En marcha

Acompañamiento para la inclusión social

Comisión Regional del PAIN – Servicio de Planificación y Evaluación

Dirección General de Familia y Políticas Sociales. Región de Murcia

 

El Programa de Acompañamiento para la Inclusión Social surge en Murcia en el año 2003 a partir del trabajo de análisis de necesidades y planificación que realizaron inicialmente responsables técnicos y profesionales de la Administración Autonómica y Local de la Región de Murcia.

Se parte desde un planteamiento de base: Los servicios sociales de Atención Primaria constituyen el principal instrumento de intervención del sistema Público de Servicios Sociales para la atención de las necesidades sociales de las personas. Y realiza un diagnóstico de inicio: Pese a su afianzamiento, la Red Pública tiene una serie de limitaciones que suponen una disminución de la capacidad de acción para abordar de forma adecuada los procesos de incorporación social de las personas en situación de grave exclusión social: centran su actividad muy fuertemente en el acceso a prestaciones sociales con carácter general, tendencia a actuar a remolque de la demanda, escaso desarrollo de la intervención comunitaria, limitación profesional para atender los complejos aspectos subjetivos en el acompañamiento a las personas en situación de grave exclusión social.

Desde esta necesidad de potenciar las acciones de los centros de servicios sociales dirigidas a favorecer procesos de incorporación social de personas en situación de grave exclusión social, surge el Programa de Acompañamiento para la Inclusión Social (PAIN).

Desde un primer momento, se diseña el Programa con el objeto de establecer equipos profesionales en el contexto del Sistema Público de Servicios Sociales de Atención Primaria. Su intervención tiene como fin promover procesos intensivos de acompañamiento a personas en situación de grave vulnerabilidad y exclusión social, que favorezcan el cambio humano, a través de la recuperación de la persona (autoestima, autonomía, capacidades personales, redes sociales de apoyo) y de la atención a los diversos déficits y factores de discriminación que han ido acumulándose y provocando situaciones de exclusión social (económica, vivienda, educación, formación, judicial, de salud…), desde la metodología del acompañamiento social.

A lo largo de los años, se ha ido profundizando tanto en metodologías, técnicas e instrumentos que hagan realidad este objetivo inicial, dirigido a la recuperación de las personas en situación de exclusión social, evaluándose permanentemente y adaptándose a las realidades que han ido surgiendo.

1. A quién va dirigido el PAIN

El PAIN es un recurso que da respuesta, en el contexto del centro de servicios sociales, a un perfil determinado: personas en situación de alta vulnerabilidad o exclusión social, que tengan una mínima motivación personal (voluntariedad), y que se considere que está en un momento adecuado (oportunidad) para iniciar un proceso de cambio personal, que logre parar el proceso de exclusión y revertir ese proceso de deterioro hacia la consecución de un mayor empoderamiento personal que le facilite hacerse cargo lo más autónomamente posible de su propia vida. De manera sintética: ayudar a aprender a ayudarse.

2. Principios metodológicos

Partiendo del análisis teórico de la exclusión social, nos encontramos ante un fenómeno complejo que va a determinar un proceso de deterioro de la biografía de la persona. Utilizando la conceptualización de Joan Subirats: La exclusión social se define como una situación concreta fruto de un proceso dinámico de acumulación, superposición y/o combinación de diversos factores de desventaja o vulnerabilidad social que pueden afectar a personas o grupos, generando una situación de imposibilidad o dificultad intensa de acceder a los mecanismos de desarrollo personal, de inserción socio comunitaria y a los sistemas preestablecidos de protección social [1], el PAIN establece un proceso de acompañamiento de alta intensidad que va a incidir en la paralización del proceso de exclusión y en la recuperación de la autonomía de la persona que permita, en la medida de lo posible, la recuperación de su capacidad para poder afrontar las vicisitudes de su vida, y la mejora de sus redes de apoyo naturales y sociales que puedan sostener nuevas situaciones de crisis biográficas.

