Hospitalidad con corazón y con cabeza. Aprendizajes tras 10 años de programas de hospitalidad en el Servicio Jesuita a Migrantes
Por Jaime Pons
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Jaime Pons Matilla. Coordinador técnico del Servicio Jesuita a Migrantes
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Este artículo recoge algunos aprendizajes adquiridos a lo largo de una década de trabajo por la hospitalidad en el Servicio Jesuita a Migrantes para promover una hospitalidad con corazón, que nos conmueve y nos mueve, enraizada en nuestra tradición, estructurada para impulsar una solidaridad sostenible y eficaz, que nos conecta con las causas justas y nos abre a la esperanza.
La llegada de personas diferentes, que proceden de un contexto vital y cultural distinto, se convierte en un don, porque “las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos”. Fratelli tutti (133).
Las migraciones son un signo de los tiempos, los desafíos en torno a la movilidad humana no son nuevos, pero son profundos y complejos. Las personas que se ven forzadas al desplazamiento por causa de la guerra, la violencia o los impactos climáticos no han parado de crecer en los últimos años mezclándose con los flujos migratorios motivados por falta de perspectivas económicas y vitales. Si en el año 2015 el ACNUR estimaba que había cerca de 65 millones de personas desplazadas a la fuerza, una década después son 122 millones de personas[i]. Según las estimaciones más recientes, la OIM calculaba que en 2020 había 281 millones de migrantes internacionales, el 3,6% de la población mundial[ii].
Estas cifras van acompañadas de las imágenes de las guerras, más o menos cercanas, del desgarro que nos produce la realidad del tránsito, las muertes en las fronteras, las embarcaciones que llegan a nuestras costas o los rostros de quienes quedan a la intemperie en nuestras ciudades. Nos sentimos conmovidos y movidos a actuar de forma individual, comunitaria o institucional, nos preguntamos qué podemos hacer[iii]. Los desafíos no son pocos, y nos implica mirar a la realidad de migración más allá de las fronteras, sin abandonarlas, pero apuntando hacia la construcción de sociedades abiertas con capacidad de llevar a cabo una acogida eficaz y promover prácticas que ayuden a la convivencia en sociedades plurales. Hoy, una de cada cinco personas en España es de origen extranjero[iv]. La diversidad es un hecho, igual que lo es el vitalismo que esta diversidad aporta a nuestra sociedad, en los barrios, en los movimientos sociales, el arte o la cultura, pero en muchos momentos la incertidumbre en torno a este nuevo nosotros impulsa a parte de la sociedad hacia la hostilidad.
Las llamadas y necesidades que se dan en nuestro entorno nos invitan a seguir respondiendo a la situación migratoria de forma creativa, coordinada y eficaz[v]. Observamos también cómo nuestras sociedades se mueven entre la hospitalidad y la hostilidad en la relación con las personas migrantes, lo que nos convoca a tender puentes que ayuden a construir un nuevo nosotros.
Este contexto nos anima a impulsar una cultura de la hospitalidad, que defienda el derecho de las personas a migrar con seguridad, que acoja y ayude a quien está en necesidad y genere una sociedad renovada con la contribución cultural de todos quienes vivimos juntos. Los procesos de integración y convivencia nos ayudan a comprender que nuestra sociedad se nutre de procesos multidireccionales. En el encuentro todos y todas somos transformados, ayudándonos a recrear no solo la vecindad y el entramado de relaciones, sino la propia identidad[vi].
En este artículo queremos recoger y compartir algunos de los aprendizajes que a lo largo de una década de trabajo por la hospitalidad hemos ido adquiriendo para tratar de iluminar desde nuestra experiencia concreta otras posibles iniciativas de Hospitalidad. Dicha experiencia se ha sistematizado en varios documentos[vii] con el objetivo de promover una hospitalidad con corazón, que nos conmueve y nos mueve a la acción, y una hospitalidad con cabeza que nos ayude a impulsar una solidaridad sostenible y eficaz.
La hospitalidad se presenta como un valor humano y espiritual enraizado en nuestra tradición y conectado con la vulnerabilidad, la reciprocidad y la condición de posibilidad para encontrarse con Dios[viii]. Desde la antigüedad, encontramos ejemplos de la hospitalidad, como en el episodio de Odiseo en la corte del rey Alcínoo, o la idea de que, al recibir al forastero, se puede estar recibiendo a un dios como en el mito de Filemón y Baucis cuando los dioses Zeus y Hermes se presentan en la forma de viajeros y recompensan las actitudes de hospitalidad. No es objeto de este artículo profundizar en la tradición de la hospitalidad recogida en la experiencia colectiva de la humanidad, pero apuntaremos unas breves pinceladas que iluminan tres ideas[ix]:
En la tradición judeocristiana, en el capítulo 18 de Génesis, Abraham, reconoce a Yahvé en los forasteros, y junto a su esposa Sara se postra ante ellos y comienzan a servirles. La acogida da paso al encuentro con Dios y es justamente ese acto de hospitalidad el que posibilita que el pueblo de Israel tenga futuro.
