Palabras clave: datismo, empatía, escucha, tecnología

Con voz propia

Ordenadores, expedientes y acción social

Voiced by Amazon Polly

Joaquín García Roca

Sociólogo y Teólogo

 

 

Cuando el televisor entró en casa, transformó el comedor en sala de estar, satelizó el espacio y el tiempo, y convirtió la familia en simple espectadora ante la pantalla; cuando el ordenador entra en la Acción Social (AS) impone una determinada distribución del espacio, reduce la conversación a expediente, el despacho  devora a la comunidad, y el profesional se convierte en recopilador de datos.

La AS no puede ni debe ignorar los avances técnicos que permiten disponer de información, adecuar los servicios a las necesidades,  planificar los recursos y evaluar los resultados; pero tan importante es incorporar la nueva tecnología, como advertir las mutaciones que configuran el presente y el porvenir de la AS. En el origen de la revolución tecnológica, se creía que podíamos y debíamos defendernos de sus riesgos; hoy hemos comprendido que la máquina induce, provoca y favorece su uso; ya no estamos en el mundo de las patologías del sujeto, sino en el magnetismo de la máquina que crea auténticas propensiones físicas.

En mi reciente visita al hospital, una pantalla se interpuso entre el médico y yo, de modo que durante la visita, tasada en diez minutos, no levantó los ojos de la pantalla ni la mano del ratón salvo para leer un WhatsApp que se colaba subrepticiamente.  El doctor era consciente que aquel acto permitía conectar mi expediente con todos los servicios del hospital y mejorar la salud personal y colectiva; pero todavía no sabía cómo defender la relación con el paciente, que convertía el encuentro en mera gestión, procesamiento de datos y trabajo burocrático.

Cuando el Informe social, que ha sido el canon específico de la AS, se convierte en simple expediente en lugar de expresar la historia de vida, algo esencial se pierde. Mientras el Informe pertenece al género narrativo, el expediente es un conjunto de logaritmos informáticos requeridos por el nuevo capitalismo de datos que es hoy la mayor riqueza para sostener la producción, favorecer el consumo y ofrecer seguridad. Si el capitalismo industrial pedía de la AS que asistiera a los que él expulsaba, el capitalismo de datos la convierte en nodos de redes, para contento y beneficio de las grandes industrias farmacéuticas, las agencias de seguridad y los operadores globales.

El profesional de la AS acaba siendo más un recopilador de datos que un facilitador de relaciones empáticas. El datismo desacredita el diálogo, desprecia la conversación, ignora el medio abierto, devalúa el encuentro entre iguales, e incapacita para expresar sentimientos, anhelos, emociones, miedos y temores. ¿Qué hay de mi renta básica? Se le pregunta al Trabajador social. Solo puedo decirte que ya presenté el expediente a la Consejería. Al procesarse los datos en otro lugar y no ver el resultado de su acción, pronto perderá el sentido de sus actos, dejará de importarle su trabajo y entrará en el bucle de unos datos que sirven para lograr más datos. Cuando el ordenador se convierte en un ente autónomo sometido al principio lo que se puede hacer se debe hacer, convierte la realidad social en un universo de medios, prestaciones  y recursos, desplazando, así, las metas y los fines.

Se impone, ahora, que estamos todavía a tiempo, reivindicar la sabiduría de la AS que postula el encuentro como experiencia de verdad, la escucha de la otra persona y su interpelación, la deliberación con uno mismo, el diálogo entre profesionales e intercambio de saberes, la honestidad con la realidad, aunque no pueda tabularse. El por qué, para qué, hacia dónde desborda el datismo y requiere un tipo de sabiduría que conjuga la reflexión y la imaginación, la información y la implicación, el diálogo y la introspección, la técnica y la ética. Y entonces llegamos a entender que el problema no consiste en tener mucha información, sino en saber a cuál se debe prestar atención para propiciar una decisión justa y apropiada. Los datos tabulados pueden ayudar a entender y a explicar, pero son insuficientes para aplicar a la situación de una persona concreta. La aplicación requiere de imaginación, de intuición, de encuentro, de confianza, de solidaridad,  que sólo se logran cuando se vive empáticamente la situación de la otra persona, se penetra en ella y al conjugar ambas miradas se amplían las expectativas de  vida y el horizonte de sentido. Si triunfara el datismo, las máquinas tendrían más futuro que la Acción social, y sus trabajadores serán sustituidos por máquinas expendedoras, que procesan más y mejor los datos.

