Con voz propia

Nombrar y des-nombrar

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Pepa Torres PérezTeóloga feminista y activista por los derechos de los migrantes

Acabo de leer un libro fascinante que recomiendo encarecidamente titulado Oreja Madre[1], de Dany Zelco, un artista activista argentino judío, no sionista, que lo ha escrito para exorcizar y desmantelar la narrativa de la identidad judía hegemónica en el contexto del genocidio palestino y las políticas de la crueldad y la Internacional del odio que hoy atraviesa nuestro mundo. Un libro que pone patas arribas muchas creencias y narraciones y reivindica el poder de nombrar y des-nombrar para desarmar las repeticiones que hacen daño.  

¿Cómo nombrar nuestros miedos y des-nombrar la violencia que produce sobre otros y otras? El libro de Dany Zelco nos recuerda también que desde hace décadas al clímax de la inhumanidad se le llama nazismo, pero que las nazificaciones van y vienen para describir lo intolerable, para marcar el enemigo absoluto. Así, Israel nazifica a los y las palestinas y Trump nazifica a los musulmanes y a las personas migrantes[2]. Salvando las distancias que pueda haber ¿A quién nazificamos nosotras y nosotros hoy? ¿Cómo afrontar y des-armar los discursos y las prácticas de odio que se extienden entre nosotros y nosotras a nivel global? ¿Qué aporta el Evangelio en ese desarme? ¿Sólo buenismo, como nos critican algunos y algunas? ¿O puede y debe hacer alguna propuesta política entendiendo lo de política en sentido amplio y no solo identificándolo con los partidos y mucho menos con las derechas y las ultraderechas del mundo, con la Internacional Neofascista?

La construcción del diferente como enemigo y como no persona pasa por un proceso de cosificación  del otro que manejó con una inteligencia perversa Goebells, el ministro de Propaganda de Hitler, pero que hoy manejan las fakes news y las redes sociales convirtiendo en noticia lo que no es más que un bulo y haciéndolo pasar por verdad objetiva y verificable : los inmigrantes se comen las mascotas, nos quitan el trabajo, son delincuentes, abusan y maltratan a las mujeres, nos están islamizando y pervirtiendo nuestras costumbres, etc.¿ Cómo desmantelar estos discursos y poner en su lugar narrativas alternativas?¿Cómo pasar de la lógica del enfrentamiento al diálogo y al encuentro?.

Propongo algunas pistas:

1-Proximidad, y reconocimiento. El cuerpo a cuerpo nos saca de la abstracción de las ideas y nos permite reconocer lo que tenemos en común como seres humanos liberándonos de estereotipos o prejuicios. O dicho en el lenguaje de Fratelli tutti: Acercarse, expresarse, escuchar, mirar conocerse, tratar de comprender, buscar puntos de contacto, reconocer la diversidad y respetarla, porque el todo es superior a las partes y las diferencias puedan convivir enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque ello implique discusiones que hemos de aprender a gestionar (FT 198-224).

2-Escucha y mirada desarmada a los otros/as. Sin proyectar prejuicios ni pre-concepciones que buscan enfrentarnos y sitúan a unos/as por encima o por debajo de otros/as. Mirar a los y las demás y a uno mismo de forma capacitante, poniendo el foco en las posibilidades y no sólo en la carencia. Una mirada generadora de vínculos que interrelacione y disponga a la confianza y generar un nosotros cada vez más amplio, porque lo que lleva siempre al naufragio es el aislamiento y lo que siempre nos libera es la relación. Cuidar lenguajes orales y corporales, gestos que incluyan y ayuden a desmontar estereotipos, generalizaciones, sean respetuosos con la diversidad y el reconocimiento de la dignidad de todas las personas con independencia de su género, orientación sexual, color de su piel, status económico, etc.