Mateo (Mt 25: 34-40) presenta la hospitalidad como criterio definitivo de salvación Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros (…). Fui forastero, y me recogisteis (…) Señor, ¿cuándo te vimos forastero y te recogimos? (…) en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Lucas (Lc 24, 13 y ss) nos relata en el camino de Emaús como el encuentro con el Otro-forastero, nos transforma. Unos discípulos abatidos y en huida abren sus corazones al extraño compartiendo sus tribulaciones y éste les ofrece una perspectiva diferente sobre su experiencia.
El libro de Rut conecta la migración con la salvación. Rut se integra a la comunidad desde una situación de abandono, marcada por las adversidades de la migración y las opresiones de la ley. Booz se hace intermediario del favor de Dios por la extranjera y de ese vínculo se renueva la esperanza pues de ellos desciende la casa de David.
El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos. Fratelli tutti (94).
Desde el Servicio Jesuita a Migrantes, en alianza con innumerables compañeros y compañeras de camino, llevamos años trabajando a favor de una cultura de la hospitalidad a través de acciones de acogida, sensibilización, comunicación, investigación, cooperación e incidencia, y somos testigos de la fortaleza y potencial del trabajo articulado y coordinado.
La hospitalidad abarca el proceso de misión relacionado con ofrecer una vida digna a las personas que se encuentran en contextos de movilidad, esto es promover su autonomía y el ejercicio de sus derechos, su empoderamiento y autorrealización; y con la construcción de una cultura de la hospitalidad en nuestra sociedad desde el desarrollo comunitario[x].
Destacaremos a continuación cinco ideas que nos permiten dar una identidad propia y renovada a las propuestas de hospitalidad:
Las acciones que promovemos están orientadas al desarrollo de vínculos colectivos para acompañar y acompañarnos desde la horizontalidad, esto es capaces de acoger a la persona en su situación concreta, con sus dificultades, pero también con sus capacidades. Estos vínculos se dan con la presencia prolongada, lo que implica procesos y apuestas de medio y largo plazo[xi] y promoverlos de forma transversal en todas las acciones con especial foco en abrir nuestras comunidades y espacios de encuentro.
Trabajamos con un enfoque de derechos y un horizonte de justicia común[xii]. Además de atender las necesidades de las personas migrantes debemos fortalecer las capacidades de nuestras organizaciones y de las personas migradas para el ejercicio y la defensa de derechos, pues una necesidad no atendida es un derecho vulnerado. Asimismo, debemos desarrollar una mirada política de las experiencias compartidas que ponga sobre la mesa la realidad padecida por las personas migrantes y las alternativas que promovemos como testimonio sostenible de otras políticas de gestión migratoria, de convivencia y de cohesión social.
Es importante reconocer que solas, como organizaciones o como personas o grupos involucrados o sensibilizados con la acogida, no podemos acompañar todo el proceso de asentamiento de una persona. La voz habrá de ser necesariamente grupal y comunitaria. El contexto concreto en el que se asientan las personas migradas es una red de espacios, servicios, relaciones, intuiciones y dimensiones (educativa, social, espiritual, política…) y la realidad sobre la que buscamos incidir es compleja y multidimensional (individual, comunitaria, social). En la hospitalidad nos encontramos cada día personas migrantes o no, profesionales de la intervención, administraciones… y nos invita a vincularnos desde distintas perspectivas fomentado el trabajo coordinado junto con otras redes, organizaciones, grupos sociales e instituciones.
El camino recorrido también nos lleva a ser conscientes de la necesidad de entrar en diálogo con las comunidades locales. Son muchos los desafíos para generar un pensamiento crítico y desarrollar una conciencia de ciudadanía global y transcultural. Por un lado, quienes participamos de la hospitalidad somos transformados y debemos crear espacios que ayuden a entender y gestionar esos cambios. Por otro lado, como comunidades y como sociedad nos faltan, muchas veces, herramientas para manejar de forma positiva los conflictos, especialmente los derivados de gestión de la diversidad y la interculturalidad. Constatamos que, a veces, el encuentro y el vínculo son insuficientes para desarrollar una cultura de la hospitalidad si no contribuimos a la reflexión colectiva de cómo su práctica nos transforma como individuos y como sociedades.
