Palabras clave:

Con voz propia

La víctima es siempre Jesús

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Monseñor Santiago Agrelo Martínez, Arzobispo emérito de Tánger

Puedes encontrar a monseñor Santiago Agrelo en Twitter.

 

 

La información rezaba así:

El aborto legal de una niña abusada de diez años reaviva la polémica en Brasil.

Brasil es un país con una restrictiva legislación para esa práctica y enfrenta a grupos conservadores y de defensa de los derechos de las mujeres.

Ésos eran los titulares. Y ése era el contenido de la información: no la niña, sino el enfrentamiento entre posiciones ideológicas.

Entonces subí a mi muro un grito, reclamando que las miradas se volviesen a la niña. Era un grito reclamando a las ideologías silencio, a los ojos miradas de ver, a los corazones ternura para acoger y abrazar:

Me moriré sin ver que los discípulos de Jesús de Nazaret, olvidados nuestros libros de normas, de certezas, de convicciones… nos encontremos sencillamente con la vida de las personas que se cruzan en nuestro camino… Ante una niña que necesita un abrazo infinito, una acogida infinita que le devuelva un sueño sereno, una ternura infinita que la haga sentir finalmente niña, finalmente amada… ante esa niña, todos nos apresuramos a utilizarla…siempre al servicio de nuestras normas, de nuestras certezas, de nuestras convicciones, de nuestra ideología, de nuestros saberes… Y ella continúa sola, abandonada, violada, abusada… Guárdense los obispos sus certezas. Guárdense los pro-vida sus convicciones. Guárdense los proabortistas sus códigos de derechos. Guárdense los medios de comunicación sus intereses comerciales e ideológicos. Que se calle el mundo entero, pues hay una niña a la que entre todos hemos matado…

Sí, la hemos matado… Le hemos robado todo lo que un niño, al nacer, trae como derecho en el macuto de la vida. Que se calle el mundo: hemos matado a una niña.

Resulta que son muchos entre los cristianos los que se escandalizan de un grito como ése. Alguien, supongo que cristiano de pro, me definió: sinvergüenza de obispo. Eres un demonio.

Sé que ahora escribo para Cáritas, y que he de decir algo que sirva para que los voluntarios de Cáritas, los operadores de Cáritas, cuantos de una manera u otra colaboran en el servicio de Cáritas a los pobres, encuentren aquí una palabra que ilumine sus opciones de vida.

Este obispo sinvergüenza y demonio ha visto a Jesús violado en esa niña, violado desde mucho antes de que Jesús tuviese uso de razón.

Este obispo sinvergüenza y demonio ha visto a Jesús utilizado por unos y otros para llevar el agua a sus molinos ideológicos, mientras la vida de Jesús se va por los sumideros de la crónica de un día que mañana nadie recordará.

Este obispo sinvergüenza y demonio continúa viendo a Jesús privado de su niñez, privado de su presente, privado de su futuro, expuesto como un ladrón en lo alto de una cruz…

Hace años, una amiga –Helena Maleno-, me escribía un mensaje angustiado:

Imagina que diste a luz el domingo pasado en un hospital público marroquí. Un niño precioso. Imagina que te dieron el alta al día siguiente, lunes. Imagina que volviste a casa, cansada, sangrando del post-parto, con dolores aún en un útero que lucha por volver a su sitio. Imagina que en casa te está esperando tu niña de dos años y tu pareja.

Imagina que esta mañana mientras bañabas al bebé comenzaste a ver que le costaba respirar. Imagina que corriste al hospital… Imagina que te dijeron que no podían atenderte. Imagina que fuiste dos veces. Imagina que, la tercera vez, tu bebé dejó de respirar casi en la puerta del hospital. Imagina que pediste auxilio por tu bebé muerto.

Imagina que se lo llevaron a la morgue del hospital. Imagina que a ti, a tu niña de dos años y a tu pareja os llevaron a comisaría…imagínate negra, imagínate africana, imagínate pobre, imagínate sin papeles

Mañana iremos al Tribunal, mañana un hombre de este reino decidirá si te tiran a ti y a tu niña al desierto de madrugada. A partir de ahí la suerte decidirá si serás violada, si tu hija será raptada o, por qué no, violada también.

Hace años, a mi amiga, le escribía:

Imagina ahora el amor con que nos visita cuando, mujer “negra, africana, pobre y sin papeles”, Dios llama a la puerta de nuestra vida, viene a su casa, viene a los suyos…

Querida: Si el mal que me pides imaginar resulta absurdo en tu mundo soñado de mujer, “imagina” su tenebrosa oscuridad en el mundo que Dios ha soñado para nosotros y para él… De muchas maneras y en todos los tiempos Dios vino a los suyos. Lo llamaron Palabra, Ley, Sabiduría. Se llamaba Jesús. Ahora se llama mujer “negra, africana, pobre y sin papeles”. Dios “vino a su casa, pero los suyos no lo recibieron”. Lo humillaron, lo llevaron al tribunal, lo empujaron fuera de la viña, lo deportaron al desierto, y lo mataron…

Tú me dices: Imagina, si puedes, el mal. Y yo te digo: Imagina, si puedes, el océano de amor que envuelve el mundo y lo redime del mal. Sólo el amor hace nuevas las cosas, sólo el amor les devuelve la bondad. Imagina que todos nos ponemos a la tarea de amar».

Hoy, a vosotros, amigos míos, no os digo que imaginéis: os pido que creáis.

Y veréis que es siempre Jesús la víctima que tiene necesidad de nuestro amor.

 

 

Número 6, 2020