 

Número 4, 2020
En marcha

Empoderarnos y alzar la voz

Mª Eugenia Rodríguez Fernández

Trabajadora Social del Centro La Anjana. Cáritas Diocesana de Santander

 

La participación de las personas con las que trabajamos es una preocupación y una apuesta que desde Cáritas Diocesana de Santander mantenemos con fuerza. En ese contexto recibimos una propuesta de la Universidad de Cantabria para poner en marcha, de manera conjunta, una experiencia piloto. Se trata de un grupo de reflexión en el que los participantes abordan aspectos de su vida, entendiendo por tal no solo su situación de dificultad, sino, sobre todo, su condición de ciudadanos y ciudadanas.

El Taller de Personas sin Hogar, el Hogar Belén y el Centro de la Mujer La Anjana  son los  elegidos para iniciar el trabajo. Son proyectos de Cáritas Diocesana de Santander en los que las personas participantes son estables en el tiempo y tienen un alto grado de compromiso con el proyecto. Esto hace posible realizar un trabajo de largo recorrido con compromiso de permanencia.  

Se incorporan al proyecto dos profesionales de Cáritas Diocesana de Santander y catorce participantes de los tres proyectos. Y el grupo es también acompañado por dos docentes de la Universidad de Cantabria.

1. A partir de la realidad

Comenzamos hace un año. El primer reto era hacer grupo, para ello resultó fundamental el generar un espacio acogedor y bonito donde conocernos, compartir nuestras historias, preguntas, preocupaciones. Muy importante la creación de  un clima agradable, café y dulces como elemento de acogida y disfrutando del tiempo, sin prisas.

Lo primero que nos plantemos conocer fue cuál era nuestra preocupación común, sobre la que queremos empezar a hablar y para ello recurrimos a unas sencillas preguntas absolutamente abiertas: ¿cómo veo mi futuro?, ¿qué deseo que me suceda?, ¿qué me preocupa?, ¿qué me cabrea?

En esta primera fase de consulta y deliberación democrática no se impuso ningún tema, es en el dialogo con el grupo donde se definieron los dos temas elegidos y comenzamos a indagar, trabajando juntos, compartiendo ideas y habilidades. Nos reuníamos quincenalmente.

Utilizamos papel continuo y lluvia de ideas para reflejar todas las propuestas e ir consensuando y simplificando. Haciendo mini resúmenes de lo hablado y debatido. Nadie decide por nadie, cada opinión tiene la misma validez y es el grupo el que decide si la propuesta queda o se descarta. Al final, de los 22 temas que surgieron, dos asuntos quedaron como consenso: la vivienda y el empleo.

Y sobre ellos nos pusimos a trabajar para saber más. Compartimos nuestras vivencias, leímos y escuchamos, pero no queríamos quedarnos en algo solo para el propio grupo. Nos surgió la necesidad de contárselo a otros, de  denunciar, visibilizar, y de poner nuestro granito de arena para cambiar las cosas.

Para todo esto hemos realizado alrededor de 20 sesiones incluso al final intensificamos la frecuencia pasando a encuentros semanales y ahora estamos en el momento de ejecución del proceso creativo.

Estamos realizando una obra con materiales reciclados para mostrar en una exposición que se celebrará la segunda semana de noviembre de 2019, en la que presentaremos el fruto del trabajo realizado. Actualmente estamos en fase de creación, plasmando en los objetos seleccionados las ideas que queremos trasmitir. Nos queda la última fase de evaluar la experiencia y difundirla. Queremos que nuestras voces e ideas se escuchen.

2. Trabajando con personas no con problemas

Pero más allá de la experiencia concreta que, como todas, tiene sus luces y sus sombras, este artículo quiere profundizar en las razones de fondo de esta experiencia. Desde nuestro modelo de acción social, la participación es un elemento transversal. Consideramos que la participación de las personas en situación de exclusión es una referencia necesaria en todos los niveles de nuestra acción. Participar es colaborar para sentirse protagonista y sentir que lo que piensas, haces y dices es importante para la sociedad.