Destacamos algunos principios metodológicos que desarrolla el PAIN:

  • Acompañamiento social intensivo, basado en el derecho a una relación de ayuda y a una atención social personalizada, que va a desplegar todo un abanico de intervenciones dirigidas a la atención asistencial de necesidades y de acceso a recursos y dispositivos sociales; otras atenciones de promoción personal de apoyo emocional, educativo y relacional, encaminadas a la recuperación personal del proceso de exclusión y mejora de su autonomía; y acciones de recuperación del vínculo social dañado con la persona y con sus redes familiares y sociales.

El acompañamiento social se realiza desde las bases metodológicas de la relación de ayuda humanista y de las teorías del cambio humano, que permitan un proceso proactivo y vincular de reducción de daños y de desarrollo (en la medida de lo posible) de las potencialidades y capacidades de la persona, ayudándola en su toma de conciencia que permita una reinterpretación de su vida que posibilite un cambio real en su situación personal y social.

El proceso de acompañamiento en el PAIN se realizará en dos niveles metodológicos: el acompañamiento individual y el trabajo grupal.

  • Profesional de referencia. La complejidad por la acumulación de situaciones de discriminación, y la situación de impotencia e indefensión de las personas afectadas, requieren de la existencia de un profesional que sostenga todo el proceso, que catalice de manera coherente y coordine de forma integral todas las intervenciones de profesionales y sistemas que habrá que poner en marcha. Y que facilite la recuperación el trabajo de vinculación y confianza que ayude a redefinir el vínculo personal (autoestima) y el social (pertenencia social).
  • Codiagnóstico. Un proceso de cambio humano no será posible si la persona no toma protagonismo en su propio proceso de cambio individual y en sus contextos sociales. Para ello, el acompañamiento profesional estará complementado con un proceso de toma de conciencia personal y una paulatina toma de responsabilidad de la persona en su propia vida. Utilizaremos el Acuerdo de Acompañamiento como instrumento de toma de conciencia y de asunción gradual de responsabilidades que ayuden a dirigir su propio proceso de intervención.
  • Trabajo en red: Potenciando la cooperación de todos los sistemas de protección social y de la iniciativa social ubicada en el territorio. Además de incorporar en el desarrollo del acompañamiento a las redes familiares y sociales de la persona que permitan reducir los contextos excluyentes y ampliar las posibilidades de apoyo de estas redes cercanas en futuras situaciones de conflicto personal y social.
  • Trabajo grupal como instrumento que permite un avance en el proceso de recuperación relacional y personal a partir de la creación de procesos de dinámica grupal que permitan generar un laboratorio de experimentación social donde se trabaje la recuperación de la pertenencia social, la relación entre iguales, y ejercitar y reparar el vínculo social. Nuestra experiencia de incorporar la dinámica de grupos en los procesos de acompañamiento social nos está demostrando la potencialidad de esta herramienta para la recuperación personal y promoción de actitudes de autoayuda y solidaridad entre las personas afectadas por biografías de exclusión social.

3. Instrumentos desarrollados por el PAIN

  • Herramienta de valoración de la exclusión social. La valoración de las situaciones individuales-familiares, a través de indicadores, ayuda a establecer en qué situación se encuentra la persona en relación a pobreza económica, vulnerabilidad social y grave exclusión social, permitiendo valorar el acceso al programa. Esta es una primera aproximación a la situación de exclusión de la persona. La realiza el profesional que canaliza / deriva al PAIN y es una aproximación diagnóstica inicial que da una fotografía de las áreas afectadas en la persona.
  • Módulo Sistema de Información de Usuarios de Servicios Sociales (SIUSS) del PAIN. El programa dispone de un módulo informático propio para la recogida de información de actuaciones y procesos de acompañamiento dentro del SIUSS.
  • Acuerdo de acompañamiento. Hay una necesidad de aportar a nuestro trabajo una dimensión socio-terapéutica, que pretenda lograr el cambio subjetivo, relacional y comunicativo de las personas, con el fin de que re-elaboren, re-signifiquen y superen el sufrimiento subjetivo. Que rompan con la repetitividad de su historia personal, familiar o comunitaria, cuando ésta se presenta como un obstáculo para su bienestar y el de su entorno. Es una herramienta cuyo fin es impulsar el desarrollo de la autonomía e inclusión social del usuario y acompañar el proceso de cambio humano a partir de la toma de conciencia de su realidad y su paulatina asunción de responsabilidades en el proceso de acompañamiento. Se realiza a partir de ayudar a la persona a realizar su propio diagnóstico de situación, que establezca sus propios objetivos y tareas en el itinerario de acompañamiento.
  • Registros para el trabajo grupal. El PAIN ha diseñado registros de planificación, recogida de información pormenorizada y de evaluación para los diversos procesos de dinámica de grupos que se realizan en los procesos de acompañamiento.

