A fondo

Para comprender las vulnerabilidades rurales. Reflexiones desde un caso andaluz.

Auxiliadora González-Portillo. Profesora Titular Dpto. Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad Pablo de Olavide 

Esteban Ruiz-Ballesteros. Catedrático Dpto. Antropología Social, Psicología Básica y Salud Pública. Universidad Pablo de Olavide 

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El análisis de las vulnerabilidades sociales ha estado centrado principalmente en contextos urbanos lo que ha condicionado la investigación de este fenómeno en los contextos rurales. En este artículo pretendemos profundizar en la identificación y comprensión de las vulnerabilidades rurales desde una estrategia teórico-metodológica distinta a la convencional que implica una concepción multidimensional, la aplicación de técnicas cualitativas y el trabajo a escala local. 

 

La vulnerabilidad y lo rural 

La vulnerabilidad es un concepto multidimensional y multifacético, que se utiliza de manera diferente en función del contexto y ámbito de investigación (Downing et al., 2005; Casale et al., 2010; Paul, 2014; Ayele et al., 2022). Su uso en relación a la ruralidad va siendo habitual (Cabero et al., 2011; Sotomayor, 2012; Yang et al., 2021; Yuliawan et al.,2022), lo que nos ayuda a desmitificar ese idilio rural que promete la publicidad turística urbanita.  

Sin embargo, el análisis de las vulnerabilidades sociales ha estado centrado principalmente en contextos urbanos (Yang et al., 2019) y esto condiciona cómo se ha investigado sobre la vulnerabilidad rural. Desde el mundo urbano la ruralidad no es más que un referente exótico, al que rara vez se le reconoce particularidades que le hagan merecedor de una consideración analítica específica. Por eso, abordar apropiadamente las vulnerabilidades rurales es algo urgente. Entre otras cosas porque si el rural proofing forma parte de las agendas de los diferentes actores políticos (desde la Unión Europea hasta la política local) es necesaria la generación de un conocimiento que sea capaz de incorporar las particularidades, variables y circunstancias cambiantes del mundo rural en todas sus dimensiones (Nordberg, 2021), también en lo relativo a las vulnerabilidades sociales. 

El análisis de las vulnerabilidades en contextos rurales es una temática de investigación relativamente reciente y con dos corrientes principales: (1) la que considera las vulnerabilidades rurales desde una perspectiva económica vinculada al ámbito de la pobreza y la privación material y (2) la que considera las vulnerabilidades rurales desde una perspectiva ambiental vinculada al cambio climático y las catástrofes naturales (Valdés, 2021). Estos dos enfoques son esenciales para comprender las vulnerabilidades rurales, pero, en nuestra opinión, muestran una serie de limitaciones: 

  • una concepción de la vulnerabilidad unidimensional vinculada principalmente a lo material (sea en forma de pobreza y privación económica), o a lo ambiental (catástrofes naturales y cambio climático) 
  • la preeminencia del uso de metodologías cuantitativas para su abordaje, basadas en estadísticas macro, nacionales o regionales, a pesar de que hay serios problemas de disponibilidad de datos en la medida en que se desciende a las escalas locales, estratégicas para la comprensión de los espacios rurales 
  • la aplicación de modelos de investigación diseñados originariamente para contextos urbanos, que después se intentan reproducir en los contextos rurales no considerándose las particularidades de los mismos. 
  • focalización de casos de investigación en países en vías de desarrollo, con lo cual nuestro norte global queda manifiestamente ausente de estudios en este sentido  

En este artículo pretendemos profundizar en la identificación y comprensión de las vulnerabilidades rurales desde una estrategia teórico-metodológica distinta a la convencional. Planteamos una perspectiva de investigación de las vulnerabilidades rurales que no se limita solo a sus ámbitos ecológicos o económicos, sino que también atiende de forma específica al entorno social rural en sí mismo. De esta forma podemos concebir las vulnerabilidades rurales como aquello que pone en riesgo el bienestar social del mundo rural. Desde esta perspectiva, definimos las vulnerabilidades rurales como las circunstancias, fenómenos o procesos que generan problemas para un funcionamiento normalizado y deseable de los grupos o individuos que habitan los pueblos, que dificultan la vida en comunidad y que, por tanto, requieren de apoyos/intervención externos para su solución. Concretamente, como veremos más adelante, nos hemos centrado en analizar los factores que provocan estas vulnerabilidades. 

