PERSONAS, y que ha de estar principalmente a su servicio.

Para nosotros, esa economía puede adoptar diversos nombres, aquí la llamamos ECONOMÍA SOCIAL y tiene instrumentos para llevar a cabo su proyecto, para gestionar una alternativa al modelo económico vigente: otra forma de hacer economía y creemos que SÍ ES POSIBLE HACERLO. De hecho, la economía social se basa en principios del cooperativismo y están incorporados en nuestra legislación

Concretamente podemos advertir que el enfoque de esta economía apunta a dar valor a otra dimensión de la gestión económica, una que la HUMANIZA, otorga valor a los recursos desde la perspectiva de su uso racional en función de la necesidad de las personas y no de la acumulación de capital y riqueza, y prioriza a aquellas que tienen dificultades en nuestra sociedad, como son las personas en situación o riesgo de exclusión.

No obstante, también creemos que desde la economía social hay que tender puentes con las empresas que día a día trabajan en la economía del modelo vigente, que en definitiva es la mayoritaria y donde se generan la mayor parte de las oportunidades. Hay que transformar esa economía, y debe adoptar un paradigma diferente, humanizarse y mirar hacia otros valores, recuperar una gestión económica donde la persona vuelva a ser el centro y el resto de recursos estar a su servicio, una economía, donde la ética tiene que tener su lugar.

Entre las entidades que forman parte de la familia de la economía social, destacamos a una que, al decir del presidente de CEPES, Juan Antonio Pedreño, es quien mejor y más fielmente representa en su esencia y en sus valores, lo que es la economía social, y esta es la EMPRESA DE INSERCIÓN. Jurídicamente puede ser una sociedad de capitales, que por el tipo de objeto social que persigue (la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión) y estar promovida por una asociación o fundación que también persiga el mismo fin, puede ser calificada como tal. Pero lo que destaca en este tipo de empresa, es la sensibilidad y la solidaridad, al posibilitar a personas en una situación particularmente difícil a retomar el camino hacia la normalización de sus vidas de cara a la obtención de una oportunidad en su tránsito hacia el empleo ordinario, pero sin perder de vista el objetivo de que estas personas deben hacerlo con un compromiso personal aportando de sí, en un entorno real de empresa.

Hasta que se legisló este tipo de figura en el año 2007 hubo muchos antecedentes, pero desde entonces, la empresa de inserción ha resultado ser una herramienta de trabajo muy eficaz para colectivos desfavorecidos, posibilitando su reinserción laboral, contribuyendo en la solución de un problema social; y también favoreciendo como empresas sociales en brindar bienes y servicios.

Por otra parte, mirando al futuro, las empresas de inserción tienen todavía camino por recorrer, al contar con importantes desafíos, tal y como seguir mejorando la gestión del delicado equilibrio entre su dimensión y empresarial, es decir, competir en el mercado, pero sin olvidar que son empresas con una misión social; gestionar la tensión existente entre el tiempo que requieren las personas para la formación en competencias, con la duración máxima de sus contratos; o conseguir un mayor protagonismo de estas empresas sociales en la prestación de contratos que se llaman a licitación y tener mayores posibilidades de poder crear empleo social.

Las empresas de inserción miran con esperanza el futuro y ante estos desafíos no decae el ánimo, en estos últimos años se ha crecido y se espera seguir haciéndolo.

 

Número 17, 2024
A fondo

Para evitar una marginalidad irreversible: las empresas de inserción, herramienta de inclusión

Marina Arnau Olivé. Co-directora General Fundación Formació i Treball

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Las empresas de inserción como herramienta de inclusión actualmente. La dicotomía entre la dimensión empresarial y la dimensión social en el acompañamiento a las personas en sus itinerarios de inserción. El equilibrio en los itinerarios de inserción: trabajo en red, evaluación, tiempo efectivo y productivo, tiempo de formación, tutorías y otras acciones no productivas.

 

En estos tiempos, bienes básicos como los alimentos y la vivienda se han convertido en bienes de mercado (mercancías) o tener un trabajo puede ser sinónimo de pobreza. Nuestra sociedad está fuertemente mercantilizada y se mueve en un entorno de constantes crisis complejas que han derivado en nuevos riesgos. Donde, de cada crisis y a pesar de las medidas que se han aplicado, hemos aprendido poco y las desigualdades han ido aumentando, porque como repite nuestro amigo Eduard Sala, la sociedad es una carrera y no todos salimos del mismo punto de partida[1].

Necesitamos desde nuestros centros de acción reflexionar y promover un diálogo inclusivo que involucre a la sociedad en su conjunto, incorporando perspectivas diversas para encontrar soluciones sostenibles y equitativas. La colaboración entre los sectores públicos y privados, y la participación activa de la ciudadanía, son elementos clave para abordar estos desafíos y construir un sistema que promueva la justicia social y el bienestar colectivo. Tenemos que combatir la pobreza, contribuir a devolver la dignidad a las personas excluidas, y simultáneamente proteger nuestra casa común.

Es desde estos principios que nos preguntamos cómo evitar que la marginalidad se vuelva a convertir en una maldición irreversible. Estamos inmersos en construcciones sociales que justifican la desigualdad y la desesperanza. Nos debatimos sobre si ¿El trabajo sigue siendo una herramienta de inclusión? o ¿qué más podemos hacer después de 30 años de recorrido desde las empresas de inserción para conseguirlo? Estas reflexiones nos acompañan en nuestro día a día en la Fundación Formació i Treball, creada por Cáritas Diocesana de Barcelona hace 32 años con la misión de generar puestos de trabajo y formar a personas en situación de vulnerabilidad para insertarlas laboralmente, además de dignificar la entrega social.

 

Las empresas de inserción: dicotomía entre la dimensión empresarial y la dimensión social en la integración laboral de las personas con mayores dificultades

Nuestra sociedad necesita las empresas mercantiles como generadoras de riqueza y trabajo para avanzar hacia un modelo más justo, una riqueza que se logra también repartiéndola equitativamente entre quienes contribuyeron a crearla, como nos recuerda el papa Francisco: Una sociedad humana y fraterna es capaz de preocuparse para garantizar de modo eficiente y estable que todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no sólo para asegurar sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada[2]. Las empresas mercantiles son nuestras aliadas, forman talento, nos aportan conocimientos y beneficios para contribuir a una sociedad más solidaria; no tenemos que olvidar que detrás de las empresas hay personas con las que compartimos anhelos y aspiraciones. Demasiadas veces desde el sector social se percibe la empresa privada como el otro, con la consecuente visión negativa, factor que sin duda nos limita en el desarrollo de nuestros proyectos.

Aunque sabemos que los colectivos más desfavorecidos y alejados del mercado laboral, no pueden valerse por sí mismos en este sistema de producción, y siempre quedan en la cola de los procesos de selección o ni tan siquiera llegan. Nuestra misión es generar oportunidades laborales desde la perspectiva del bien común y, partiendo de los problemas sociales, buscar soluciones para los colectivos que atendemos. Crear empresas con un alto grado de impacto social, pero sin olvidar nunca la sostenibilidad económica y ambiental. Tenemos que trabajar para hacer negocios buenos y serios, como dice José Antonio Segarra, basándose en el caso de La Fageda: Los negocios, los negocios buenos y serios, se basan en detectar oportunidades donde los demás no las ven; en invertir donde los demás no invierten, en hacer las cosas mejor que los demás y en desarrollar habilidades que los demás no tienen[3]

Y, nuestros negocios los ejecutamos con un nivel de exigencia muy elevada, transparencia, servicio al cliente, organización, comunicación, esfuerzo, buen gobierno corporativo, curiosidad para innovar en el ámbito social y empresarial, trabajo en red, conocimientos, trabajando por y para el territorio. Los objetivos son diferentes de los de las empresas mercantiles, pero complementarios. Mantenemos el equilibrio entre las lógicas productivas y las inclusivas, sin esta conjunción no conseguiremos el impacto social deseado.

