Impacto, afectaciones y consecuencias de la COVID-19
Por J. Maymí, técnico del Observatori Diocesà de la Pobresa i l'Exclusió Social de Girona
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Palabras clave: Aislamiento social, exclusión social, hogar, nuevas tecnologías, pandemia, vulnerabilidad
Técnico del Observatori Diocesà de la Pobresa i l’Exclusió Social de Girona
Estudio cualitativo realizado en base a entrevistas en profundidad con mujeres participantes de Cáritas con el objetivo de conocer el impacto de la COVID-19 en su vida cotidiana.
El año 2020 marcará un antes y un después. Es como si socialmente nos encontráramos en un cruce de caminos, completamente paralizados por una capa húmeda de invisibilidad impenetrable para los ojos humanos, sin saber qué hacer. La pandemia del coronavirus de 2019-2020 es esta niebla. Estamos inmersos en un momento de cambio, un proceso que nos sitúa en una especie de dimensión desconocida, un período de transición incierto y encarado hacia un nuevo equilibrio que está comportando quebrantamientos y rupturas, duelos y pérdidas. Es como si nos dirigiéramos hacia un horizonte desconocido, vulnerables, perdidos en medio del océano en una barquita modesta y sin rumbo.
En contextos tan extremos y excepcionales como el actual, es fácil que puedan emerger situaciones equiparables a algunos de los elementos siguientes:
A.- Los canales de acceso a la salud pública se pueden ver alterados por razones de naturaleza diversa, al menos temporalmente, circunstancia que puede comportar más obstáculos y barreras de accesibilidad a unos servicios universales básicos y de primera necesidad, así como una disminución de su eficacia y calidad.
B.- Es posible que haga acto de presencia la idea del chivo expiatorio, la estigmatización del otro, del extraño, producto en la mayor parte de los casos de un exceso de información que se podría traducir, sencillamente, con una convivencia con la desinformación.
C.- El umbral hacia la universalización de la vulnerabilidad está cada vez más cerca y las consecuencias son previsibles, es decir, más situaciones de riesgo entre los sectores poblacionales en exclusión social y, al mismo tiempo, una sensible ampliación de los sectores poblacionales en situación de vulnerabilidad o de exclusión.
D.- En situaciones críticas y extremas, sale lo mejor y lo peor de las personas. Los cambios de hábitos y cómo inciden en los comportamientos son un aspecto importante a tener en cuenta. Es posible que la tendencia que se va imponiendo dificulte cada vez más la capacidad de interrelaciones físicas y de proximidad entre las personas, incrementando las barreras relacionales en sectores poblacionales cada vez más significativos.
E.- El papel que las nuevas tecnologías tienen en nuestras vidas es determinante, y nada nos indica que esta presencia se pueda revertir. La convivencia con la virtualidad se acentuará aún más para convertirse en un obstáculo para unos y un reto para otros, pero que ya nadie puede rehuir.
Ante esta situación, entre los meses de mayo y julio del presente año, desde el Observatori Diocesà de la Pobresa i l’Exclusió Social de Girona se realizaron un total de 14 entrevistas en profundidad a mujeres participantes de Cáritas, con el objetivo de conocer el impacto de la COVID-19 desde ópticas diferentes, buscando esta incidencia tanto a nivel familiar como en relación con la vivienda, la situación laboral, económica y a la capacidad de tener (o no) aseguradas las necesidades básicas, sin olvidar la dimensión relacional y la salud.
La totalidad de las entrevistas son los relatos de mujeres adultas, todas ellas en edad productiva, y que comparten dos denominadores comunes que se han escogido a modo de precondición para poder hacer las entrevistas. La primera es que se ha procurado garantizar un nivel comunicacional óptimo. La segunda es que fueran mujeres emprendedoras, es decir, con un objetivo personal y laboral inequívoco que trasciende su rol procreador y familiar.