Junto a esta concepción teórica de las vulnerabilidades rurales, amplia y multidimensional, aplicamos una metodología cualitativa a escala local, que genera información y datos primarios lo que nos permite no depender exclusivamente de datos secundarios y estadísticos. En concreto, la reflexión que presentamos aquí se sustenta en un estudio de caso exploratorio (Poteete et al. 2010) con metodología cualitativa etnográfica en el Valle del Genal (Málaga, Andalucía). A nivel analítico nuestra investigación ha contemplado una doble escala: comarcal y local. Para ello hemos estado trabajando con los profesionales de servicios sociales adscritos a dicha comarca, y asimismo se ha desarrollado un trabajo de campo específico en uno de los 15 pueblos del Valle. Mediante entrevistas, talleres, recuento etnográfico, observación y consulta de fuentes secundarias, hemos sido capaces de acercarnos al mundo de las vulnerabilidades en el valle del Genal. Esta forma de investigar nos ha permitido: (1) una caracterización exploratoria de vulnerabilidades rurales que trascienden a la privación material o a la crisis socioambiental; y (2) valorar la importancia de la aproximación metodológica cualitativa a escala local/micro como única forma de acceder a realidades que no se recogen en las estadísticas nacionales/macro y que resultan capitales para comprender las vulnerabilidades en el ámbito rural.  

 

La periferia rural de Andalucía ante las vulnerabilidades 

En Andalucía, la situación socioeconómica de la ruralidad periférica está caracterizada de manera general por dos aspectos esenciales: un fuerte sistema de protección social (mediante prestaciones y subsidios económicos y empleo público) y la diversificación de la economía doméstica. La combinación de ambos aspectos hace que las familias desarrollen unas estrategias domésticas que les permiten vivir adecuadamente en virtud de sus expectativas, sin situaciones significativas de privación material o de riesgo de pobreza. Si a eso se le suma la percepción compartida de la limitada necesidad de gasto doméstico en el contexto rural, estaríamos ante una situación de buena calidad de vida y capacidad de consumo desde el punto de vista económico. En nuestra opinión la privación material o el riesgo de pobreza no es una vulnerabilidad definitoria del contexto rural andaluz y así los manifiestan sus propios protagonistas. Existe una distancia entre la realidad y los análisis macro y estadísticos al uso que nos sitúan normalmente ante un mundo rural empobrecido y necesitado. Los habitantes del valle del Genal son conscientes de ello teniendo claro que una cosa son los datos estadísticos y otra la realidad cotidiana en la que viven. 

La vulnerabilidad rural en nuestro caso de estudio no puede identificarse prioritariamente con el riesgo de pobreza económica, aunque eso de ninguna manera significa que la población rural de esta serranía malagueña esté exenta de vulnerabilidades. Hemos encontrado múltiples y variados factores que provocan vulnerabilidad en este contexto rural, pero requieren de una mirada amplia para su identificación. ¿Cuáles son los factores que provocan vulnerabilidad entre los habitantes de esta zona? Esto es, ¿cuáles son los factores que favorecen circunstancias, fenómenos o procesos que problematizan un funcionamiento normalizado y deseable dificultando la vida y por tanto haciendo necesaria la intervención social? Estos son los resultados, expuestos sucintamente, de nuestra indagación en el Valle del Genal. 

1. Movilidad. Los contextos rurales periféricos sueles estar alejados no solo de las ciudades sino incluso de las cabeceras comarcales. Tener capacidad de movilidad se convierte en un requisito indispensable para poder acceder a muchos servicios y recursos (públicos y privados) o incluso para poder trabajar. Pero ¿qué garantiza esa capacidad de movilidad? Por un lado, disponer de automóvil propio y, por otro, contar con servicio de transporte público. Lo primero no es accesible a todo el mundo (ni por economía ni, fundamentalmente, por características personales: edad, por ejemplo). Por su parte, en estas zonas el transporte público es muy limitado. La única opción que queda, en muchos casos es pagar un transporte individual de forma privada, con lo que eso supone de gravamen económico para la población rural. 

A esto hay que unirle (como ocurre en el Genal) que las zonas de montaña tienen carreteras peligrosas y de difícil tránsito, agravando aún más esa movilidad. Esta peculiar orografía de algunas zonas rurales, implica también déficits de movilidad incluso al interior de los pueblos, principalmente para las personas mayores o con discapacidad física.  