Necesitamos integrar profesionales que provengan de estas dos lógicas, pero flexibles y con la capacidad de sumarse a la misión de toda empresa de inserción. Nos reivindicamos como empresa social: una empresa de negocios que aplica la riqueza económica que genera a resolver un problema social de personas excluidas de una u otra forma, o por una u otra razón[4]

Desde el mundo de la empresa mercantil, las empresas sociales dan sentido al trabajo haciendo del mundo un lugar mejor. Y, desde los profesionales sociales, desarrollarse en las lógicas de los negocios representa todo un reto, siempre acompañado de formación personalizada para entender y liderar estas operaciones. Sumar capacidades distintas y equipos heterogéneos dan sentido a nuestros proyectos, y fortalecen la cultura de nuestras entidades. Nuestros valores articulan los procesos de acompañamiento, con un buen sentido práctico del negocio, disposición para el trabajo duro, honradez, capacidad para equivocarse y reconocer los límites de nuestras actividades.

Tenemos que asumir que no siempre las nuevas líneas de producción se articulan con resultados a la primera. No podemos olvidar nunca que somos una instrumento-puente y que nuestro fin es que las personas, cuando estén preparadas, se incorporen a la empresa ordinaria; al contrario que la empresa mercantil, tenemos que propiciar que nuestros mejores trabajadores y trabajadoras nos abandonen. Estamos en estado de evolución y mejora continua, en un entorno siempre cambiante, al igual que el resto de las empresas, y dispuestos a desarrollar nuevos retos productivos. Sólo sumando la dimensión empresarial y la social conseguiremos generar más puestos de trabajo.

 

Nuestra misión: acompañar a las personas en sus itinerarios de inserción

La situación de vulnerabilidad de las personas que acompañamos, conjuntamente con el castigo que representa la Ley de Extranjería, la falta de vivienda pública, el encarecimiento de los alimentos básicos, el deterioro de los servicios públicos de sanidad-educación-servicios sociales, la brecha digital, y un largo etcétera, condiciona su salud física, mental y emocional. La inseguridad jurídica y económica provocan miedo y angustia, así como la inseguridad en la vivienda, son factores que conllevan a que las personas vean restringidas sus capacidades y en consecuencia impacten en sus relaciones familiares y personales, en especial, en la crianza de los hijos e hijas.

La complejidad actual de la exclusión social tiene una clara consecuencia: tenemos que trabajar más allá de la inserción laboral, avanzar en alianzas que aborden específicamente cada uno de estos vectores de incidencia. Entidades sociales hermanas que abordan la exclusión residencial o las dificultades jurídicas con las que topan o la prevención y cuidado de la salud mental, … nos aportan una atención integral que sitúa a los usuarios y usuarias en el centro del proyecto, no en el cumplimiento de un proceso subvencionado. Es nuestra obligación coordinarnos entre todos los servicios implicados (públicos y privados), enlazar los recursos de soporte desde una visión 360° para luchar contra la exclusión, e involucrar a las entidades comunitarias como referentes de inclusión. Y, no olvidar que la exclusión es un proceso, no una condición, que nos puede afectar a todos y puede variar con el tiempo.

La pobreza se ha convertido en un fenómeno multidimensional y dinámico, además de sus dimensiones propias (en las vertientes laborales, en el consumo, en la política, en la educación, en la vivienda, en la salud, en el nivel de conflictos sociales y de aislamiento social), tenemos que tener en cuenta: la incidencia, la intensidad, la desigualdad, la cronicidad y la consistencia con que están presentes en las personas que acompañamos. Nuestra experiencia nos dice que las personas con baja intensidad laboral han dimitido, tienen sensación de estar paralizadas por el miedo y sin el acompañamiento humano será muy difícil que salgan de esta situación. El prestigio del trabajo ha descendido, y no tiene por qué en condiciones de precariedad laboral tener un efecto motivador. Observamos un fenómeno generalizado de perificación de la exclusión (quedarse en la periferia) que aún no podemos medir, nos tendremos que esperar al próximo Informe FOESSA para valorarlo con datos y actuar.

El trabajo se ha convertido en una herramienta de dignificación de las personas, construye vinculaciones, nos ayuda a desarrollar nuestras capacidades, permite sentir que existe una comunidad a la cual pertenecemos, y nos convierte en ciudadanos con derechos y deberes. Hace posible la integración, además de, por la vía de la sostenibilidad económica, por la vía de la utilidad social, repensando el trabajo como un bien común, no como un bien privado.

Nuestro método de acompañamiento para conseguir esta integración se basa en el modelo competencial, para que ellos y ellas puedan recuperar la autoestima y la autoconfianza. Y, puedan definir su proyecto vital, profesional y formativo, con la lógica de las posibilidades de cambio, mejora y crecimiento, desencallando actitudes negativas y a través de la reflexión activa.

La principal razón por la que adoptamos este método es que el modelo de competencias permite que las personas recuperen sus propios recursos y puedan transferirlos y ponerlos en práctica en el desarrollo de una ocupación laboral. Cualquier persona tiene atesorado capital competencial, ya sea por las competencias adquiridas y desarrolladas a lo largo de la vida como desde diferentes ámbitos: profesional, educativo, y personal. Es a través de la identificación y desarrollo competencial que las personas podrán mejorar su empleabilidad y, por tanto, conseguir su objetivo laboral. Intervenimos acompañando en aflorar y rescatar todo el capital competencial acumulado, preparando a los trabajadores y trabajadoras hacia la empresa ordinaria.

En un mundo tecnificado, la clave reside en mostrar nuestras competencias más humanas, en desarrollar nuestras competencias básicas (en especial, idiomas y alfabetización digital) y transversales. El mercado laboral cambia muy rápido, el ritmo de la tecnología, el envejecimiento de la población, la transición ecológica y energética, la reforma laboral o recientemente el coronavirus afectan los procesos de inserción laboral. Las empresas valoran y valorarán de forma exponencial todo lo que no pueda ser automatizado, los procesos de selección se hacen y se harán por competencias. Tendremos que acompañar a nuestros trabajadores y trabajadoras a desarrollar y explicar sus competencias en clave: curiosidad, espíritu colaborativo, iniciativa, polivalencia, autonomía, capacidad de adaptación y aprendizaje, resiliencia, planificación, orientación a resultados, comunicación, lealtad a la organización, motivación, empatía y humanidad.

Este acompañamiento se materializa en itinerarios intensificados, sumando las aportaciones de todo el personal técnico que tenemos en las empresas de inserción: técnicos de apoyo a la inserción (TAI), técnicos de apoyo a la producción (TAP), técnicos de formación, y técnicos de prospección. Tenemos que trabajar a partir de un circuito en el que cada persona pueda hacer su propio itinerario, y aprovechando los bancos de recursos que poseemos las entidades que dan respuesta a los diferentes ejes de desigualdad (edad, género, origen, entre otros). Visibilizando referentes positivos y experiencias de éxito, como palancas de superación y motivación.