Entre las observaciones de las informantes y en relación con la composición de los hogares y el estado de las viviendas se pueden destacar dos grandes tendencias. Una primera es que se intuye un incremento de la cohesión familiar y de la solidaridad interna en aquellos hogares formados por personas con relaciones de parentesco. Por el contrario, aquellos hogares compuestos por personas sin relaciones de parentesco no experimentan esta misma reacción vinculada a la cohesión, donde sus miembros tienden hacia un modelo de vidas paralelas –sin desatender reciprocidades de solidaridad interna para cuestiones básicas de la vida cotidiana. Así mismo, la constitución y permanencia de estos hogares es de naturaleza temporal y efímera.
Las semanas de confinamiento han hecho más visibles las limitaciones y deficiencias –en el caso de haberlas– de la vivienda, así como los hándicaps y limitaciones del entorno urbano. Una de las tendencias que se intuyen es que, entre aquellos que se lo pueden permitir, su proyecto más inmediato es el de cambiar de vivienda. La pandemia no solo ha mostrado los puntos débiles del piso o de la casa donde se vive, sino que se empiezan a percibir los inconvenientes y riesgos que comporta vivir en las áreas urbanas. Algunas de las informantes manifiestan que su mirada no solo afecta a la vivienda, sino también a la ciudad, valorada ahora negativamente, de manera que el nuevo interés se centra en el extrarradio urbano y, también, en el mundo rural.
Sobre la situación laboral y económica de los hogares, uno de los aspectos que se constata es una tendencia a la baja de los ingresos antes de la COVID-19 y los que se computan en el momento de la entrevista, si bien esta dinámica no compromete, en ningún caso, a asumir los gastos básicos mensuales de cada vivienda. Esta es la tendencia general, pero también es cierto que durante las semanas de confinamiento hay quienes han trabajado más y han incrementado los ingresos. Una posible hipótesis explicativa en relación con estos casos y que se tendría que poner a prueba es que las personas con una situación laboral poco estable y condicionada por la temporalidad han visto multiplicar sus posibilidades de trabajo, pero también es cierto que han tenido que asumir riesgos de contagio más elevados derivados de esta actividad.
Otra fenomenología a destacar, en el caso de las personas que siguieron trabajando o que en el transcurso de las semanas de confinamiento acabaron perdiendo el trabajo, es el nivel de afectación que la pandemia ha evidenciado en los centros de trabajo –transversalmente–, la falta de reacción, la emergencia de las deficiencias organizativas, así como una combinación entre desprotección y provisionalidad que han experimentado las personas empleadas, al menos durante las primeras semanas de confinamiento. Estas situaciones han afectado, en mayor o menor medida, psicológicamente en el estado anímico a las personas que han trabajado bajo presión, desprotegidas y en condiciones adversas.
La frustración y la impotencia que se respira a causa de la pandemia en algunas entrevistas hay que atribuirla, también, a la interrupción temporal y/o la ralentización de las tramitaciones de permisos de trabajo, solicitudes de ayudas, entre otras gestiones. La sensación a la hora de expresar esta situación es similar a la de una especie de congelación, una parálisis de las instituciones, ya que se percibe un impasse / silencio institucional y administrativo que está provocando angustia y preocupación.
Si tomamos el universo de las mujeres entrevistadas, la brecha digital es prácticamente inexistente. Las personas que no tienen aptitudes y conocimientos telemáticos suficientes –solo en dos casos– tienen recursos para suplirlos y pedir ayuda –una ayuda que puede ser remunerada. Con más o menos dificultades, los 14 hogares hacen un uso habitual de las nuevas tecnologías y en algún caso se han beneficiado de la ayuda de la escuela para tener los dispositivos necesarios. La tendencia que se deriva de esta muestra es que hay un volumen significativo entre los participantes de Cáritas en general que están familiarizados con las nuevas tecnologías y las utilizan habitualmente, a veces con deficiencias y dificultades en relación con el estado de móviles, tabletas y/o ordenadores.
Una percepción recurrente derivada del efecto de las semanas de confinamiento y a la entrada de las diferentes fases de apertura, es que hay personas que se han acostumbrado a la reclusión, creando un mundo propio, reducido, limitado, pero acogedor y suficiente para ir tirando. Este fenómeno se ha traducido en que es presumible que un número significativo de personas no haya tenido prisa por salir de casa y hacer vida social, no tanto por tener miedo de sufrir las consecuencias de una posible infección a causa del coronavirus, sino por el simple hecho de abandonar una zona de confort que sigue percibida como un recurso vigente y activo. Esto provoca que para algunas las salidas ya no sean como antes, son más cortas, y para otras son menos frecuentes, mientras que también hay quienes se han resistido a salir tanto como han podido.