Los problemas de movilidad (internos y externos) son un claro factor de vulnerabilidad social porque dificultan el acceso a recursos, servicios e incluso a derechos básicos de la población rural. No podemos obviar el sobrecoste económico que lleva aparejado para los que no disponen de vehículo propio, así como su papel intensificador del aislamiento y la soledad sobre todo para la población mayor, hegemónica en estos contextos rurales. 

2. Soledad. Una de las características de los contextos rurales en Andalucía es el elevado nivel de envejecimiento y la cantidad de población mayor que vive sola. Esta soledad, en gran parte impuesta, no elegida, se configura como otro de los factores fundamentales de vulnerabilidad rural. Esta soledad tiene diferentes causas: ausencia de familia, ausencia de vecinos, deterioro físico fruto de la propia vejez que aboca cada vez más a los mayores a habitar casi en exclusiva el interior de las casas, etc… Y también diversas consecuencias: falta de cuidados y sentimiento de abandono y de tristeza. Pero también tiene consecuencias para el propio Sistema Público de Servicios Sociales, en la medida en que proporcionalmente, se reciben muchas más demandas de atención relacionadas con la dependencia de las personas mayores que en el ámbito urbano, como reconocen las propias trabajadoras sociales. La soledad es un factor que propicia una vulnerabilidad rural específica a distintos niveles y escalas. 

3. Mentalidad. La mentalidad de muchos habitantes rurales es un factor de vulnerabilidad, puesto que propicia consecuencias negativas en la cotidianidad, no solo a ellos sino a toda la comunidad. Son variados y diversos los rasgos de esta mentalidad, que van desde la resistencia y temor a salir del pueblo, a la muy escasa valoración de la formación, pasando por la normalización de ciertos comportamientos relacionados con la violencia de género o las adicciones, o el conformismo en las aspiraciones vitales… Todas estas actitudes y pautas de comportamiento de una parte de la población rural, configura una mentalidad que se convierte en un factor de vulnerabilidad, ya que provoca limitaciones de oportunidad vital a nivel personal e incluso bloqueos al desarrollo de la comunidad. 

4. Falta de recursos y servicios. Este es uno de los factores de vulnerabilidad rural más recurrente y está plenamente vinculado al factor movilidad. La falta de recursos y servicios atraviesa todas las dimensiones de la vida rural, desde el trabajo a la sanidad o la educación, hasta el ocio y el tiempo libre. En lo que tiene que ver con el acceso a servicios públicos, la vulnerabilidad se agrava aún más ya que estamos hablando de dificultad en el acceso a derechos esenciales. 

Existe un agudizado sentimiento de abandono por parte de la Administración pública en la medida en que, como hemos visto, no se trata ya solo de no tener servicios en los propios pueblos, sino que la Administración pública no se plantea ninguna estrategia de acercamiento a los mismos. De esta forma el acceso a esos servicios básicos depende de la capacidad personal de movilidad que, en muchos casos, como hemos señalado, no es fácil en estos contextos. Por su parte, la falta de recursos y servicios de ocio y tiempo libre, si bien se manifiesta de manera generaliza para la población del valle del Genal, presenta una dimensión especialmente preocupante de cara a los jóvenes que ven con frustración su imposibilidad de disfrutar de actividades o espacios de sociabilidad adecuados a sus expectativas (sobre todo espacios de sociabilidad específicos para la juventud).  

5. Despoblación. La pérdida de población es uno de los elementos definitorios de los contextos rurales periféricos en Andalucía, y se convierte en un factor de efectos multidimensionales: a) en el mantenimiento de recursos y servicios; b) en el deterioro biofísico (cultivos, infraestructura hidráulica, biodiversidad…); c) en los espacios simbólicos (riesgo de desaparición de fiestas y acciones simbólicas…) y d) en el propio urbanismo local (casas abandonadas, descuido urbano…). 

Pero a pesar de la vulnerabilidad que provoca la despoblación a nivel comunitario e individual, la gente tiene una visión muy crítica de las políticas públicas que se están llevado para luchar contra ella y que focalizan solo en una perspectiva demográfica y de repoblación. Estas políticas se están centrado en dos ejes principalmente: la atracción de nuevas familias con menores (para que no se cierren los colegios) y de personas que teletrabajen. Pero tanto una estrategia como la otra son fuertemente criticadas. No se entienden claramente como soluciones, a veces todo lo contrario: estas estrategias se identifican como nuevos problemas (y quizá como nuevos factores de vulnerabilidad). La falta de adaptación a lo rural de los nuevos pobladores, sea por sus expectativas o sus comportamientos, se vive a veces como una amenaza a lo comunitario y su calidad de vida. Ante esto los habitantes rurales son claros: ¿se trata prioritariamente de atraer a gente nueva desde la ciudad o de crear las condiciones adecuadas para que los jóvenes locales que quieran quedarse, puedan hacerlo? 