3-Fomentar el diálogo constructivo. Nadie posee toda la verdad. La verdad es sinfónica. Entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises. Esforzarnos en la convivencia y la vida política en encontrar confluencias y dejar espacio a la diferencia y la discrepancia. sin dejarnos provocar por modos impositivos, manipuladores o violentos. El diálogo efectivo es una herramienta crucial para desmantelar la ideología y los populismos que se basa en la división, el odio, la supremacía. El fascismo encuentra su caldo de cultivo más propicio en los ecosistemas donde la incomprensión, el malestar social, la pérdida de confianza en personas e instituciones avanza. Sin embargo, conversar de forma abierta y sincera, fomentando el diálogo mutuo y la reciprocidad a nivel que sea posible facilita que las personas podamos confrontar nuestros miedos y prejuicios y bajar nuestros mecanismos de defensa y proyección sobre otros.

4- La apuesta constante y terca por el diálogo y la tolerancia desde la sabiduría de la no violencia activa y la desobediencia civil: No en nuestro nombre. Un diálogo que trata de ir más allá del diálogo dialéctico, para llegar a una auténtica comprensión del otro, que permita una verdadera comunicación mutua, del que emerja un lenguaje común que atraviese los límites del lenguaje propio. Un diálogo flexible y abierto a un mutuo enriquecimiento, que nos lleve a estar dispuestos a ceder algo por el bien común.

5-Empatía y amabilidad. Ejercitar la capacidad de intentar ponernos en la piel del otro, y hacerlo revisando prepotencias o subalternidades que podemos tener introyectadas. Junto a ello ensayar lenguajes que alienten y conforten, que estimulen, en lugar de palabras que humillan, irritan desprecian (…) porque la empatía y la amabilidad permiten la búsqueda de consensos y abren caminos donde la exasperación destruye todos los puentes (F T 198-224).      

6-Cuestionar la autosuficiencia y acoger la propia vulnerabilidad ofreciéndonos amparo mutuamente. Lo que nos hace más humanos no es la prepotencia, la intolerancia, el dogmatismo excluyente, sino la capacidad de saber convivir haciendo hueco a la diversidad que nos constituye como humanidad y aprendiendo a cuidarnos colectiva e inclusivamente, afrontando juntos los riesgos que nos amenazan como especie y como casa común. Frente a la cultura de la indiferencia, la resignación, la impotencia, el no hay nada que hacer, cultivar el sostén mutuo, la organización colectiva y la creatividad. Multiplicar dones, capacidades potencialidades desde la vulnerabilidad compartida, porque la vulnerabilidad si se colectiviza puede hacerse potencia.

7-Compartir relatos de resistencias y búsquedas que nos estimulen, porque “no siempre   gana Goliat” y necesitamos narrárnoslo y celebrarlo. La risa, la fiesta, la celebración, el humor son también importantes como formas de resistencia que estimulan y fortalecen la cultura del encuentro.

8-Fomentar pensamiento crítico, la memoria histórica y la importancia de los contextos. Esto nos hará más conscientes de la complejidad de la realidad, de las causas y consecuencias de comportamientos acciones u omisiones personales.

9-Alfabetización mediática.  Evaluar la credibilidad de las fuentes de lo que escuchamos y circula por las redes. Desarrollar habilidades que identifiquen sesgos e intereses que hay detrás de las comunicaciones y mensajes.

10-Promoción de valores democráticos y la cultura de la participación critica, frente al autoritarismo (respeto a la diversidad, negociación, procesos).

11-Promoción de una justicia más allá del punitivismo, que busque no solo castigar sin reparar daños, promover cultura de la paz y la justicia restaurativa.

12-Ampliar el concepto de seguridad. Una seguridad que lo sea para todas y todos, desde un enfoque de derechos humanos y no tanto militarista. Hace unos años hice una pequeña encuesta a amigos y amigas migrantes sobre lo que significaba para ellos y ellas la seguridad y me respondieron cosas como las siguientes: tener una casa para vivir, no ser identificado en una redada por el color de mi piel, no ser acosada por mi jefe por ser mujer y brasileña y si lo soy que no se presuponga que algo abre hecho para provocarle. Por eso la seguridad tiene que ver también con las políticas de equidad, con políticas públicas inclusivas y transparentes que devuelvan la confianza en las instituciones.