Si la incidencia de este fenómeno cristaliza y se convierte en significativo a nivel social, es evidente que incidirá en otra de las tendencias que se desprenden de las entrevistas, y es que ha habido una disminución del abanico de opciones tradicionales y cotidianas asociadas a la sociabilidad personal y directa mientras que, paralelamente, la práctica de las comunicaciones entre las personas mediante las nuevas tecnologías experimenta un incremento evidente.
Hacia dónde conduce todo ello hoy por hoy es una incógnita. Con los datos reunidos hasta el momento, todo parece indicar que en los próximos meses se entre en una situación de riesgo que comporte un aumento notable de los índices de aislamiento social. Según las reflexiones que aportan las informantes en relación con sus redes relacionales, la verdad es que no está claro si estas tienden a aumentar o a disminuir, lo que sí que está claro es que, primero, por regla general las informantes cuentan con unas redes relacionales débiles fuera del ámbito familiar, a veces inexistentes, y segundo, también se puede afirmar que la afectación de la pandemia no ha contribuido, en ningún caso, a incrementarlas.
Un tema que ha sorprendido en las entrevistas y en el análisis comparativo resultante es la poca incidencia que han tenido los contagios de la COVID-19 entre las participantes y su red relacional más próxima. La mayor parte, como mucho, han sabido de casos de personas conocidas más allá de su círculo más íntimo. Hasta el momento en que se hicieron las entrevistas (mayo a julio 2020) la incidencia de contagios en el círculo más restringido fue prácticamente inexistente. Es muy probable que una segunda ola de entrevistas a las mismas mujeres podría variar los resultados ya que, a partir del mes de septiembre la incidencia de contagios se extiende sin signos de remitir.
Viendo la situación social que supuestamente está generando la pandemia del coronavirus en la recta final del año, cuando algunas de las informantes hablaban de temores relacionados con la estabilidad de su salud mental en caso de prolongación temporal incierta de la crisis sanitaria, lo lógico es que estén a las puertas de una situación personal y familiar cada vez más delicada. El riesgo de la vulnerabilidad de los hogares es más elevado y preocupante cada día que pasa.
Palabras clave: globalización, nuevas tecnologías, sociedad del cansancio, valores
Socio cooperativista en Redes Sociedad Cooperativa.
Uno de los rasgos de la sociedad líquida que nos propone Zygmunt Baumann es la rapidez con la que se producen los cambios importantes. Por eso, es fundamental no perderle el paso a la realidad y tratar de tener, en todo momento, elementos que nos ayuden a comprender las claves de nuestro tiempo, para que las acciones en las que nos impliquemos puedan ser lo más acertadas posibles.
Una de las formas de provocar ese acercamiento, puede ser, sin duda, la lectura de autores que están tratando de explicar lo que pasa desde diferentes perspectivas. El propio Baumann, es uno de los muy recomendables, pero no es el que nos ocupa hoy. La propuesta que hacemos es doble: por un lado, una de las obras de Byung-Chul Han La sociedad del cansancio[1] y por otro, dentro del proceso de relectura crítica y creyente de los acontecimientos que realiza permanentemente el centro de estudios Cristianisme i Justicia La era del desánimo[2].
Recomendamos una lectura de ambas obras, de forma seguida, pues ofrecen una visión más amplia y global de la realidad. No son extensas, su lectura es ágil y su nivel de provocación muy alto.
Han está adquiriendo relevancia e impacto mediático ya que sus tesis no dejan indiferente. De origen Surcoreano y afincado en Alemania desde 1985, llegó a la filosofía por accidente, después de dejar inacabados en su país estudios de metalurgia e intentar Literatura en Alemania, acabó haciendo una profunda inmersión en la filosofía y de un modo especial en Heidegger. De un modo y otro se ha venido dedicando a esta última, enseñando y también escribiendo; dieciséis obras le acompañan.