Porque las personas con las que trabajamos son, ante todo, personas y no son lo que les pasa. Que no necesitan que nadie hable por ellas, porque siguen teniendo voz. Que su situación, por complicada que sea, no les ha arrebatado su condición de sujetos, responsables y activos en la sociedad.

El hacer realidad las teorías nos ayudan a comprenderlas mejor, nos abren oportunidades de investigación práctica y aplicada para continuar profundizando en ellas, contando además con la participación de los, en principio “objetos” de la misma, lo que la dota de una cualidad especial, bastante poco común. Porque el conocimiento no es patrimonio de nadie, sino un tesoro para la  humanidad, al que todos podemos contribuir.

En definitiva, estamos desarrollando un experimento de construcción colectiva. Con este proceso queremos  demostrar que las ideas pueden convertirse en  objetos tangibles y mostrar a la sociedad por medio de esa obra, que otra mirada desde y para la incorporación social es posible cuando las personas nos implicamos en el proceso y nos lo creemos.  Estamos usando una herramienta de esas que no se gastan con el uso, sino más bien al contrario, más crece cuanto más se usa: la creatividad. Que, de nuevo no es patrimonio solo de genios, pues consiste en construir con aquello de lo que dispones.

3. En aprendizaje permanente

Como dijimos, se trata de un proceso en marcha, aún no hemos acometido la fase de difusión, y por consiguiente tampoco hemos realizado una evaluación del conjunto de la experiencia. Queremos, al final, elaborar una guía y recoger los resultados del experimento. Es un camino en construcción y negociación constante por lo que cuando finalice el proceso podremos plasmar en un documento más completo todo el aprendizaje por si a alguien más le sirviera.

No obstante, como esto de evaluar y aprender no es algo que se haga de golpe al final, algunas cosas sí que vamos viendo muy claras.

El espacio en el que estamos se convierte en clave, fundamentalmente si logramos que este sea bonito y cómodo. Que resulte acogedor y que cuidarlo sea una responsabilidad compartida. Vamos a intentar sentirnos como en “nuestra propia casa” con “nuestra familia”. Elemento que resulta especialmente significativo para personas para las que esta experiencia no pertenece a su cotidianeidad, personas sin hogar, lo que es mucho más amplio y sobre todo más hondo que sin techo.

El VIII Informe FOESSA nos enfrenta al proceso de construcción de una sociedad desvinculada, cada vez más individualista, por el contrario, en nuestra experiencia ha resultado clave  la capacidad de generar vínculos emocionales entre los participantes del proceso. Gentes que no se conocían pero hemos ido desarrollando lazos afectivos y una relación de confianza, en el sentido de que nos “fiamos con” los otros de un proyecto que compartimos. Las personas en situación de exclusión social también sufren, y probablemente en mayor medida, las consecuencias de un modelo social que nos aísla y deja las soluciones al arbitrio de la iniciativa individual, del sálvese quien pueda.

Esta confianza ha permitido que todos los participantes nos sintamos escuchados, que nuestras ideas se debatan al mismo nivel, ninguna persona sabe más que otra, ninguna opinión cuenta más que la de otro. Todos decimos tonterías y todos damos en el clavo, no tenemos miedo a compartir lo que pensamos, nadie lo juzga, y sobre todo nadie te juzga solo se escucha y se debate. Y hasta a veces se consensúa, de manera que lo que termina saliendo no es ni lo tuyo ni lo mío, sino lo nuestro. Experiencia esta muy nueva para personas que, de habitual no solo no son escuchadas, sino que ni quiera son vistas, que están, socialmente invisibilizadas.

Y por último, el tiempo. No hay prisa, los procesos duran lo que tengan que durar, los plazos son los que hayan de ser porque los ritmos son diferentes pero terminan acompasándose. Los que corren se esperan y los lentos se apresuran. El tiempo es nuestro aliado no nuestro enemigo. Hemos roto la lógica de los plazos, de los tiempos que de habitual, damos a los demás para que hagan lo que les decimos que tienen que hacer.

Probablemente, al finalizar podremos decir muchas más cosas, de eso se trata. De empoderarnos para alzar la voz.

 

Número 3, 2019