6. Control social. Una de las características socioantropológicas de las pequeñas localidades rurales es el sentido de comunidad. La falta de recursos, servicios y de población hace que la gente tenga más vínculos y sensación de tener que ayudarse, se desarrolla más sentido de la comunidad por necesidad, se trata de una evidente protección contra el exterior y sus amenazas, se desarrolla así el apoyo mutuo como pauta de funcionamiento cotidiano. Pero ¿dónde termina el apoyo mutuo y comienza el control social? Parece que ambas son caras de la misma moneda, el apoyo y el control van de la mano, mientras el primero es una indudable fortaleza social, el segundo se convierte en una amenaza. Existe una clara conciencia de que la comunidad siempre está ahí, es un respaldo, un seguro, pero no para todo. En muchas situaciones, la persona, a nivel individual se termina viendo ahogada por la dinámica y la presión comunitaria, esa que en otro momento ha podido ser su salvavidas. Paradójicamente, el control social inevitablemente asociado a la ayuda mutua, se convierte en un evidente factor de vulnerabilidad, no solo por el sufrimiento personal que genera como falta de libertad individual, sino porque incluso limita el acceso a algunos apoyos sociales o simplemente la posibilidad de cambiar o innovar pautas y comportamientos individuales y colectivos que pueden ser negativos en determinadas coyunturas. 

 

Sobre vulnerabilidades rurales 

Aunque nuestro caso de estudio es exploratorio y limitado, y por tanto sus resultados no permiten la extrapolación o la generalización, sí nos parece un buen caso para pensar las vulnerabilidades rurales de manera más amplia. Las principales vulnerabilidades de los habitantes del valle del Genal no son consecuencia de la privación material y/o el riesgo por el cambio climático. Como hemos visto, los factores que provocan sus vulnerabilidades son heterogéneos. Algunos de ellos —mentalidad o soledad— se detectan también en ámbitos urbanos, aunque sus expresiones rurales resultan particulares. Pero existen otros que parecen más propios de los contextos rurales: despoblación, movilidad, control social o falta de recursos y servicios. Entre ellos se establece una relación recursiva que los retroalimenta, amplificando sus efectos y marcando las peculiaridades rurales. La vulnerabilidad provocada por la soledad en el valle del Genal, por ejemplo, no se entiende si no se pone en relación directa con la orografía, el clima, la falta de transporte en general o de transporte adaptado, la despoblación…, todo ello, siguiendo a Pinazo-Hernandis (2023), propicia una vivencia de la soledad diferente y más intensa en el ámbito rural. Otro tanto cabría decirse sobre el control social o la falta de recursos, cuyos efectos particulares en el valle del Genal solo se entienden enmarcados en el conjunto de factores de vulnerabilidad que hemos expuesto.  

Es evidente que los factores de vulnerabilidad vinculados a lo espacial (distancia, dispersión demográfica, orografía, movilidad) sobresalen sobre otras variables comúnmente señaladas como básicas para el conjunto de la sociedad española como las de carácter económico. El caso del valle del Genal muestra que la dimensión territorial, como plantea Escribano et al (2019), influye notablemente en los procesos de vulnerabilidad rural. Los factores espaciales han sido poco tenidos en cuenta tanto por la academia como por las instituciones públicas, lo que Roberts y Green (2013) denominan ceguera geográfica. En este sentido algunos autores reivindican el concepto de justicia espacial (Soja, 2010; Nordberg, 2021), como una extensión de la justicia social, en la que quedarían englobados factores tales como distancias geográficas y culturales, infraestructuras y servicios, demografía, cultura y valores, entre otros. Muchos de los factores de vulnerabilidad de los que habitan el valle del Genal quedarían plenamente incorporados dentro de este concepto de justicia espacial. 