Como Dany Zelco en su fascinante Oreja Madre estoy convencida que ante la realidad que nos atraviesa como civilización y como planeta no podemos ser ni plañideras, ni meros espectadores y espectadoras, sino que nos toca también ser llave para recuperar y resignificar la cultura del encuentro y la democracia participativa e inclusiva.

[1] Dany Zelco, Oreja Madre, Buenos Aires, Caja Negra, 2025

[2] Ibid., pág. 198

 

Número 21, 2025
A fondo

El modelo de intervención en Trabajo Social empático-emocional desde una mirada senti-pensante

Emiliano A. Curbelo

Doctor en Trabajo Social y Máster Oficial en Intervención Social y Comunitaria, con experiencia universitaria docente e investigadora.

 

Tomemos como punto de partida que, respecto del modelo de intervención en Trabajo Social que propongo, entiendo que constituye un viaje compartido entre almas que, de manera colaborativa, promueve una adecuada capacidad resolutiva del sufrimiento psicosocial de las personas, familias, grupos y colectividades, para la prosecución de la transformación personal, espiritual, moral y social de éstas.

 

  1. Introducción

Numerosas cuestiones de la disciplina del Trabajo Social, entre otras, suelen dimanar de la sistematización de la práctica profesional de los trabajadores/as sociales que, como suele decirse, están todos los días en contacto directo con las personas, poseyendo una mochila cargada de multitud de experiencias y vivencias emocionales y afectivas, así como infinidad de experiencias técnicas que, por una u otra razón, no suelen ser concretizadas en nuevas teorías y/o modelos.

Francamente, pienso que los argumentos encontrados, la pluralidad de los múltiples matices filosóficos, el no pensar bajo los mismos parámetros y criterios, debe ser también aceptado, asumido y reconocido, no debiendo favorecerse la perpetuación entre tener la razón o carecer de ella, habida cuenta que, retóricamente, existen múltiples maneras de justificar la realidad. Como ya lo hice notar, todo este repertorio no trata de sumergirnos en un debate sobre la tolerancia o la intolerancia, sobre la transigencia o la intransigencia, sino que va más allá de los puros convencionalismos, intento que abramos los ojos y no nos dejemos dormir en el sueño de la habitualidad, puesto que, la evolución o la revolución, desde los orígenes de la historia, ha provenido de aquellos y aquellas que, aunque sea en solitario, han sido valientes y han sabido transformar el mundo, la realidad y la cotidianeidad, desde el corazón, teniendo como bandera el coraje de sustentar argumentos sólidos contra lo tradicionalmente aceptado.

Ahora se comprende por qué pretendo respetuosamente que nos alejemos de la corriente única, entendiendo lo diferente desde el dogmatismo, la pluralidad y la sublime libertad. Intentar ser plural y abierto a otras disyuntivas, no debe enmarcarse como un acto de rebeldía, es más, constituye un derecho, una demostración de suma inteligencia y crecimiento personal. Falta por decir que debemos empoderarnos como trabajadores/as sociales, dado que, los miles de colegas que ejercen la disciplina en cada uno de los rincones más inhóspitos del mundo – a los que no se les suele valorar por el simple hecho de no ser formalmente académicos e investigadores/as – al tratar directamente con la/s persona/s y sus problemáticas sociales, poseen una riqueza holística inconmensurable, dimanada de toda esa experiencia acumulada que cargan en sus mochilas. De esta forma, una cuestión es lo que se escribe y otra muy diferente lo que se vive, habida cuenta que, nadie toma conciencia realmente de las circunstancias, sin conocer la realidad palpable directamente del escenario en la que esta se produce.

 

  1. El modelo de intervención en Trabajo Social empático-emocional desde una mirada senti-pensante [1]

Dentro de este marco ha de considerarse que los modelos de intervención en Trabajo Social han orientado y dirigido nuestra práctica profesional desde los albores de nuestros orígenes, más o menos institucionalizados, transitando de rudimentarias bases empíricas a postulados más complejos que han ido evolucionando progresivamente. Entiendo, pues, que, actualmente, los trabajadores/as sociales intervienen sobre la base de los principios rectores de una perspectiva ecléctica, sobre las bases de fundamentos propios del Trabajo Social y de las Ciencias Sociales y Humanas. En pocas palabras, esto nos lleva a caer en la cuenta que el modelo que nos ocupa se nutre de la complejidad y la transformación, de la esfera afectiva y emocional, así como de los derechos consustanciales de las personas. Ello supone que, desde el Trabajo Social, se debe hacer necesariamente uso de esa mirada sentí-pensante basada en la lógica-racional y empática-emocional para resolver las situaciones de sufrimiento psicosocial o las diversas multiproblemáticas.