Es una persona peculiar, tiene una crítica contundente al capitalismo en sus manifestaciones más actuales, todas las que tienen que ver con lo tecnológico, lo digital, las redes sociales, lo virtual y trata de vivir con coherencia sus convicciones. No concede muchas entrevistas, no se prodiga por foros abiertos, es celoso de su información, le gusta más lo analógico.
En la obra que proponemos su tesis principal es que el exceso de positivismo está generando una sociedad cansada, incapaz de revelarse contra los principales problemas que la acucian. Explica la realidad desde enfermedades neurológicas y no tanto víricas o bacterianas, que podrían responder a la sociedad del siglo pasado. Nos encontramos ante una sociedad obesa, que no para de engordar hasta morir de éxito, y la forma de atacar esta obesidad, este exceso de positividad, no son las vacunas que, en línea de Michel Foucault, mantendrían el equilibrio en el sistema.
La obra cuenta con un cuerpo de ocho pequeños capítulos que tratan de ir desgranando su tesis y un apéndice con otros dos capítulos que cierran en la misma dirección la obra.
Fruto del impacto que esta propuesta tuvo en algunos ámbitos, parece que desde Cristianisme i Justicia se propusieron hacer una lectura coral (cinco autores de gran peso racional y vital) crítica de la misma, buscando complementarla y produciendo de modo inevitable un ensanchamiento de sus líneas maestras.
Evidentemente el exceso de positivismo que presenta Byun-Chul Han produce unas hipertrofias que colapsan el sistema en sí mismo. Este debe leerse junto con una serie de pérdidas que también describen el actual momento: pérdida de valores, de indignación, de vínculos, de Dios, de palabras con fuerza que transforman, pérdida en definitiva de la responsabilidad, como ellos mismos dicen en su prólogo.
El libro recoge cinco ponencias del mismo número de autores, que se realizaron en el marco de un curso del mismo colectivo. Mantiene una misma línea narrativa, más allá de las diferencias fruto de la diversidad de autores. Esta línea tiene que ver con la pérdida de lo común y el auge del individualismo al que se ve sometido nuestro momento actual. En esta cuestión radican gran parte de los males de nuestra sociedad.
Se nos propone una reflexión pausada no tanto sobre la crisis de los valores, sino sobre la corrupción de alguno de ellos, como propondrá Begoña Román, profesora en Filosofía en la Universidad de Barcelona. El Jesuita Llorenç Puig explicará en cinco iconos magníficos y nítidos la globalización de la indiferencia, como reacción social en estos momentos. Y tratándose de una propuesta creyente la que se hace desde Cristianisme i Justicia, el profesor Josep Otón llamará la atención sobre la ausencia de Dios en los presupuestos sociales, reflexión que pretende llamar la atención no tanto a la sociedad que no reconoce a Dios, sino a los propios creyentes que no lo hacemos. El jesuita González Faus irá un paso más allá y reflexionará sobre el papel divino que está ocupando el dinero y las implicaciones que eso tiene. Y, por último, el también jesuita y profesor de Teología de la Universidad de Catalunya, Joan Carrera i Carrera, analizará la falta de indignación de la sociedad occidental y el papel de conexión, de contacto, de las nuevas tecnologías, pero no de comunicar profundamente a las personas.
La propuesta de Han siendo muy interesante y provocadora, a mi modo de ver, explica una parte de la realidad, no toda la realidad. En un mundo globalizado se queda un poco limitada, es verdad, pero no es toda la verdad. Ahora bien, lo que explica lo hace con mucho acierto. Esta propuesta se enriquece, en mi opinión, si se lee conjuntamente con la propuesta de Cristianisme i Justicia, ya que le da una apertura y un ensanchamiento que la oxigenan y le permiten reinterpretarse.
Mejor leer la una y la otra y poder sacar las propias conclusiones.
[1] Han, B. La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder Editorial S.L., 2017. 2ª ed., 2018.
[2] Román, B. [et al.] . La era del desánimo. Una lectura creyente desde la filosofía y la teología. Barcelona: Cristianisme i Justícia, 2018
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