Los vecinos y profesionales que intervienen en el valle del Genal son plenamente conscientes de las vulnerabilidades de su mundo rural, hasta el punto de, como se ha expuesto anteriormente, mostrarse muy críticos con la conceptualización e intervención que al respecto se hace desde las políticas públicas, sobre todo respecto al reduccionismo demográfico y las estrategias de repoblación. Desde la propia comarca se entiende que es preciso desarrollar una visión más amplia de los problemas rurales, de sus vulnerabilidades; considerar una crisis de la ruralidad que trascienda no ya lo económico, sino también lo demográfico para orientar apropiadamente las políticas públicas y la intervención social. 

En este sentido, es preciso desarrollar una conceptualización amplia del concepto de vulnerabilidad que trascienda la privación material y los problemas ambientales y haga justicia a la situación socio-cultural del mundo rural. En el norte global, la vulnerabilidad rural parece tener una dimensión social eclipsada por miradas sesgadas. 

Existe una limitación de partida en el marco conceptual de la vulnerabilidad, que, construida desde la sensibilidad principalmente urbanita de políticos y científicos, deja fuera del análisis muchos factores que se manifiestan de manera especial en los contextos rurales. De hecho, esta es una de las principales críticas que reciben los modelos actuales de rural proofing (Nordberg, 2021). No es descabellado asociar este sesgo en la consideración de lo rural con la urbanormatividad como dispositivo cultural de nuestra sociedad (Fulkerson & Thomas, 2019). Normalmente quedan fuera del análisis de las vulnerabilidades rurales factores como la orografía, la movilidad, el control social o el acceso a los servicios y recursos, circunstancias que no se manifiestan tal cual en los contextos urbanos. Nuestro caso de estudio nos revela esta circunstancia con nitidez y nos anima a proponer dos recomendaciones que alumbrarían una mejor comprensión de las vulnerabilidades rurales en el norte global, y que por tanto deberían favorecer una política pública más eficaz. 

Primero, la necesidad de una reformulación teórica de las vulnerabilidades que contemple una concepción amplia de las mismas y que tenga en consideración la cotidianidad de los contextos rurales. Es evidente que la privación material y el riesgo de pobreza económica pueden estar presentes en el mundo rural, pero no son la única vulnerabilidad posible, y por supuesto, no tienen por qué ser las principales, como se muestra en la periferia de Andalucía. En este sentido, sugerimos que una reformulación del concepto de vulnerabilidad aplicado a la ruralidad en el sur de Europa debería: (1) reconsiderar la centralidad casi exclusiva de la privación material, (2) introducir una consideración estratégica de factores relacionados con lo espacial-territorial (movilidad, acceso a recursos y servicios, soledad…) y (3) reflexionar sobre otros factores más particulares vinculados a la cultural del mundo rural como la mentalidad o el control social. 

Segundo, esta reformulación teórica no tiene consistencia sin una ampliación del horizonte metodológico. Si nuestro caso de estudio nos muestra con nitidez otras caras de la vulnerabilidad es porque nos hemos aproximado al mundo rural de otra manera. La concepción urbanormativa de la vulnerabilidad parece extenderse también a lo metodológico: la forma de analizarla y medirla resulta análoga a la que se implementa en el mundo urbano, marcado fundamentalmente por datos secundarios cuantitativos. La aplicación de esta estrategia al mundo rural supone un problema a distintos niveles: (1) una disponibilidad muy limitada de este tipo de datos cuantitativos y mucho menos a las escalas requeridas para el estudio de las sociedades rurales; (2) las circunstancias de la vida y la economía rural son muy distintas de las de la vida urbana; y (3) se generan homogeneidades respecto a la ruralidad que contradicen su inherente carácter heterogéneo (Escribano et al, 2019). No es de extrañar, por tanto, que los factores de vulnerabilidad que no encajan teórica y metodológicamente con los análisis convencionales queden invisibilizados, como si no existieran. Por tanto, nos parece que para comprender adecuadamente las vulnerabilidades rurales es necesario articular los abordajes cuantitativos (datos secundarios) con aproximaciones cualitativas desagregadas a ciertas escalas que nos permitan caracterizar adecuadamente las vulnerabilidades en el mundo rural. 

Es necesario seguir trabajando tanto en la conceptualización teórica como en los modelos de abordaje metodológico de las vulnerabilidades en general y de las propias del mundo rural, en particular. Nuestra línea de investigación pretende mejorar la comprensión de los problemas del mundo rural para contribuir, en la medida de lo posible, al diseño de políticas públicas e intervenciones sociales más eficaces y eficientes. 

 

Referencias bibliográficas 

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Número 18, 2024