Almudena Iglesias Moro
Técnica de Cáritas Diocesana de Salamanca
1. Lo integral del ser humano
En la creación, el sujeto transforma el espacio donde interviene y mientras lo hace deposita en sus creaciones emociones y significados. […] El proceso creador permite la aparición de lo que somos y de cómo actuamos, poniendo en juego la memoria, el saber, la percepción, la experiencia, lo consciente y lo inconsciente. La obra de arte funciona como metáfora del mundo en la que las representaciones son la (re)presentación de algo ya presentado, de algo anterior que se actualiza. Comporta una mirada atrás y un reajuste. Es repetición de las primeras imágenes y creación, […] que permite la concreción de lo mismo, pero de otra manera, reestructurando el «yo» (Moreno, 2016).
Si partimos del concepto holístico de persona entendemos que los seres humanos se desarrollan en un cuerpo en el que existen pensamientos y emociones. Así pues, se consideran tres núcleos que configuran a la persona: el cognitivo, el emocional y el corporal. Entender la persona sin una de esas partes es negar su totalidad (Rossi, 2006).
Como planteaba Bisquerra (2006) hemos desatendido la parte emocional y la corporal para destacar la razón y los pensamientos.
Sin embargo, son cada vez más las propuestas a nivel educativo y social que valoran la necesidad del trabajo emocional para favorecer el desarrollo integral de las personas.
2. El arte
Es en este sentido la necesidad de incorporar el arte para conmover, para emocionar. Para poder explicar y entender con más claridad nuestras emociones. Se utiliza el arte como instrumento mediador para conectar a la persona con su identidad individual y grupal.
Mediante diferentes expresiones artísticas somos capaces de proyectar nuestro “YO” para abordar dificultades, elaborar conflictos que ayuden a la reconciliación personal y a la proyección de un “YO” incluido, autónomo y con esperanza (Si somos capaces de soñarlo, somos capaces de lograrlo).
El arte nos permite crear un universo simbólico donde podemos visualizar nuestra realidad o la que queramos que sea, real o inventada. Ese universo puede dibujarse, bailarse, modificarse, inventarse y facilitar soñar con otra realidad que es la que nos gustaría que fuera.
3. Arte y exclusión social
La intervención artística es una maravillosa herramienta de mediación para trabajar con personas en situación de vulnerabilidad o de exclusión social independientemente de su nivel cultural, su procedencia, edad, etc.
Atrás quedaron las épocas en las que el arte y la cultura en general eran elitistas y solo para minorías.
El arte nos iguala y puede establecer lenguajes universales que traspasa las fronteras económicas y políticas. No es necesario tener estudios para emocionarnos. El arte está al alcance de todos, aunque haya diferentes niveles.
Hay estudios que demuestran que las personas independientemente de dónde seamos nos entristecemos y nos alegramos por las mismas cosas. Nos sentimos solos por las mismas cosas. Sentimos celos por las mismas cosas, etc.
El arte facilita que afloren las emociones y la intervención social ayuda a entender por qué aparecen ese tipo de emociones, qué significan y cómo las recibimos.
En la intervención social lo importante no es el resultado final. Éste es solo una excusa. Lo importante es el proceso y todo lo vivido y reflexionado en ese camino. Lo fundamental es el aprendizaje que se produce y que orienta a las personas a conseguir la autonomía y la inclusión.
También pueden afectar en el tipo de relaciones de los participantes. Se consiguen establecer relaciones igualitarias que dentro de los contextos más formales se ven dificultadas por la asignación de los diferentes roles o funciones que desarrolla cada uno. Para esto, es importante que la participación en estas actividades artísticas sea plural. Por ejemplo, proponer una actividad teatral de creación colectiva en una casa para personas sin hogar implicaría la participación de técnicos, voluntarios, residentes.
No hace falta tener conocimientos técnicos para que cada uno pueda encontrar su sitio en la actividad (director, actor, diseñador, maquillaje, vestuario, etc.). El desarrollo de esta intervención iguala a las personas independientemente de la función que luego tengan en la casa. Se generan espacios y momentos de verdaderas relaciones horizontales que pueden traspasar la propia actividad. Y de manera indirecta y amena se trabaja la cohesión de grupo, la autoestima de los participantes, la creatividad. En fin, valores y potencialidades que se pueden extrapolar a la vida cotidiana.
4. Romper barreras
Son muchos los espacios que pueden ser utilizados para actividades artísticas. Esto supone por un lado, la normalización de los espacios y, también, el que las instituciones sociales salgan de sus recursos para utilizar otros públicos o compartidos incluso con otros grupos.
Al salir de los típicos espacios de las instituciones sociales se rompen barreras físicas que no solo acercan a estos colectivos a la sociedad y a la cultura, sino que también sirve para que la sociedad tenga una toma de contacto con realidades a las que de otra forma quizá no se acercaría o incluso rechazarían.