La perspectiva de género tiene que estar presente a lo largo del circuito de cada trabajador y trabajadora, con acciones propias, combatiendo la segregación horizontal y vertical. Los programas tienen que ser participados y participativos, que se transformen a medida que cambia el contexto y las personas. Incluyendo siempre acciones de orientación, en especial, de conocimiento del mercado laboral. Y, acciones de formación con actualizaciones de los conocimientos, reciclaje, e implicando a las empresas. El sistema de acompañamiento tiene que ser abierto y ágil, dinámico y muy operativo, aportando las herramientas necesarias para la inserción laboral posterior.

El paso a la empresa mercantil de los trabajadores y las trabajadoras de las empresas de inserción necesita de la participación activa de estas mercantiles. Las empresas ordinarias tienen que estar presentes en todas las fases del itinerario, no solo al final. Y, al igual que con las personas, tienen que estar en el centro de nuestras acciones.

 

El equilibrio en los itinerarios de inserción: trabajo en red, evaluación, tiempo de trabajo efectivo y productivo, tiempo de formación, tutorías y otras acciones no productivas

Sólo sumando las aportaciones de todo el personal técnico que tenemos en las empresas de inserción en coordinación con los servicios públicos y privados implicados, y las empresas mercantiles seremos una herramienta eficiente de inclusión.

La empresa de inserción es un instrumento no finalista, un eslabón para insertarse en la empresa ordinaria. La exigencia en trabajo productivo tiene que aumentar de forma progresiva para poder detectar los déficits o dificultades de cada persona in situ y llegar al objetivo final. A la vez que aflorar todo su capital competencial y rescatar este capital para aumentar la empleabilidad. Es importante hacer una evaluación continua, trimestralmente por escrito, y reportar una devolución al trabajador para marcar conjuntamente los objetivos a alcanzar.

Tenemos que hacer un seguimiento constante y dar soporte a la persona trabajando en red, en especial, el técnico de acompañamiento con el técnico de producción y con el referente de servicios sociales.

El personal técnico de acompañamiento de producción (TAP), como persona experta en la actividad económica desarrollada, conoce las tareas y forma a los trabajadores en su puesto de trabajo, tiene la autoridad y la función de supervisar la actividad productiva del personal de inserción. Es, también, la persona encargada del proceso productivo. Sus funciones son: acompañar en la adquisición de competencias técnico-profesionales de los diversos oficios para contribuir en la mejora de la cualificación profesional, acompañar en la adquisición de hábitos laborales y competencias transversales (puntualidad, asistencia, trabajo en equipo, organización del propio trabajo, …), y en coordinación con el TAI hacer el seguimiento y evaluaciones trimestrales.

El personal de acompañamiento a la inserción (TAI) tiene la función de ayudar a desarrollar los recursos en los trabajadores y las trabajadoras de inserción que faciliten su incorporación en el tejido social y económico de referencia. Sus actividades dan soporte a las acciones formativas en competencias transversales y básicas, orientación laboral y adecuación del plan personal de empleabilidad, intermediación laboral (en ocasiones, esta función puede estar desarrollada por el técnico prospector), coordinación con los otros agentes sociales implicados, en especial, con el TAP para las evaluaciones conjuntas.

A estos profesionales añadimos los técnicos de formación, el personal de RRHH, el personal del equipo de prospección, y personal voluntario. Estos últimos son profesionales con un perfil muy diverso que ayudan en el día a día a definir procesos, establecer medidas de seguridad, hacer prospección empresarial, asesoramiento medioambiental, sistemas de calidad, … Su colaboración desinteresada enriquece toda nuestra actividad.

El proyecto de acompañamiento está estructurado en diferentes fases de intervención, enmarcado en los principios y método descritos en el anterior apartado, y con acciones constantes tanto individuales como grupales. De forma muy resumida, consta de una primera fase de acogida e incorporación al puesto de trabajo, donde además de la acogida, el TAI realiza las primeras tutorías para definir el diagnostico de empleabilidad del trabajador e identificar las expectativas y objetivos profesionales; a partir de estas acciones trabajamos el proyecto profesional de la persona atendida. Una segunda fase de desarrollo del plan de trabajo: acción de experiencia laboral, con medidas por parte de los TAI y de los TAP basadas en el aprendizaje continuo, y en el que las personas contratadas tienen soporte formativo en el mismo puesto de trabajo, formación en competencias instrumentales, básicas y transversales (formaciones profesionalizadoras, talleres de refuerzo de idiomas, talleres de igualdad de oportunidades, talleres medioambientales, formación en competencias para el acceso al mercado laboral,…). Y, la tercera fase de transición a la empresa ordinaria y seguimiento posterior, momento importante que coincide con los últimos 3 o 4 meses del contrato, en el que trabajamos dinámicas como speed dating con empresas y/o rol playing de entrevistas de trabajo, sesiones de acompañamiento a la nueva empresa … Además, durante todo el contrato nos dirigimos a los trabajadores y trabajadoras con una oferta formativa estructurada en módulos temáticos. Y, recogiendo todos los datos para confeccionar los índices de empleabilidad y de ocupación, para poder evaluar el impacto de nuestras acciones.

Y, como apuntábamos, siempre trabajando desde una perspectiva 360° para afrontar el entorno de los trabajadores y trabajadoras de inserción. El trabajo en red concierne a todos los profesionales implicados y, sin duda, ocupa una parte importante de su tiempo.

No existen recetas mágicas a la hora de abordar el equilibrio entre la lógica productiva y la lógica del acompañamiento social. Ni ratios perfectas, dedicar más horas a tutorías o formación no es sinónimo de tasas de inserción más altas. Sin olvidarnos de que la definición de inserción laboral no debe incluir únicamente el factor de acceso a un trabajo (índice de inserción), sino también el mantenimiento de este trabajo durante un período estable de tiempo y la calidad de este, entendido como unas condiciones de trabajo favorables y dignas.

Las claves pasan por la calidad del trabajo de acompañamiento, a lo largo del itinerario habrá momentos donde el acompañamiento productivo tiene que estar muy presente, por necesidades internas, aprendizajes, … y momentos dedicados a aumentar el empoderamiento y las capacidades de las personas. Cada trabajador tiene sus tiempos, y se tiene que respetar su itinerario. La coordinación entre los profesionales es crucial para dosificar nuestra intervención. Hay, sin duda, unos mínimos de atención directa y de formación, pero lo importante es que el personal técnico tiene que estar siempre cerca de los trabajadores y trabajadoras, sin esta cercanía humana no conseguiremos nuestros objetivos.

Tan prioritario como los tiempos de dedicación son las herramientas metodológicas que utilizamos, la formación de los profesionales, las instalaciones, los soportes informáticos de recogida de datos, la evaluación de nuestros proyectos, son algunas de ellas. La formación continua de todos los y las profesionales que intervienen es muy importante para entender los objetivos de los itinerarios, tener instrumentos para saber qué preguntas debemos hacer, así como buscar recursos externos complementarios. Necesitamos soportes de evaluación que nos permitan recoger el índice de empleabilidad de las personas trabajadoras, su evolución y su relación con el índice de ocupación, medir qué itinerarios nos permiten insertar en trabajos de mayor calidad, … evidencias y datos para decidir dónde invertir nuestros esfuerzos, ver dónde no llegamos o sencillamente los acompañamientos en los que fallamos.

Analizar, cruzando los datos del índice de empleabilidad con el índice de inserción, son herramientas de evaluación, para medir resultados y el impacto de nuestros proyectos. No solo tenemos que evaluar los resultados, también tenemos que evaluar todo el proceso. Si existe una correlación positiva entre ambos índices, entre la mejora de la empleabilidad y la mejora de la inserción, nuestro acompañamiento habrá servido para conseguir nuestra misión: ser un instrumento de inclusión para mejorar la calidad y estabilidad de vida de las personas que atendemos.