Desde este punto de vista, seguidamente, se expondrá con mayor detalle, cada uno de los elementos y características que configuran el modelo propuesto:

2.1 Objeto del modelo

Empezaré por considerar el poder compartido del trabajador/a social para cambiar la vida de la/s persona/s, donde las palabras juegan un papel transcendental en todo el entramado, puesto que, los cambios se producen por los mensajes que enviamos y recibimos, verbalizados o explicitados bajo las luces de un amor[2] que relaciona a dos seres humanos en constante interacción, mediante un proceso colaborativo de la igualdad, intentando proponer alternativas y soluciones conjuntas a las problemáticas, a los sufrimientos psicosociales y a los desafíos. Por ello, debemos enseñar y educar a trasmutar la angustia, la tristeza, la ansiedad, la pesadumbre y la amargura, eso que la/s persona/s tienen secretamente guardado en lo más profundo de su corazón y que son incapaces de modificar adecuadamente, a sentimientos de fe, esperanza, e ilusión.

Es necesario aclarar que, aunque se sostiene en el amor desde un semblante positivo, natural y sin exigencias o contraprestaciones, igualmente, reconoce las miserias y dificultades de la/s persona/s, aunque como se ha venido insinuando, el amor debe constituir el eje o fundamento piramidal en la intervención cuyo objeto es empoderar, construir humanidad y ciudadanía. No obstante, pudiera pensarse que, asignando mayor prevalencia a éste, se pierde cientificidad, aunque, hay que discurrir que, paralelamente a lo emocional, el profesional despliega sus conocimientos teóricos y prácticos basados en el Trabajo Social y en las Ciencias Sociales y Humanas desde el necesario rigor científico.

Esta brevísima exposición basta para comprender que, ese amor del que hablamos, se contempla como un hecho consustancial a la propia naturaleza del ser humano, encuadrándose en la moldura de las naturalezas psicosociales que constituyen una manera de observar e interpretar el mundo. Atiende con especial preferencia a lo emocional, categorizándonos como defensores/as de lo afectivo, sembrando las semillas de una conducta asertiva, por encima de la pasiva u agresiva, que favorezca un comportamiento socialmente adaptado para confrontar aquellas situaciones de desigualdad. Así, de todo esto, nace la imperiosidad de originar un arcoíris de argumentos que fomenten el empoderamiento y propicien la positivización y las fortalezas para la prosecución de un recuadro, donde se tenga en cuenta la esencia del ser humano como un todo, ayudándole y acompañándole, a través de un proceso interactivo, a disgregar las creencias erróneas, haciéndoles comprender y asumir la realidad.

2.2 Contenido y acciones

Llegados a este punto, es oportuno mencionar que, se debe hablar de una intervención social participativa o representativa, entendiendo que las situaciones de malestar social deben ser dirimidas conjuntamente, si bien, la/s persona/s siempre deben disponer de la última palabra, al ser estas las principales actrices de sus propias vidas, conviniendo existir un proceso de retroalimentación constante, donde la/s persona/s y el trabajador/a social, conformen un equipo de trabajo y desarrollen un trabajo en equipo.

Acertadamente, produce una transferencia interpersonal que sirve para sacudir el corazón fuertemente, desvelar los misterios del alma, sin artificios, sin prejuicios preconcebidos, sin secretos, desde esa huella dejada en el camino recorrido sembrado de momentos, donde las cuestiones verbales, pero también la comunicación no verbal y gestual, promuevan esa escucha activa que nos hace ser importantes, convirtiendo a su vez importantes a los/as demás.