La normalización de los espacios produce un fenómeno de sensibilización y hasta contagio social. La curiosidad humana nos lleva a querer conocer, a querer saber de otras experiencias, de otras vidas. Pero cuando el contexto es amable es más fácil el acercamiento. Sensibilizar conlleva un proceso de aprendizaje y en ocasiones incluso de desaprender y eliminar barreras.
También supone la ruptura de falsos mitos que limitan la participación de determinados colectivos en actos culturales y sociales. A veces estas limitaciones parten de las mismas personas que se sienten excluidas por desconocimiento y ellas mismas se vetan negándose de alguna manera su derecho a la participación y a formar parte de la sociedad.
5. Hablan los artistas
Formar parte de estos procesos artísticos genera cambios en dos direcciones tanto de quien participa como de quien facilita la actividad. Algunas opiniones de facilitadores y participantes nos dan pistas en primera persona de lo que puede suponer para ellos.
Santiago, participante de un proyecto artístico de creación colectiva en Cáritas Diocesana de Salamanca da las gracias por la ilusión devuelta a todas las personas que de alguna manera nos han ayudado a entender que tenemos muchos valores que los teníamos escondidos por circunstancias de la vida, que nos mermaron como personas. Gracias por permitirnos formar parte de ese proyecto (artístico) que a unos les ha devuelto la ilusión por seguir luchando por una vida digna y a otros le ha despertado la vena artística.
Moisés Moe, presidente de la Asociación Juvenil de Break dance de Salamanca y facilitador del proyecto ConFusiones. Lo que pasa en la calle desarrollado desde Cáritas Diocesana de Salamanca nos habla de “la necesidad de todo tipo de actividades relacionadas con el Arte, no solo para personas en situación de exclusión, riesgo o vulnerabilidad social, sino para el mundo en general ya que, desde la prehistoria, por mera intuición o naturaleza hemos sido seres artísticos, por lo tanto, desde el planteamiento de intervenir desde el arte impulsamos/motivamos a volver a las raíces. Para las personas tiene muchos significados, siempre al menos en mi experiencia positivos, nos ayuda a relacionarnos y compartir de una manera sana con los demás”
Antonio, técnico de Cáritas Diocesana de Salamanca añade: Gozar de la experiencia de los procesos creativos con personas en situación de vulnerabilidad, es un viaje inédito siempre que se cuente con la motivación precisa, los medios adecuados y la libertad bien entendida. Confiere a las personas el reconocimiento que difícilmente consiguen en otros contextos sociales, pero sobre todo consiguen conocerse más a sí mismos y descubren la cantidad de ‘fantasmas’ que durante tanto tiempo les encorsetaron tan injustamente. Es un maravilloso viaje al interior de uno mismo que siempre te lleva a lugares mejores. Siempre.
6. Haciendo sociedad
Por último, las intervenciones artísticas no solo producen cambios individuales si no que pueden configurar la filosofía y el espíritu de un barrio entero y convertirlo en un barrio social y acogedor incluyendo la participación de vecinos y vecinas. Así lo resume Inma Cid presidenta de la Asociación de vecinos ZOES, desde el Barrio del Oeste en Salamanca. Quizá el barrio más inclusivo, artístico, participativo y social de la ciudad:
La cultura dejó hace años de ser unidireccional. Se ejerce desde los templos culturales (teatros, museos, auditorios…) hacia la población, además la ciudadanía también tiene capacidad para ofrecer iniciativas artísticas que logran que en las calles la cultura no sea de nadie siendo de todos, de vecinos que ceden y autorizan los espacios – lienzo (puertas de garajes, muros, fachadas); las tiendas donde se adquieren los materiales y pinturas; los bares donde los artistas comen, etc.
La Galería Urbana en el Barrio del Oeste es un modelo de participación ciudadana para dinamizar la cultura en un barrio que carece de equipamientos culturales, zonas deportivas, zonas ajardinadas; es arte efímero, temporal y transitorio pero tiene su calado social y un fuerte componente simbólico; crea sentido de pertenencia y orgullo de barrio. Ha atraído más comercio. Escasean los locales con el cartel Se Alquila. Además, está contribuyendo a convertir las calles del Barrio del Oeste en un museo al aire libre abierto las 24h del día, los 365 días del año que reclama el interés de quienes deciden visitarlo por esta razón.
La calle es más nuestra y escenario de la cultura a pie de calle, a pie de barrio. Sin invasión, sin apropiación, más bien como intervención de la ciudadanía. Los jóvenes artistas van y vienen; fotógrafos que plasman lo que ocurre en la calle; visitantes atraídos por la actividad; vecinos que se deleitan con lo que acontece… creando un ambiente dinámico, participativo de interés intergeneracional, ¡se respira arte y late el arte con el impulso de la Asociación Vecinal ZOES!
El reto de seguir girando y dando calor para aumentar la calidad de vida y ayudar a cambiar el paso al barrio. El reto es que el proyecto supere a las personas”.
Número 4, 2020