Rufí Cerdán Heredia. Doctor en geografía, subdirector de evaluación ambiental Generalitat de Catalunya 2005-2011, exdirector de Caritas Diocesana de Vic 2017-2021
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Los niños nacidos en 2020 se enfrentarán a una exposición sin precedentes a los extremos climáticos.[i] Las olas de calor, las sequías, las inundaciones y otros fenómenos extremos van a crecer substancialmente exponiendo a las nuevas generaciones a grandes riesgos, aunque el calentamiento global siga la improbable senda de quedarse en 1,5º por encima de la temperatura media global respecto al periodo preindustrial. En 2023 y 2024 la temperatura media del planeta ya ha alcanzado el aumento de 1,5, ese temido límite.[ii]
El 10% más rico de la población mundial representó casi la mitad de las emisiones globales en 2019 a través del consumo privado y las inversiones, mientras que el 50% más pobre representó solo una décima parte de las emisiones globales. Al mismo tiempo, las regiones con bajos niveles históricos de emisiones e ingresos suelen estar expuestas con mayor frecuencia y gravedad a los impactos climáticos y tienen recursos limitados para la adaptación.[iii]
Los grupos más expuestos al cambio climático suelen ser las personas que viven en condiciones de pobreza, las poblaciones más vulnerables, los ancianos, los niños, las mujeres y los grupos ocupacionales que trabajan al aire libre. También son más vulnerables los pueblos indígenas y las personas que dependen directamente de la naturaleza para su supervivencia.
Para prevenir los efectos del cambio climático es crucial reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la eficiencia energética y promover la reducción justa del consumo, lo que pasa necesariamente por una redistribución de la riqueza. Esto implica adoptar hábitos de consumo responsables, impulsar la transición a energías renovables, proteger los ecosistemas, asegurar una renta universal y reducir la duración de la jornada de trabajo.
Pero dada la alta probabilidad de que ocurran esos problemas, además de las acciones individuales y los cambios globales en la movilidad, en los sistemas agroalimentarios y en la transición energética que deben promover todas las instituciones para reducir los consumos de materiales y de energía, es preciso tomar medidas de adaptación para mitigar los efectos de los fenómenos extremos:
- Resiliencia urbana: Diseñar ciudades que sean resistentes a los impactos del cambio climático, como inundaciones, sequías, y olas de calor. Para ello se debe adaptar el espacio construido para evitar desastres en las inundaciones y mejorar las condiciones climáticas de las viviendas y de los espacios públicos.
- Gestión del agua: Reutilizar el agua residual, promover la eficiencia en el riego, y construir infraestructuras para la gestión del agua en zonas vulnerables.
- Agricultura sostenible: Desarrollar cultivos resistentes a la sequía, utilizar técnicas de agricultura que reduzcan las emisiones, y proteger los suelos.
- Protección de ecosistemas: Restaurar y proteger los ecosistemas naturales, como los bosques y los humedales, que son importantes sumideros de carbono y reguladores del clima.
Hemos de trabajar juntos y a todos los niveles, transformando comportamientos y estructuras para conseguir ralentizar la crisis ambiental y proteger a los más vulnerables de sus peligrosos efectos. Vivamos la ecología integral convencidos de que es el camino.
[i] https://www.nature.com/articles/s41586-025-08907-1
[ii] https://climate.copernicus.eu/esotc/2024
[iii] https://www.nature.com/articles/s41558-025-02325-x
Número 21, 2025