En este todo complejo, debemos preservar la pertinente confidencialidad y el secreto profesional de toda la información que fluya durante el proceso comunicativo, sin entrometernos en cuestiones que superan nuestro marco funcional y competencial. Obstinadamente, se invierten esfuerzos para lograr cambios conductuales, comportamentales, emocionales, sentimentales y situacionales que permitan desafiar las dificultades y vulnerabilidades, siempre bajo criterios que dignifiquen a la persona, transmutando los aspectos negativos a lo positivos para el logro de una compleja transformación.

Lo que nos lleva a decir que la asepsia es total, no emitimos juicios valorativos o prejuiciosos o estigmatizadores, únicamente el trabajador/a social acompaña, honestando las decisiones o deseos de la/s persona/s aunque se encuadren en la irracionalidad o estén sesgados por alguna otra circunstancia. La finalidad, por tanto, es hacerles ver las repercusiones de sus decisiones en función de sus realidades, a través del diálogo apreciativo y la confrontación de ideas, posturas, criterios. En suma, se blinda el respeto por el libre albedrio, la igualdad y la libertad desde un saber, ser y estar, considerando a los individuos como seres únicos capacitados para solucionar autónomamente sus problemáticas.

Quisiera añadir que, el modelo, se especifica por presentar las siguientes etapas metodológicas o momentos procesuales que, no responden a la linealidad, sino más bien a la circularidad:

2.2.1 Fase de exploración o indagatoria

Se trata del primer contacto entre el trabajador/a social y la/s persona/s, familia, grupo o comunidad. Todo el tiempo hemos hablado del amor sustentado en la intimidad, no obstante, este no puede nacer de un día para el otro, no atiende a la inmediatez, más bien, consiste en un sentimiento que se forja con el transcurso del tiempo y dentro de un sello de confianza. Sentadas las anteriores premisas y tras este examen de causa, en esta etapa, la/s persona/s trasmitirá su demanda: personal, social, mental, espiritual y/o moral al trabajador/a social, instituyendo este una primera radiografía y aproximación panorámica sobre sus condiciones personales, familiares, sociales, humanas, afectivas y emocionales, iniciando por ende, un primer acercamiento desde la distancia a sus problemas y necesidades generales en el marco de esa naturaleza afectiva y sentimental que, ineludiblemente, rodea a cualquier ser humano.

2.2.2 Fase de intercambio empático-emocional

Con la información obtenida y originaria de otras fuentes secundarias, debemos ordenar, categorizar y clarificar los problemas, erigiendo conjuntamente un relato y una narrativa dialógica que permita adentrarnos en el conocimiento de situaciones ocultas desde la confianza entre las partes. Esta sencilla observación nos indica que la empatía debe ser la bandera que alce nuestro compromiso en el cumplimiento de los derechos sociales y humanos, a la vez que permita anclar un proceso comunicativo para futuros encuentros, produciéndose un mayor acercamiento afectivo. Todo lo cual conduce a que debemos transmitir a la persona que hemos entendido su situación, comprometiéndonos a responder conjuntamente a ella.

2.2.3 Fase de concretización o comprensión emocional

Tras una serie de encuentros sucesivos, se transita paulatinamente de la mera empatía al amor compartido, donde fluye un lago de emociones, sentimientos, pensamientos, ideas, mostrando ambas partes sus ángeles y demonios abriéndonos completamente a un encuentro espiritual que, más allá de una relación de poder, se convierta en un espacio de sensatez, sin perder de vista el lugar que ocupa cada uno en el puzle, desarrollando acciones conjuntas que sirvan para transmitir una enseñanza y aprendizaje que ayuden a la elección de las opciones y soluciones más acertadas. Si lo que acabo de decir es cierto, se trata de empoderar a la persona desde la perspectiva de las potencialidades y fortalezas, desde la positivización como seres humanos mutidimensionales, interdependientes e interconectados entre sí. De estas circunstancias, nace el hecho de que, se premie y reconozca esa valentía espiritual y moral, que permita que afloren conductas y comportamientos basados en el ímpetu. Redondeada así la noción, la salida pasa por el afrontamiento de los problemas de forma adulta, autocrítica y autónoma, expandiendo un adecuado repertorio de valores, mediante la combinación del razonamiento y el sentimiento, usando los recursos, servicios, ayudas y prestaciones solamente para intentar paliar o resolver la situación problemática.