4. Apoyo profesional

El profesional del PAIN es el instrumento fundamental para la implementación adecuada y exitosa del acompañamiento. Ello requiere un perfil profesional con un buen repertorio de competencias cognitivas, actitudinales y estratégicas. Para ello el Servicio de Planificación y Evaluación de la Dirección General de Familia y Políticas Sociales de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, que coordina y apoya el programa a nivel regional, efectúa desde el inicio y de manera continuada el seguimiento, coordinación y apoyo a los profesionales. Lo que ha permitido la aproximación de criterios y el trasvase de experiencias, a través de:

  • Supervisión de apoyo profesional. Como un espacio donde “ayudar a los que ayudan”. La especial dificultad técnica de los acompañamientos y la alta carga emocional de este trabajo requiere un apoyo cercano a quienes lo desarrollan. Se realiza en sesiones de supervisión por zonas geográficas, supervisión de equipos y profesionales a nivel individual y de apoyo a los equipos profesionales.
  • Formación continuada que amplíe las competencias profesionales. Se desarrollan cursos y seminarios sobre metodologías de acompañamiento social para exclusión social, relación de ayuda, cambio humano, co-diagnóstico, salud mental, dinámica grupal, historias de vida, etc.
  • Portal web regional de información y comunicación Murcia Social. Donde se comparten a través de internet una biblioteca de documentación, un espacio de comunicación entre profesionales, las diversas experiencias de los diversos equipos de la Región.
  • Espacios de encuentro y coordinación. A través de la Comisión Regional del Programa (donde participan todos los profesionales), de grupos de trabajo temáticos y específicos de temas a profundizar, y con la organización de Jornadas Regionales abiertas a otros programas, instituciones y entidades públicas y de iniciativa social.

En 2018 el PAIN cumple 15 años de implementación en la Región de Murcia, considerándose un programa consolidado en el contexto de la Atención Primaria de Servicios Sociales regionales. El futuro se dirige a ir profundizando en la investigación de las peculiaridades y necesidades sociales de las personas en situación de grave exclusión social, e ir revisando y ampliando las respuestas metodológicas y técnicas ante estas necesidades. También es necesario continuar ahondando en cómo mejorar la evaluación de los procesos humanos del acompañamiento.

Y en ámbito institucional, el futuro se dirige a la ampliación del PAIN a más municipios de la Comunidad Autónoma (en este momento desarrollan el programa 27 municipios); y que la metodología de acompañamiento social sea transferida a otros programas, que pueda beneficiar a otros colectivos y personas una vez contrastada la eficacia metodológica a través del PAIN.

Casos de alta durante el año 2017: 1.172
Número de profesionales: 52

[1] Subirats, J. Pobreza y exclusión social: Un análisis de la realidad española y europea. Barcelona: Fundación La Caixa, 2014. (Colección Estudios Sociales, nº 16)

Acción social

Los "otros" derechos, el rescate del sujeto

Pedro Fuentes Rey

Equipo de Estudios de Cáritas Española

 

1. Y eso de los otros derechos…

Cuando hablamos de los otros derechos nos referimos al derecho a soñar, al derecho a la diferencia, al derecho a la ternura… y en general a muchas otras cuestiones aún por formular. Entramos de lleno en ese territorio de lo que todavía está por regular, por nombrar e incluso por descubrir. Nos posicionamos en búsqueda, lo que nos empuja a utilizar un lenguaje más cercano a la poesía que al derecho positivo, sin que eso signifique que nos conformamos con ella, sino que, junto a ella, queremos avanzar en la construcción del entramado de contenidos y normas que también ha de terminar afectando a esos otros derechos.