 

Referencias bibliográficas

Carrera i Carrera, J. y Puig, Ll. Cap a una ecología integral, ética i espiritualitat de la Laudato Si’. Barcelona: Cristianisme i Justícia, 2017.

Colomé Camon, M. Tècniques d’anàlisi de comptencies professionals. Barcelona : SOC, 2008.

Fundación Adecco, Eres lo que te gusta. Madrid, Fundación Adecco, 2017.

Fundación Adecco, 20 competencias contra la exclusión social en el empleo. Madrid, Fundación Adecco, 2020.

Funes Artiaga, J. (coord..)  Un món que és urgent transformar. Barcelona: CCOO Baix Llobregat, Alt Penedès, Anoia, Garraf, 2024

Santo Padre Francisco, Carta encíclica Fratelli Tutti del santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social. Madrid: Santa Sede, 2020

Segarra, J.A. La empresa social compitiendo en el mercado: principios de buen gobierno. Barcelona: Real Academia Europea de Doctores, 2016

Coordinación Rubio i Serrano, F. Claus tutorials: guía per a l’acompanyament i el suport tutorial. Barcelona: Associació de Dones per a la Inserció Laboral SURT, 2008.

 

[1] Eduard Sala es el actual Director de Cáritas Diocesana de Barcelona.

[2] (110) Santo Padre Francisco, Carta encíclica Fratelli Tutti

[3] Segarra, J.A. La empresa social compitiendo en el mercado: principios de buen gobierno. Barcelona: Real Academia Europea de Doctores, 2016, pp.56

[4] Segarra, J.A. La empresa social compitiendo en el mercado: principios de buen gobierno. Barcelona: Real Academia Europea de Doctores, 2016, pp. 108

 

Número 17, 2024

 

Editorial

Avanzar hacia una red de seguridad más justa y accesible

El análisis de las condiciones de vida y los niveles de integración y exclusión social tras la pandemia, nos permite concluir que uno de los retos que tenemos por delante como sociedad es repensar y adaptar los servicios sociales a nuevas realidades y necesidades sociales.

Por un lado, tenemos enormes desafíos globales que afrontan las políticas sociales como son, entre otros, el envejecimiento de la población, la lucha contra la exclusión social, la protección de niños, niñas y adolescentes vulnerables y la integración de la población inmigrante. Por otro, la magnitud y diversidad de las situaciones de exclusión severa no solo demandan una mayor intervención por parte de los servicios sociales, sino un continuo proceso de adaptación, tanto del modelo de trabajo social como del modelo de organización.

Recordamos que, en los países industrializados, se designan por servicios sociales, el conjunto de instituciones, servicios y programas públicos, comunitarios y acción solidaria que buscan la prevención, readaptación y protección social de las personas, familias, grupos o colectivos para asegurar su bienestar y favorecer su autonomía de manera temporal o crónica.

En otras palabras, los servicios sociales buscan ayudar a la ciudadanía a conseguir condiciones de vida digna en un entorno saludable de convivencia, es decir una integración que además de cubrir las cuestiones materiales, tienen que buscar también la participación y el ejercicio de los derechos de ciudadanía.

Después de cada crisis, viene un momento de oportunidad para preguntarse sobre las fortalezas y debilidades estructurales de nuestro país, en particular en materia de protección y lucha contra pobreza y las desigualdades. En este caso, la experiencia y peculiaridad de lo vivido con la pandemia, nos presenta una nueva oportunidad para repensar los servicios sociales y restablecer el trabajo de proximidad y comunitario.

Las consecuencias económicas y sociales de la COVID-19 han significado una nueva amenaza de fractura en nuestra sociedad, haciendo emerger nuevas problemáticas o consolidarse otras que ya eran latentes en el periodo previo a la crisis sanitaria que también precisan de una intervención integral y ajustada.

De nuevo se comprueba como el empleo por sí sólo no puede garantizar la integración social. Los datos de la EINSFOESSA 2021 revelan la proporción especialmente elevada de empleos precarios e inestables y el consecuente aumento del fenómeno de los trabajadores pobres; o bien la persistencia de niveles altos de empleos irregulares, y las dificultades para salir del desempleo, entre otros motivos, por la cronificación del desempleo de larga duración.

Además, otros factores de fragilidad son de corte sociológico, como es la evolución de las estructuras familiares; en concreto el aumento continuo del número de hogares pequeños, en particular los hogares monoparentales; o son socioeconómicos, en especial la carga cada vez mayor de los costos de vivienda y de suministros en el presupuesto de los hogares. El modelo de todos propietarios que aún era la norma ya no funciona; así asistimos a un bloqueo de los itinerarios vitales – especialmente traumático entre los más jóvenes que se ven negado su proceso de emancipación, y alimenta un sentimiento de degradación y precariedad vital.

Por último, la pandemia y la crisis asociada también han pasado su factura en las relaciones sociales, que han sufrido desgaste y debilitamiento. Tensando y erosionando las redes familiares y comunitarias de apoyo mutuo, lo que ha generado en muchos casos un aumento de los problemas de aislamiento social y el recrudecimiento de problemáticas de salud mental.

Las experiencias inéditas asociadas a los periodos de confinamientos y en general el distanciamiento social han hecho más necesario que nunca el volver a vincularnos, a conectar con la comunidad. En este contexto, abogamos por repensar el trabajo social para (re)valorizar su labor esencial en la lucha contra la pobreza y la creación de oportunidades para facilitar el acceso a los derechos.

Esto debe pasar, por un lado, por el fortalecimiento de los servicios sociales en términos de recursos, y por otro, por formar a los profesionales de lo social haciendo hincapié en el desarrollo de las prácticas de ir hacia, que deben constituir el nuevo modelo de trabajo social, y en el trabajo social colectivo. De manera más amplia, se plantea restaurar la proximidad de los servicios sociales a las personas destinatarias, lo que pasaría por la reducción de las distancias no solo físicas sino también simbólicas entre las partes.

En definitiva, el campo de los servicios sociales y la solidaridad están ante una encrucijada capital: ser continuistas, es decir atrapados en las inercias del presente, o ser un vector de cambio y motor de innovación para proteger y promover el acceso de todas las personas a sus derechos.

El debate ya se ha iniciado…

 

Número 11, 2022

Nuevas formas de protección social para el siglo XXI

Editorial

El derecho a la alimentación como derecho humano: abandonar el asistencialismo para garantizar la autonomía alimentaria

Si bien los alimentos producidos en el planeta son suficientes para alimentar a más del total de la población mundial, casi mil millones de personas pasan hambre. Por no hablar de que un tercio de esta producción se desperdicia o se pierde cada año. Por lo tanto, es evidente que el problema no es una cuestión de cantidad sino de distribución y acceso a los alimentos.

Según el derecho internacional, el derecho a la alimentación es un derecho humano que protege el derecho de todo ser humano a alimentarse dignamente, ya sea produciendo sus propios alimentos o comprándolos. Para producir sus propios alimentos, una persona necesita tierra, semillas, agua y otros recursos, y para comprarlos necesita dinero y acceso al mercado. En consecuencia, el derecho a la alimentación implica que el Estado debe garantizar una serie de mecanismos para posibilitar su disfrute por parte de todas las personas, independientemente de su situación socioeconómica.

No obstante, la crisis vinculada a la Covid-19 ha hecho más visible y ha agravado la inseguridad alimentaria en el mundo y también en nuestro país. Esta inseguridad alimentaria afecta a una proporción creciente de la población de España y, en particular, a las personas más vulnerables. Las imágenes de personas en fila frente a los lugares donde se distribuye la ayuda alimentaria han dejado una huella considerable en la opinión pública.