2.2.4 Fase final o de circularidad

Atendiendo a la complejidad, en este punto, más que profesionales somos seres humanos que transitamos conjuntamente por un espacio común que, desde y con nuestras diferencias, somos fuertes y débiles, sorteando obstáculos, integrando emociones positivas y negativas, intentando transmutar estas últimas al marco de la felicidad, siendo conscientes de que no existe un inicio sin un final, ni un final sin un inicio. A la luz de lo sobredicho, es posible haber abordado adecuadamente un terminante problema, pero podrán surgir paralelamente otros nuevos o incluso se pueden reproducir los mismos. Tras esta digresión, la/s persona/s pueden exteriorizar cierta autonomía o quizá haya que retornar las estrategias afectivas y emocionales que les permitan abordar las condiciones desfavorables autónomamente en los entornos donde se socializan, habida cuenta que, como hemos sugerido hasta la saciedad, los procesos en Trabajo Social no responden a la inmediatez, sino más bien, son prolongados y perdurables en el espacio y en el tiempo.

2.3 Valores inspiradores

Pero antes de seguir adelante consideremos que, evidentemente como se ha ido nombrando, aquí invocamos el valor de la empatía y la emocionalidad en el proceso interventor, junto al amor por uno mismo y por los demás. De lo anterior, se desprende que deben germinar valores consustanciales al ser humano en el marco de las relaciones interpersonales como la cercanía, la intimidad, la voluntad, el compromiso, el cuidado, la sinceridad, la responsabilidad, el respeto, la valentía, la compasión, la sabiduría, la confianza y la lealtad.

Todo lo puntualizado, supone un alto grado de preocupación por los problemas de los demás, de cara a aportar y recibir un certero apoyo sentimental y un acompañamiento psicosocial desde las desiguales situaciones que se producen, permitiendo con mayor profundidad analizar las fragilidades y vulnerabilidades. Y esto necesita de ese compromiso mutuo que examine que ambas partes están en disposición de compartir un tiempo y un espacio común de camaradería en el que, a su vez, ese amor sea alimentado con y desde la lógica-racional que emana de los principios y postulados generales del Trabajo Social.

2.4 Contexto de aplicabilidad

Antes de pasar adelante es de conciencia aclarar que, sin ningún género de dudas, se puede aplicar en los diferentes niveles de intervención del Trabajo Social (individual, familiar, grupal y comunitario) y en los diversos escenarios, ámbitos y contextos de la acción social, tanto institucionales, como del tercer sector, como en la esfera privada o en el ejercicio libre de la profesión, considerándose que, el modelo esbozado, puede y debe coexistir junto a otros modelos al mismo tiempo, pudiendo ser extrapolado a otras disciplinas más allá del Trabajo Social, a otras realidades y a otros lugares.

2.5 Fundamentación y justificación teórica

Creo haber sugerido antes que el modelo propuesto, aparte de conformarse sobre la base mayoritaria de reflexiones propias, derivadas de la sistematización de la práctica profesional, se impregna de consideraciones, características, postulados y principios de otras teorías – como sucede con y en la mayor parte de los modelos de intervención en Trabajo Social – con el objeto de construir una tendencia ecléctica que enriquezca el sentido y alcance del mismo. Terminaré diciendo que, las teorías de referencia de este modelo, básicamente son las siguientes: teoría centrada en la persona, teoría constructivista, teoría de la comunicación, teoría humanista y existencialista, teoría de una ética no paternalista y de la ética del cuidado y teorías sobre modelos cognitivos.

 

  1. A modo de cierre

En síntesis, a modo de resumen, se exponen los aspectos más sugerentes abordados en el texto:

Lo primero que podemos observar es que, aunque, a priori, pudiera parecerlo, este modelo de intervención psicosocial no se basa en ningún planteamiento clínico en sentido estricto, al menos, eso no es lo que se ha pretendido, aunque este cree un efecto terapéutico, transformador y multiplicador, personal y social. En consecuencia, está más bien orientado a los procesos sociales, empáticos y comunicativos, así, desde las relaciones interpersonales, intenta propagar conductas habilidosamente asertivas en detrimento de las pasivas y las agresivas, todo ello, desde y bajo el paraguas del amor. Aún con eso y con todo, se trata de una mera propuesta de modelo que puede y debe mejorarse con nuevas aportaciones, con críticas constructivas, con un mayor soporte epistémico, experiencial y vivencial.

