Del dato a la acción

Demografía y ¿fórmulas mágicas?

María Moscardó Bolinches. Trabajadora Social. Técnica de la Fundación FOESSA

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España cuenta con uno de los índices de fecundidad más bajos del mundo, un récord que ostenta ya desde hace varios años y que no parece mostrar ningún síntoma de cambio, a corto plazo. Pero, ¿existe una respuesta al por qué? Para tratar de responder esta pregunta es conveniente tener presente que la familia se ve influenciada y se va adaptando a una sociedad en constante cambio. Desde hace varias décadas se viene produciendo un descenso de la fecundidad que se demuestra en todos los países europeos y que se puede atribuir a diferentes causas, como los cambios en los esquemas familiares que tradicionalmente han sido aceptados, las consecuencias de las continuas crisis económicas, la precariedad laboral o el impacto de la insuficiencia de las políticas públicas, especialmente aquellas que tienen que ver con el apoyo a las familias o los cuidados.

Las políticas familiares juegan un papel crucial en la decisión de tener hijos e hijas, porque influyen en aspectos sociales y económicos que importan a las familias y que van desde las transferencias monetarias, a los permisos parentales o el acceso gratuito a plazas públicas educativas los tres primeros años de vida de los niños y niñas.

Sin embargo, no es cuestión de poner el foco únicamente en las políticas familiares como motor para promover la fecundidad, sino también de considerar su relevancia en los procesos de transformación demográfica y las condiciones de vida de las personas.

En este sentido, hace unas semanas, algunos titulares recogían los últimos datos de la estadística continua de población (INE): La población de España crece en 900 personas al día y se acerca ya a los 48,7 millones; Los datos confirman que el crecimiento de la población en España sigue debiéndose al incremento de personas extranjeras; La mayor cifra de la historia, gracias a la llegada de personas nacidas en otros países. Según los datos del INE, el reciente crecimiento demográfico en España no se atribuye al aumento en la tasa de fecundidad, sino al incremento de la inmigración.

No debemos olvidar que las políticas, en general, y las familiares, en particular, no solo benefician a las familias o a las personas que las componen, sino que también contribuyen al bienestar general de la sociedad, fomentando un crecimiento poblacional sostenible y equilibrado.

 

Número 17, 2024