El derecho a la alimentación, que debería permitir a todas las personas comer dignamente, en forma adecuada y en cantidad suficiente, es así ampliamente mancillado. Es importante resaltar, por tanto, que ese incremento demuestra que el problema de los hogares españoles para acceder a una alimentación adecuada es estructural y que no está únicamente ligado a crisis coyunturales.

La actual crisis ha puesto de manifiesto los límites de la respuesta institucional a los problemas de inseguridad alimentaria. Una vez más la respuesta de las administraciones públicas responde a una concepción de ayuda alimentaria y no tanto de garantizar el derecho a la alimentación. El modelo imperante de respuesta de las entidades del tercer sector y de algunas de las políticas públicas llevadas a cabo, hacen que la lucha contra la inseguridad alimentaria se reduzca a la distribución de ayuda alimentaria.

Es fundamental tratar de superar esa concepción de las políticas públicas existentes que se enfocan solo en los síntomas de la inseguridad alimentaria y nunca en sus causas profundas: a saber, el nivel de pobreza y su intensidad para una parte de la población. Para ello, necesitamos promover una economía al servicio de todas las personas, apelando a un cambio de las reglas de los sistemas económicos injustos que perpetúan la pobreza y las desigualdades.

Esto pasa también por abandonar la asistencia para recibir alimento al acceso autónomo a la alimentación. En otras palabras, significa apostar por distribuir alimentos seleccionados con criterios de sostenibilidad y elegidos por quienes se benefician de ellos.

En definitiva, garantizar el respeto del derecho a la alimentación significaría dar a todas las personas la posibilidad de optar por una alimentación de calidad, íntegra desde el punto de vista ambiental, social y sanitario. En otras palabras, el reto de garantizar la seguridad alimentaria pasa por cruzar la lucha contra la pobreza y las desigualdades con los objetivos para un desarrollo sostenible.

 

Número 10, 2022
A fondo

El acceso al derecho a una alimentación saludable en Cáritas. Cuestión de justicia, dignidad, inclusión y sostenibilidad

María Martínez Rupérez, responsable del programa Acción Socio Educativa de Base en Cáritas Española.

 

Con este artículo pretendemos compartir el modelo de trabajo que estamos impulsando en Cáritas para dignificar el acceso al derecho a la alimentación y la estrategia confederal que hemos desarrollado para facilitar estos tránsitos.

 

Estoy convencida, que no nos es ajena esta imagen que tanto se ha repetido en nuestros barrios y pueblos, y ciertamente se ha multiplicado con motivo de la pandemia provocada por la COVID-19, de encontrarnos con personas esperando en una larga cola para recoger alguna bolsa de alimentos que poder llevar a sus hogares y mitigar así la angustia del hambre.

Y es posible, que, este escenario os haya provocado una variedad de emociones que pueden ir desde la tristeza a la ansiedad, imaginando qué mochila llevará cada persona que está esperando su turno, con menores de edad a su cargo, o personas mayores, o acaso alguna persona con movilidad reducida, o pasando por alguna enfermedad… Y además es posible, que en ese hogar no haya una figura sustentadora porque no hay trabajo, o acaso el empleo está precarizado, trabajando por horas, a turnos, sin saber cuál será la duración. O que se sienta la perdida del cordón umbilical al tener que dejar la familia cercana en el país de origen, o ante tanta tensión se esté produciendo algún tipo de violencia doméstica, machista…. Y a todo ello, le agregamos el ingrediente de la angustia del hambre.

Es bueno no olvidar que las situaciones de pobreza, lamentablemente están presentes desde tiempos pretéritos, que están unidas a un sistema injusto de reparto de bienes, recursos y riquezas, pero en tiempos de crisis, se visibiliza con toda su crudeza, una realidad que interesadamente permanece velada.

¿Por qué este título tan largo…?

Como bien sabemos el lenguaje no es neutro, está impregnado de significados, por esto la elección de estos conceptos no son arbitrarios, están cargados de intenciones, aquellas que nos proponemos en Cáritas. Hablamos de la alimentación, en el marco de estas claves innegociables. En primer lugar, es un derecho humano unido a la vida y universal, para todas las personas.

Y un derecho en el marco de la justicia social, donde nadie se puede quedar atrás, en una carrera de obstáculos que supone este mundo meritocrático para una parte importante de la población, donde haya un reparto equitativo de los bienes, recursos y riquezas del planeta.

Como señaló el exrelator de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier Schutter, y actual relator especial de las naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos:

El derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra por dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativa adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a la que pertenece el consumidor y garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna.

La primera parte de esta frase que expresa Schutter, podríamos resumirla, en una palabra, el reconocimiento a la dignidad de cada ser humano, con la descripción de adjetivos como, regular, cotidiana y libre. Para que cada quien pueda elegir aquello que desea comer, en función de sus gustos, hábitos, cultura o teniendo en cuenta su salud -situaciones de intolerancia, dietas médicas, etc.-. El papa Francisco, con la claridad y coraje con la que expresa sus convicciones, nos recuerda que hablamos de dignidad no de limosna, así lo recoge en la visita en 2014 a la sede de la FAO con motivo de la II Conferencia internacional sobre nutrición:

Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna.

Así queda recogido otro concepto importante, una alimentación sana, no podemos conformarnos con cualquier producto alimenticio, recordemos que, para mantener una buena salud física y psíquica, un elemento fundamental es una dieta variada y nutritiva con productos de calidad.

Por último, con el cambio de modelo que estamos proponiendo estamos facilitando también la inclusión. Permitidme haceros “spoiler”. Tratamos de dejar de dar alimentos en especie para utilizar otras estrategias que permitan a las personas hacer la compra en tiendas y comercios, como lo hace el resto de la ciudadanía, de una manera normalizada, sin ningún tipo de estigma.

Pero, además, la persona compra aquello que necesita con lo cual también promovemos la sostenibilidad. Las entidades sociales no tienen que realizar una compra masiva de alimentos o productos básicos de higiene -favoreciendo a determinadas multinacionales agroalimentarias-, que posteriormente se entrega a las personas sin conocer realmente cuáles son sus necesidades reales. Con esta estrategia minimizamos nuestra huella ecológica, al evitar transportes innecesarios, sostenimiento de almacenes, etc. Con todo, cuidamos a las personas y también al planeta.

Lamentablemente, en Cáritas vamos a tener que seguir haciendo el qué, pero tenemos que replantearnos los cómos

Según el último Informe que la fundación FOESSA que ha realizado para medir el impacto que ha tenido la crisis social derivada de la Covid-19 en las condiciones de vida, señala algunos datos que no podemos pasar por alto:

  • Un tercio de los hogares tienen a todas las personas integrantes en situación de desempleo -600 mil familias-, careciendo de algún tipo de ingreso periódico que permita una cierta estabilidad.
  • La pandemia ha aumentado la brecha de género: la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer.
  • Hay 2,7 millones de personas jóvenes entre 16 y 34 años afectadas por procesos de exclusión social intensa.
  • La exclusión social en hogares con población inmigrante es casi tres veces mayor que en los hogares españoles.
  • Tres de cada diez familias se han visto obligadas a reducir los gastos habituales en alimentación, ropa y calzado.
  • Las tasas más elevadas de exclusión social se dan en el Sur y el Este del país, junto con Canarias.

Estas cifras no nos dejan indiferentes, sabiendo que detrás de cada una hay una historia con rostro, llena de vida y matices, pero también con el peso que conlleva saberse señalado por el estigma de la pobreza.