De lo anterior, se desprende que, todas estas observaciones se relacionan con dos dimensiones: la dimensión transformadora y la dimensión humanista. Ya lo veis: se ha obviado profundizar en la dimensión asistencial al no ser aconsejable su aplicabilidad en el modelo que nos ocupa. De estas circunstancias, nace el hecho de que el trabajador/a social se sitúa en los diferentes niveles de intervención, en y desde el mismo plano de igualdad, buscando una salida que permita resolver los procesos resolutivos con una mirada afectiva y emocional, conjunta y coparticipativa.

Ya tenemos aquí el contraste claro: el trabajador/a social debe transfigurarse en un artista y escultor del amor (mirada emocional) que ayude a progresar, no simplemente mediante la explicitación de sus erudiciones teórico-prácticas (mirada pensante). Yo no sé si con esto he logrado hacer ver que, más bien, debemos constituirnos en ese clavo al que puedan agarrarse cuando sientan que el barco de su vida está naufragando en medio de una tormenta, convirtiéndonos en esa ancla que sirva para alejar los sentimientos negativos, animando en momentos de tristeza y desesperación. Se comprueba, de este modo, que nos instituimos como el referente que sirve de guía para ver la luz al final del túnel, desde esa ilusión de esperanza donde en la vida todo tiene solución, mientras nos quede vida.

Bien pareciera por todo lo anterior que el modelo refuerza la negación de los prejuicios y la evitación de los juicios de valor, agrupando los esfuerzos en la colaboración para tomar decisiones, donde la libertad de elección de las personas y la simétrica deben estar por encima de cualquier superioridad o poder que establezcan las normas de la institución u asociación de la que dependamos. Aquí, podemos percibir por qué intenta buscar un equilibrio madurativo en los procesos de ayuda profesionalizada, entendiendo que, más allá de los recursos, servicios, ayudas y prestaciones sociales, se encuentra el empoderamiento dentro de una complejidad distópica que hemos de superar conjuntamente, situando nuestras lentes en las potencialidades transformadoras.

Planteada así la cuestión, se asume que las decisiones que se adopten en el presente, en considerables casos, condicionarán y definirán el recorrido futuro. Por lo tanto, el modelo presentado intenta prepararnos frente a las calamidades, permitiendo que mantengamos nuestra dignidad e integridad ante los avatares y exigencias de la vida, enseñándonos a superar las derrotas, creando oportunidades de las dificultades, siendo el deber de la/s persona/s sobreponerse a toda angustia, tristeza, depresión y malestar, sirviendo todos estos conflictos como un trampolín que asienta el fortalecimiento para salir airosos y victoriosos.

 

[1] Para mayor abundamiento, se aconseja consultar la fuente original en: Curbelo, E. (2021). O modelo de intervención en traballo social empático-emocional desde unha mirada sentí-pensante. Revista Galega de Traballo Social-Fervenzas, 23, 55-78.

[2] El concepto de amor, en dicho contexto, se debe entender como un amor fraterno, un sentimiento afectivo muy fuerte de complicidad, dedicación e interés por el otro/a que genera una emocionalidad y sentimientos positivos, así como soluciones asertivas y afectivas conjuntas, con el objeto que, su descripción, no nos derive a una comprensión “amarillista” carente de cientificidad y alejada de lo que se pretende transmitir.

 

Julio 2021

Palabras clave: datismo, empatía, escucha, tecnología

Con voz propia

Ordenadores, expedientes y acción social

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Joaquín García Roca

Sociólogo y Teólogo

 

 

Cuando el televisor entró en casa, transformó el comedor en sala de estar, satelizó el espacio y el tiempo, y convirtió la familia en simple espectadora ante la pantalla; cuando el ordenador entra en la Acción Social (AS) impone una determinada distribución del espacio, reduce la conversación a expediente, el despacho  devora a la comunidad, y el profesional se convierte en recopilador de datos.