Pero en lugar de dejarnos afectar por la poca claridad terminológica, disfrutemos de ella, démonos la oportunidad de avanzar, sin agobiarnos por la precisión racional. Seamos, como diría Morín[1], racionales pero no racionalizadores.

El proceso de formulación de los Derechos Humanos no es más que el recorrido que hemos ido haciendo para poner nombre y traducir al lenguaje de la razón, lo intuido, lo sentido, o lo previamente conocido con ojos de lo no racional. Proceso este que no podemos dar por terminado a riesgo de declararnos poseedores del conocimiento definitivo de la condición humana.

Un conocido texto de Eduardo Galeano comienza así: El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed[2].

Estamos pues en el terreno de lo más hondamente humano, en el terreno de las fuentes. Estamos hablando de cosas que están en el origen de nuestra realidad. Los aviones no existirían sin el recurrente sueño humano de volar. Esa experiencia onírica que todos y todas hemos sentido alguna vez en carne propia, se ha podido hacer casi real, porque algunos continuaron soñándola despiertos.

Pero la fuente no es sólo origen, a ella retornamos a beber cuando tenemos sed. La sanación que nos provoca la ternura es, de nuevo, otra experiencia universal, ¡pobre de la persona que no haya podido disfrutar de la medicina de un abrazo!

En ese sentido, los otros derechos son también metas. Cuando soñamos, especialmente si lo hacemos juntos y despiertos, el contenido de esos sueños nos lleva de vuelta al paraíso, a una realidad en la que ese conjunto de principios que hemos llamado Derechos Humanos, los unos y los otros, son una realidad efectiva. Los sueños colectivos son el maná de nuestro tránsito por el desierto, son el antídoto a la pesadilla que muchas veces supone la realidad. Son la argamasa que ha soldado la historia de la liberación humana.

Construir un mundo, una sociedad a escala humana, donde la justicia y la dignidad puedan desplegarse plenamente para todos y cada una, constituye el contenido común de nuestros sueños compartidos, ¿cómo no afirmar entonces el derecho a soñar?

Podemos decir con Walt Whitman: Que estás aquí – que existe la vida y la identidad, /Que prosigue el poderoso drama, y que/ puedes contribuir con un verso[3]. Y nos encontramos con la subjetividad, con el yo como sujeto, como constructor.

El ser humano, para serlo, necesita ser sujeto y para ello ha de apoyarse en su derecho a ser feliz, a equivocarse, a ser diferente… Negar la subjetividad es quitar a la persona su condición de sujeto, y por tanto, convertirlo en objeto. La persona es, por nacer, lo más importante que se puede ser. Si bien está condicionado por multitud de cuestiones, es esencialmente un sujeto libre, con capacidades que pone en juego, es responsable de su vida y de su mundo.

Y en ese vivir, se encuentra con los otros. La subjetividad no se construye sino en relación, sin la intersubjetividad tampoco hay sujeto. Somos seres en relación con otros a los que reconocemos como legítimos en la convivencia[4]. Lo humano ha de ser entendido como algo unido a su rol social, a su papel activo, protagonista, participativo… en el proceso de hacer sociedad/comunidad. Lo Humano conforma un proyecto que no está acabado, que precisa del aporte de todos los que lo componen.