Queremos estar cerca para conocer, y conocer para comprender y respetar cada misterio que es, cada una de las vidas con quienes nos encontramos.

Así, las personas que trabajamos en Cáritas, seamos voluntarias o contratadas, estamos llamadas a minimizar este sufrimiento social, ofreciendo nuestro mayor potencial y recursos, símbolo de nuestro logo: el amor.

Un amor con co-razón al servicio de las personas, esto es, un amor impregnado de sensibilidad y ternura que nos invita a dar un paso más en nuestros modos de hacer, e introducir la investigación y el conocimiento generado en este tiempo, y que nos lleva a replantearnos y repensar otras estrategias, más humanas y eficaces.

Por ello debemos continuar con el qué hacemos -facilitar este acceso a derecho-, pero es cuestión ineludible superar aquellas formas que han dañado, estigmatizado. No puede ser que sigamos dando las mismas respuestas del siglo pasado con la comprensión del problema que tenemos en la actualidad.

Y como luciérnagas, tenemos algunas referencias importantes que ya han transitado por este camino, como el programa desarrollado por parte del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas en los campos de personas refugiadas, proponiendo la utilización de tarjetas para que las personas puedan realizar sus compras directamente en las tiendas locales, iniciativa que recibió el premio NOBEL en 2020.

También esta misma acción desarrollada en diversos países de la Unión Europea, como Rumania o Francia ante la realidad de la pandemia Covid-19. Estrategia que motivó la modificación del reglamento europeo.

Y estábamos tardando en dejar espacio, en hacer círculo, en compartir saberes, intuiciones, experiencias

Aleida es una compañera de camino, madre de familia, que durante un tiempo recibió ayuda de alimentos por parte de Cáritas. Y tuvo la suerte de encontrarse con Sonsoles, una voluntaria de Cáritas parroquial, con quien pudo conectar en una relación humana y horizontal. Ante la propuesta que compartiera que estaba sintiendo, surgió este regalo que nos hace Aleida.

Solo es necesario leer con atención, para recoger la vivencia de tantas personas que pasan por esta experiencia.

Querida Sonsoles: siempre he pensado que lo más importante son las personas. No hay sentimiento más perturbador que no sentirte persona, con toda la dignidad que eso implica. Cuando no eres autosuficiente porque las circunstancias adversas no te lo permiten y no puedes abastecerte ni a ti, ni a tu familia en las necesidades más básicas como son los alimentos, te sientes poquita cosa y te vas haciendo más pequeña cuando recurres a ciertas ayudas.

Quiero decirte Sonsoles que la mayoría de mis conocidas y amigas que reciben esta cesta, que más que de comida está llena de buenas intenciones, pensamos que nos hacen un flaco favor. Pero no lo decimos de voz en cuello, no queremos ofender. Por eso lo comentamos bajito, con esa voz apagada y avergonzada que tiene el que pide.

La realidad, amiga mía, es que en esa cesta no hay nada que me pueda servir en el momento para prepararme una buena comida. Me faltan los ajos, la cebolla y las zanahorias para dar alegría al plato. Mi nevera sigue vacía; nada de lo que viene en la cesta solidaria puedo meter en ella. ¡Un yogur es un lujo en tiempos de coronavirus!

Pedir te silencia y te hace opaco, tal vez por eso los que están llenos de buenas intenciones no te ven como ellos, no ven que eres persona.

Es surrealista que en pleno siglo XXI, en un país extraordinario como éste aún hallamos personas que necesitamos que alguien nos ayude, nos llene una cesta con lo que ellos consideran que necesitamos…

Me he encontrado con personas que te hacen contar tu vida, y luego para nada. Me he encontrado con ojos fríos porque eso se puede sentir, se puede ver, te puedes encontrar con miradas de impaciencia, gente que agacha la mirada, que no le interesas, que no te mira. Porque entiendo que muchas personas van allí como yo a pedir ayuda y tienen que cumplir la norma que dice que tienen que preguntarle cosas para ver si es digno de ser ayudado o no.

He vivido la situación más fea de tener que pedir, pero también he tenido la oportunidad de conocer en medio de todo ello a gente maravillosa que sí te ve, que sí te mira, que sí te escucha, que sí le importas, que van más allá de lo que tienen que hacer que es entregar una bolsa de comida a las personas para que puedan sentirse ellos que ayudan y otros puedan sentirse que son ayudados.

A mí lo que me ha ayudado es encontrar una persona que te tome de la mano, que te abrace que te diga “todo va a mejorar, tranquila”, “puedes venir cuando quieras” si necesitas algo, aunque luego ni le llames, ni vayas, pero te dice “si necesitas algo llámame, si algo pasa ven, aquí estoy. Yo sí he encontrado gente así en mi parroquia.

En Cáritas estamos en la búsqueda de la mejor respuesta

Llegados a este punto, es bueno recordarnos que es el Estado el garante de este derecho al acceso a una alimentación sana y equilibrada, y que, en un estado democrático, entidades como Cáritas estamos complementando una acción allí donde los servicios públicos no llegan o lo hacen de manera insuficiente.

Y siempre es un gusto cuando un ayuntamiento es conocedor de su realidad y se hace cargo de las necesidades de su comunidad, como tenemos ejemplos de ello, siendo los servicios sociales municipales quienes facilitan este acceso a la alimentación a través de la gestión de tarjetas prepago donde las personas van a comprar a los comercios que deseen. En estos casos, los equipos de Cáritas tienen la disponibilidad para hacer otro tipo de tareas, que están en relación con acompañamientos, con proyectos de desarrollo y empoderamiento personal y otras acciones comunitarias.

Pero volvamos a nuestro análisis, y pongámonos en la piel de la persona que recibe una cesta de alimentos, como nos señalaba Aleida, la persona no puede elegir, tiene que ajustar su alimentación a los productos disponibles, sin la posibilidad de adaptar el menú según los gustos, culturales o necesidades de salud. Y en relación a la salud, es difícil mantener una dieta variada y equilibrada, ya que suelen faltar productos frescos.

En este escenario, se corre el riesgo de pérdida de autonomía personal y de autoestima, y de desaprender elementos básicos como son el manejo del dinero, o la gestión y manejo de la economía familiar… Sin darnos cuenta, lejos de posibilitar procesos de inclusión social podemos estar contribuyendo a mantener desde el asistencialismo la institucionalización.

Pero, además, como apuntábamos con anterioridad, es un método poco eficiente, ya que se contribuye con el despilfarro alimentario. Por lo que vamos en contra también, de la salud del planeta.

Por todo ello, planteamos los tránsitos hacia un modelo inclusivo y sostenible, donde las personas puedan comprar en los comercios de proximidad los productos que se ajusten a sus gustos y necesidades. La pandemia, en este sentido, ha sido una palanca para el cambio. En los momentos de máxima incertidumbre, donde desconocíamos la forma de contagio de este virus, el uso de estas herramientas como las tarjetas monedero -conocidas por distintos nombres solidarias, prepago…-, se han extendido. E inclusive, apareciendo en escena otra nueva estrategia: ayudas económicas a través de telefonía móvil.

Pero también debemos reconocer la existencia de equipos de Cáritas, que, desde hace tiempo, destinan parte de su presupuesto a ofrecer este acceso a la alimentación evitando cualquier tipo de estigma, a través de ayudas en metálico, cheques o transferencias bancarias.