La AS no puede ni debe ignorar los avances técnicos que permiten disponer de información, adecuar los servicios a las necesidades,  planificar los recursos y evaluar los resultados; pero tan importante es incorporar la nueva tecnología, como advertir las mutaciones que configuran el presente y el porvenir de la AS. En el origen de la revolución tecnológica, se creía que podíamos y debíamos defendernos de sus riesgos; hoy hemos comprendido que la máquina induce, provoca y favorece su uso; ya no estamos en el mundo de las patologías del sujeto, sino en el magnetismo de la máquina que crea auténticas propensiones físicas.

En mi reciente visita al hospital, una pantalla se interpuso entre el médico y yo, de modo que durante la visita, tasada en diez minutos, no levantó los ojos de la pantalla ni la mano del ratón salvo para leer un WhatsApp que se colaba subrepticiamente.  El doctor era consciente que aquel acto permitía conectar mi expediente con todos los servicios del hospital y mejorar la salud personal y colectiva; pero todavía no sabía cómo defender la relación con el paciente, que convertía el encuentro en mera gestión, procesamiento de datos y trabajo burocrático.

Cuando el Informe social, que ha sido el canon específico de la AS, se convierte en simple expediente en lugar de expresar la historia de vida, algo esencial se pierde. Mientras el Informe pertenece al género narrativo, el expediente es un conjunto de logaritmos informáticos requeridos por el nuevo capitalismo de datos que es hoy la mayor riqueza para sostener la producción, favorecer el consumo y ofrecer seguridad. Si el capitalismo industrial pedía de la AS que asistiera a los que él expulsaba, el capitalismo de datos la convierte en nodos de redes, para contento y beneficio de las grandes industrias farmacéuticas, las agencias de seguridad y los operadores globales.

El profesional de la AS acaba siendo más un recopilador de datos que un facilitador de relaciones empáticas. El datismo desacredita el diálogo, desprecia la conversación, ignora el medio abierto, devalúa el encuentro entre iguales, e incapacita para expresar sentimientos, anhelos, emociones, miedos y temores. ¿Qué hay de mi renta básica? Se le pregunta al Trabajador social. Solo puedo decirte que ya presenté el expediente a la Consejería. Al procesarse los datos en otro lugar y no ver el resultado de su acción, pronto perderá el sentido de sus actos, dejará de importarle su trabajo y entrará en el bucle de unos datos que sirven para lograr más datos. Cuando el ordenador se convierte en un ente autónomo sometido al principio lo que se puede hacer se debe hacer, convierte la realidad social en un universo de medios, prestaciones  y recursos, desplazando, así, las metas y los fines.

Se impone, ahora, que estamos todavía a tiempo, reivindicar la sabiduría de la AS que postula el encuentro como experiencia de verdad, la escucha de la otra persona y su interpelación, la deliberación con uno mismo, el diálogo entre profesionales e intercambio de saberes, la honestidad con la realidad, aunque no pueda tabularse. El por qué, para qué, hacia dónde desborda el datismo y requiere un tipo de sabiduría que conjuga la reflexión y la imaginación, la información y la implicación, el diálogo y la introspección, la técnica y la ética. Y entonces llegamos a entender que el problema no consiste en tener mucha información, sino en saber a cuál se debe prestar atención para propiciar una decisión justa y apropiada. Los datos tabulados pueden ayudar a entender y a explicar, pero son insuficientes para aplicar a la situación de una persona concreta. La aplicación requiere de imaginación, de intuición, de encuentro, de confianza, de solidaridad,  que sólo se logran cuando se vive empáticamente la situación de la otra persona, se penetra en ella y al conjugar ambas miradas se amplían las expectativas de  vida y el horizonte de sentido. Si triunfara el datismo, las máquinas tendrían más futuro que la Acción social, y sus trabajadores serán sustituidos por máquinas expendedoras, que procesan más y mejor los datos.

 

Número 4, 2020