2. La acción social a la luz de los otros derechos

Acercarnos siquiera tentativamente a estos otros derechos nos puede ayudar mucho en la acción social. En primer lugar a superar la lógica del recurso convencional. Necesitamos curarnos de la obsesión por el cuantum que nos lleva frecuentemente a identificar la necesidad sólo como carencia, como falta de algo, cuando las necesidades son, o pueden ser, también potencias. La necesidad sentida como potencia desarrolla las potencialidades y los recursos propios de quien así la siente, generando dinámicas de protagonismo y participación.

Y del mismo modo, cuando pensamos en recursos, nos vienen a la mente los recursos convencionales, que son aquellos que se agotan en tanto se usan (el dinero por ejemplo). Sin embargo, hay otro tipo de recursos, no convencionales[5], como: la conciencia social, la energía solidaria, la capacidad de ayuda mutua, la dedicación y entrega de los agentes… que tienen la propiedad de incrementarse con el uso.

Unos y otros son necesarios y están vinculados por una relación de complementariedad. El trabajo en clave de los derechos, y de los otros derechos en particular nos puede ayudar a poner en marcha acciones y respuestas que tienen su base en la utilización de estos recursos no convencionales, para que la ausencia o escasez de los convencionales no sea la excusa que nos paralice. Podemos seguir haciendo, aún sin un euro.

Hemos de aprender también a dejar espacio al sujeto que pasa por lo que Joaquín García Roca[6] presenta como el reconocimiento del otro como tal. Si yo no reconozco a quien tengo enfrente como sujeto, no le estoy quitando su condición, pero desde luego, estoy dificultando mucho la realización concreta y tangible de esa propiedad.

Reconocer, supone acoger algo que ya existe pero para posicionarse activamente. Supone nombrar y sobre todo dar la palabra. Supone abrirnos a las consecuencias de la reciprocidad como guía del proceso de diálogo.

Un proceso que es, por definición, asimétrico, lo que nos ha de llevar a poner el acento en el método. Quizá ha llegado el momento de superar lo de la distancia terapéutica, para sustituirla por la cercanía terapéutica, en la que, dejándonos afectar profundamente, seamos capaces de hacer del otro el actor fundamental del proceso de salida. Dejarse afectar no es echarse la culpa, ni es cargar con la responsabilidad.

Dejar espacio para la subjetividad, comporta también aceptar que los conceptos, modos, comprensiones… no son necesariamente uniformes, ni unos son ser mejores que otros. A veces los criterios no coindicen, y las personas que acompañamos también tienen el derecho a la diferencia, y a la búsqueda de la felicidad desde su propia subjetividad.

Por último, nuestra acción necesita herramientas técnicas, las mejores disponibles, pero esto es perfectamente compatible con elementos que transitan por los entornos de la intuición, que no están, ni pueden estar encerrados en los límites de una herramienta. Necesitamos recuperar y utilizar la intuición, tengamos cuidado con que la entrevista no suprima a la escucha, que el plan no elimine el proceso.

Nuestra tarea ha de ser de procesos. Los objetivos, los programas…, son instrumentales a los procesos; o sea, con ser muy importantes no son lo importante. Los objetivos y los programas se pueden medir cuantitativamente, los procesos sólo cualitativamente. Un proceso no acaba nunca, un programa o un proyecto sí. Los procesos suelen ser altamente ineficientes, pues para muy poco (cuantitativamente) hace falta mucho (cualitativa y también cuantitativamente) recuperemos y reivindiquemos ese tipo de ineficiencia.

[1] Morin, E. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO, 1999; pág 7.

[2] Galeano, E. El derecho de soñarEl País, 26-12-1996.

[3] Whitman, W. ¡Oh, mi yo! ¡Oh, vida!! Fragmento

[4] Maturana, H. Emociones y Lenguaje en Educación y Política. Barcelona: Dolmen, 2001

[5] Max-Neef, M.; Elizalde, A. y Hoppenhayn, M. Desarrollo a escala humana. Barcelona: Icaria, 1994.

[6] García Roca, J. «Itinerarios culturales de la solidaridad”. Corintios XIII, nº 76, octubre-diciembre 1995. Madrid: Cáritas Española; págs 125 y 126.