Gracias a este modelo, estamos facilitando que:

  • La persona sienta nuestro respeto, reconocimiento y la confianza depositada en ella.
  • Se evite el estigma, garantizando en todo momento del proceso el anonimato.
  • Se fomente la autonomía personal, que las personas salgan del círculo de la dependencia. Cada quien elige qué quiere consumir y dónde adquirirlo.
  • Se active el comercio de proximidad y el consumo de productos agrícolas de kilómetro cero.
  • Se llegue a una alimentación sana y equilibrada, con la adquisición de productos propios de cada estación.
  • Se haga la compra y se cocine en familia, como espacio educativo y relacional.
  • Se mantenga la responsabilidad y el hábito de administrar el presupuesto y la gestión familiar.
  • Y además de cuidar a las personas, cuidamos al planeta, comprometiéndonos con un sistema eficiente y sostenible.

Para quien tenga interés en conocer un poquito más, podéis acudir al libro digital que editamos en el año 2019  . Este documento recoge el análisis, posicionamiento y propuestas de Cáritas.

Y a partir de este libro desarrollamos una “Estrategia confederal por el derecho a una alimentación saludable y sostenible 2020/2023”. Esbozamos un resumen de los 7 ejes que impulsamos y seguimos trabajando:

  1. Apoyo en los tránsitos hacia nuevas iniciativas y proyectos. Además de ir dejando de dar alimentos en especie para pasar a estas modalidades que hemos detallado, otro de los retos tiene que ver con el aprovechamiento alimentario, por ejemplo, reconvertir nuestros economatos en tiendas abiertas al público, a través de iniciativas de economía social donde se promueva la incorporación sociolaboral y donde poder comprar alimentos o productos de higiene personal o del hogar, que de otro modo se despilfarrarían siguiendo la estela de ofrecer una segunda oportunidad como en el caso del textil, en las tiendas de ModaRE. O, también, la realización de menús o platos cocinados con productos que se desecharían.
  2. Espacios de encuentro y formación presenciales y en formato en línea con el objetivo de dar a conocer este modelo a los equipos de Cáritas -con especial atención de Cáritas parroquiales-. Y también participando en foros organizados por otras entidades.
  3. Facilitar la toma de conciencia en centros educativos y en espacios de ocio y tiempo libre. El objetivo es, que, desde los más peques hasta los más mayores, puedan contribuir en mejorar el planeta y sustituir la donación tipo operación kilo.
  4. Recogida de experiencias que ya se están desarrollando en diferentes Cáritas con el objetivo de facilitar el camino a otros equipos, de aquí ha surgido el libro digital: Derecho a una alimentación saludable. transiciones hacia un modelo inclusivo y sostenible.
  5. Trabajo colaborativo con las empresas. Queremos hacer llegar este modelo inclusivo y sostenible, apelando a su compromiso a través de RSC -responsabilidad social corporativa- y hacerles partícipes, presentando otras formas de colaboración. Con su aportación sea económica, va directamente al sostenimiento de las tarjetas. Y cuando se producen donaciones de excedentes, la propuesta es canalizarla a nuestros centros donde tenemos condiciones para conservar los productos y realizar menús rápidos.
  6. Colaboración con banca ética para la emisión de las tarjetas solidarias.
  7. Trabajo colaborativo al interno y con otras entidades: Cáritas Europa, administraciones entidades del tercer sector, universidades, etc.

Referencias bibliográficas

Libro digital: Derecho a una alimentación saludable. transiciones hacia un modelo inclusivo y sostenible. Cáritas Española. 2020

Libro digital: Alimentación y vestido como derecho. Cuestión de dignidad, autonomía e inclusión”. Cáritas Española. 2019

Ayala Cañon; L. Laparra Navarro, M.; Rodríguez Cabrero, G. (coords.) ( 2022). Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España. Madrid: Cáritas Española y Fundación FOESSA.

 

Número 10, 2022

La alimentación: bien común, bien público y derecho humano

Documentación

Una manera diferente de hablar de la pobreza

Thomas Ubrich

Equipo de Estudios de Cáritas Española

 

 

La pobreza es una gravísima violación de los derechos humanos. Esta afirmación es la premisa para luchar eficazmente para su erradicación y aliviar sus efectos desde una responsabilidad colectiva.

En este sentido, es fundamental que como sociedad evolucionemos en la mirada que tenemos sobre la pobreza y las personas que la padecen. Este es el principal mensaje que transmite el video compartido por Olivier De Schutter, Relator Especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos: Una manera diferente de hablar de la pobreza.

La pobreza, la exclusión y la desigualdad social no son problemas individuales sino estructurales. Es primordial cambiar nuestra perspectiva hacia un enfoque centrado en el individuo y superar el maniqueísmo que sugiere la existencia de una escisión entre personas pobres merecedoras y personas pobres malas y aprovechadoras. Persiste la idea que las personas pobres son pobres porque quieren o porque no hacen lo suficiente para salir de esta situación.

Dicho argumento explica la pobreza y su reproducción intergeneracional desde una visión de individualismo extremo. No obstante, tenemos que superarla para transformar las estructuras reales que condicionan las desigualdades.

En suma, la lucha contra la pobreza requiere, por un lado, ayudar a las personas en situación de mayor fragilidad, pero también fomentando las capacidades y las potencialidades acompañando su autonomía y, por otro lado, modificar las reglas que generan la precariedad y profundizan las desigualdades.

 

Una manera diferente de hablar de la pobreza: https://www.youtube.com/watch?v=xad8XEzDqww

 

Número 8, 2021
Conversamos

Foco sobre la cuestión migratoria en España

 

Número 7, 2021
Acción social

Por amor al arte

Almudena Iglesias Moro

Técnica de Cáritas Diocesana de Salamanca

 

1. Lo integral del ser humano

En la creación, el sujeto transforma el espacio donde interviene y mientras lo hace deposita en sus creaciones emociones y significados. […] El proceso creador permite la aparición de lo que somos y de cómo actuamos, poniendo en juego la memoria, el saber, la percepción, la experiencia, lo consciente y lo inconsciente. La obra de arte funciona como metáfora del mundo en la que las representaciones son la (re)presentación de algo ya presentado, de algo anterior que se actualiza. Comporta una mirada atrás y un reajuste. Es repetición de las primeras imágenes y creación, […] que permite la concreción de lo mismo, pero de otra manera, reestructurando el «yo» (Moreno, 2016).

Si partimos del concepto holístico de persona entendemos que los seres humanos se desarrollan en un cuerpo en el que existen pensamientos y emociones. Así pues, se consideran tres núcleos que configuran a la persona: el cognitivo, el emocional y el corporal. Entender la persona sin una de esas partes es negar su totalidad (Rossi, 2006).

Como planteaba Bisquerra (2006) hemos desatendido la parte emocional y la corporal para destacar la razón y los pensamientos.

Sin embargo, son cada vez más las propuestas a nivel educativo y social que valoran la necesidad del trabajo emocional para favorecer el desarrollo integral de las personas.

2. El arte

Es en este sentido la necesidad de incorporar el arte para conmover, para emocionar. Para poder explicar y entender con más claridad nuestras emociones. Se utiliza el arte como instrumento mediador para conectar a la persona con su identidad individual y grupal.

Mediante diferentes expresiones artísticas somos capaces de proyectar nuestro “YO” para abordar dificultades, elaborar conflictos que ayuden a la reconciliación personal y a la proyección de un “YO” incluido, autónomo y con esperanza (Si somos capaces de soñarlo, somos capaces de lograrlo).

El arte nos permite crear un universo simbólico donde podemos visualizar nuestra realidad o la que queramos que sea, real o inventada. Ese universo puede dibujarse, bailarse, modificarse, inventarse y facilitar soñar con otra realidad que es la que nos gustaría que fuera.

3. Arte y exclusión social

La intervención artística es una maravillosa herramienta de mediación para trabajar con personas en situación de vulnerabilidad o de exclusión social independientemente de su nivel cultural, su procedencia, edad, etc.

Atrás quedaron las épocas en las que el arte y la cultura en general eran elitistas y solo para minorías.

El arte nos iguala y puede establecer lenguajes universales que traspasa las fronteras económicas y políticas. No es necesario tener estudios para emocionarnos. El arte está al alcance de todos, aunque haya diferentes niveles.

Hay estudios que demuestran que las personas independientemente de dónde seamos nos entristecemos y nos alegramos por las mismas cosas. Nos sentimos solos por las mismas cosas. Sentimos celos por las mismas cosas, etc.

El arte facilita que afloren las emociones y la intervención social ayuda a entender por qué aparecen ese tipo de emociones, qué significan y cómo las recibimos.

En la intervención social lo importante no es el resultado final. Éste es solo una excusa. Lo importante es el proceso y todo lo vivido y reflexionado en ese camino. Lo fundamental es el aprendizaje que se produce y que orienta a las personas a conseguir la autonomía y la inclusión.

También pueden afectar en el tipo de relaciones de los participantes. Se consiguen establecer relaciones igualitarias que dentro de los contextos más formales se ven dificultadas por la asignación de los diferentes roles o funciones que desarrolla cada uno. Para esto, es importante que la participación en estas actividades artísticas sea plural. Por ejemplo, proponer una actividad teatral de creación colectiva en una casa para personas sin hogar implicaría la participación de técnicos, voluntarios, residentes.

No hace falta tener conocimientos técnicos para que cada uno pueda encontrar su sitio en la actividad (director, actor, diseñador, maquillaje, vestuario, etc.). El desarrollo de esta intervención iguala a las personas independientemente de la función que luego tengan en la casa. Se generan espacios y momentos de verdaderas relaciones horizontales que pueden traspasar la propia actividad. Y de manera indirecta y amena se trabaja la cohesión de grupo, la autoestima de los participantes, la creatividad. En fin, valores y potencialidades que se pueden extrapolar a la vida cotidiana.

4. Romper barreras

Son muchos los espacios que pueden ser utilizados para actividades artísticas. Esto supone por un lado, la normalización de los espacios y, también, el que las instituciones sociales salgan de sus recursos para utilizar otros públicos o compartidos incluso con otros grupos.

Al salir de los típicos espacios de las instituciones sociales se rompen barreras físicas que no solo acercan a estos colectivos a la sociedad y a la cultura, sino que también sirve para que la sociedad tenga una toma de contacto con realidades a las que de otra forma quizá no se acercaría o incluso rechazarían.

La normalización de los espacios produce un fenómeno de sensibilización y hasta contagio social. La curiosidad humana nos lleva a querer conocer, a querer saber de otras experiencias, de otras vidas. Pero cuando el contexto es amable es más fácil el acercamiento. Sensibilizar conlleva un proceso de aprendizaje y en ocasiones incluso de desaprender y eliminar barreras.

También supone la ruptura de falsos mitos que limitan la participación de determinados colectivos en actos culturales y sociales. A veces estas limitaciones parten de las mismas personas que se sienten excluidas por desconocimiento y ellas mismas se vetan negándose de alguna manera su derecho a la participación y a formar parte de la sociedad.

5. Hablan los artistas

Formar parte de estos procesos artísticos genera cambios en dos direcciones tanto de quien participa como de quien facilita la actividad. Algunas opiniones de facilitadores y participantes nos dan pistas en primera persona de lo que puede suponer para ellos.

Santiago, participante de un proyecto artístico de creación colectiva en Cáritas Diocesana de Salamanca da las gracias por la ilusión devuelta a todas las personas que de alguna manera nos han ayudado a entender que tenemos muchos valores que los teníamos escondidos por circunstancias de la vida, que nos mermaron como personas. Gracias por permitirnos formar parte de ese proyecto (artístico) que a unos les ha devuelto la ilusión por seguir luchando por una vida digna y a otros le ha despertado la vena artística.

Moisés Moe, presidente de la Asociación Juvenil de Break dance de Salamanca y facilitador del proyecto ConFusiones. Lo que pasa en la calle desarrollado desde Cáritas Diocesana de Salamanca nos habla de “la necesidad de todo tipo de actividades relacionadas con el Arte, no solo para personas en situación de exclusión, riesgo o vulnerabilidad social, sino para el mundo en general ya que, desde la prehistoria, por mera intuición o naturaleza hemos sido seres artísticos, por lo tanto, desde el planteamiento de intervenir desde el arte impulsamos/motivamos a volver a las raíces. Para las personas tiene muchos significados, siempre al menos en mi experiencia positivos, nos ayuda a relacionarnos y compartir de una manera sana con los demás”

Antonio, técnico de Cáritas Diocesana de Salamanca añade: Gozar de la experiencia de los procesos creativos con personas en situación de vulnerabilidad, es un viaje inédito siempre que se cuente con la motivación precisa, los medios adecuados y la libertad bien entendida. Confiere a las personas el reconocimiento que difícilmente consiguen en otros contextos sociales, pero sobre todo consiguen conocerse más a sí mismos y descubren la cantidad de ‘fantasmas’ que durante tanto tiempo les encorsetaron tan injustamente. Es un maravilloso viaje al interior de uno mismo que siempre te lleva a lugares mejores. Siempre.

6. Haciendo sociedad

Por último, las intervenciones artísticas no solo producen cambios individuales si no que pueden configurar la filosofía y el espíritu de un barrio entero y convertirlo en un barrio social y acogedor incluyendo la participación de vecinos y vecinas. Así lo resume Inma Cid presidenta de la Asociación de vecinos ZOES, desde el Barrio del Oeste en Salamanca. Quizá el barrio más inclusivo, artístico, participativo y social de la ciudad:

La cultura dejó hace años de ser unidireccional. Se ejerce desde los templos culturales (teatros, museos, auditorios…) hacia la población, además la ciudadanía también tiene capacidad para ofrecer iniciativas artísticas que logran que en las calles la cultura no sea de nadie siendo de todos, de vecinos que ceden y autorizan los espacios – lienzo (puertas de garajes, muros, fachadas); las tiendas donde se adquieren los materiales y pinturas; los bares donde los artistas comen, etc.

La Galería Urbana en el Barrio del Oeste es un modelo de participación ciudadana para dinamizar la cultura en un barrio que carece de equipamientos culturales, zonas deportivas, zonas ajardinadas; es arte efímero, temporal y transitorio pero tiene su calado social y un fuerte componente simbólico; crea sentido de pertenencia y orgullo de barrio. Ha atraído más comercio. Escasean los locales con el cartel Se Alquila. Además, está contribuyendo a convertir las calles del Barrio del Oeste en un museo al aire libre abierto las 24h del día, los 365 días del año que reclama el interés de quienes deciden visitarlo por esta razón.

La calle es más nuestra y escenario de la cultura a pie de calle, a pie de barrio. Sin invasión, sin apropiación, más bien como intervención de la ciudadanía. Los jóvenes artistas van y vienen; fotógrafos que plasman lo que ocurre en la calle; visitantes atraídos por la actividad; vecinos que se deleitan con lo que acontece… creando un ambiente dinámico, participativo de interés intergeneracional, ¡se respira arte y late el arte con el impulso de la Asociación Vecinal ZOES!

El reto de seguir girando y dando calor para aumentar la calidad de vida y ayudar a cambiar el paso al barrio. El reto es que el proyecto supere a las personas”.

 

Número 4, 2020