No hay una comunidad igual a otra. Cada comunidad de acogida diseña su proyecto desde sus propias características[xiii], con sus capacidades, sus debilidades y con las alianzas que va construyendo en el camino. Cada barrio, o la red de recursos en los que puede apoyarse es diferente, así como cada persona acogida, las necesidades y las capacidades a las que responder. En este sentido, la hospitalidad es un trabajo artesanal, profundamente localizado e individualizado.
A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: Las exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión de fuerzas y una unidad de realización. Laudato si’ (219)
Las prácticas de la hospitalidad no son algo nuevo en la sociedad civil y menos en el ámbito de las comunidades cristianas. Inspirados por las experiencias cercanas de las comunidades laicas y religiosas que comparten techo y vida con los más necesitados, desde las organizaciones del Servicio Jesuita a Migrantes se va desarrollando un modelo propio que suma a los elementos comunitarios un componente basado en la intervención y la especialización técnica.
El modelo de Hospitalidad que compartimos quedó recogido en el informe Vidas acompañando Vidas[xiv], un trabajo en colaboración con la universidad de Deusto que ayudó a destilar y sistematizar los ejes que estructuran nuestros proyectos de Hospitalidad. La propuesta se concreta en unos objetivos que contemplan dos niveles: individual y comunitario y que se despliegan con una metodología concreta de intervención.
El modelo de hospitalidad busca consolidar una comunidad activa en la acogida y el acompañamiento que participe en los procesos de las personas que inician una trayectoria vital lejos de sus países de origen.
Este modelo se basa en la interacción constante entre tres actores clave: el equipo profesional, las personas migrantes y la comunidad de acogida. La relación entre ellos configura el espacio en el que se desarrolla la intervención y permite la construcción de un modelo propio de acogida, acompañamiento y transformación social.
La intervención técnica se complementa con una intervención comunitaria, en la que la comunidad acoge, acompaña en la vida cotidiana, genera vínculos y apoya las distintas dimensiones relacionadas con las necesidades de la persona. A su vez, el equipo profesional brinda respaldo a la comunidad, facilita recursos y la dinamiza cuando es necesario. Las personas acogidas a quienes las entidades proponen la hospitalidad como itinerario son quienes dan sentido al proceso y refuerzan las dinámicas y acciones comunitarias.
Estas interacciones no ocurren de manera aislada, sino que se impulsan desde unas organizaciones con unos valores y objetivos concretos y se insertan en un entramado social más amplio, influenciado por las dinámicas barriales, los espacios donde convivimos como los centros educativos o sanitarios, las parroquias, los espacios asociativos, las actividades deportivas o de ocio, el trabajo… así como por un marco político e institucional determinado.
Este modelo se organiza en distintas fases que permiten distribuir responsabilidades y funciones buscando en cada momento del proceso la participación de los diferentes agentes implicados.
Han sido cinco familias en total las que hemos acompañado por un tiempo. Con todas ellas se ha generado un vínculo muy especial. Aunque tres de ellas ya se han independizado del proyecto, después de un proceso de varios años, seguimos manteniendo el contacto y el cariño. Testimonio de una comunidad de acogida[xvi].
Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos. Fratelli tutti (77)
Estamos un momento especialmente hostil en diversos ámbitos, las tensiones políticas, económicas, ambientales, sociales y culturales que padecemos, atraviesan de manera especialmente dura a los colectivos más vulnerables y en concreto a las personas migradas y extranjeras.
En este contexto en el que muchas cosas quedan fuera de nuestro alcance, lo cotidiano se torna en estrategia global de resistencia. Una innumerable cantidad de pequeñas incitativas que defienden y protegen causas justas nos ayudan a entendernos vinculados al otro, a las comunidades donde desarrollamos la vida y al medioambiente que la envuelve.
La hospitalidad es una de estas iniciativas lúcidas. De una forma u otra nos conecta con intuiciones que son especialmente relevantes en la actualidad y que no apuntan sólo a cómo acogemos al extraño sino a cómo queremos ser y relacionarnos alumbrando diferentes estrategias que ayudan sostener la esperanza.
[i] ACNUR España. Disponible en: https://www.acnur.org/es-es/datos-basicos#:~:text=%C2%BFCu%C3%A1ntas%20personas%20refugiadas%20hay%20en,7%20millones%20eran%20personas%20refugiadas.
[ii] OIM, Informe sobre las migraciones en el mundo, 2024.
[iii] De la Fuente, MC. y Torres, S. “Hospitalidad sí, hospitalidad siempre”, Papeles CJ, 262, 2022, p. 1.
[iv] INE. Estadística Continua de Población (ECP), datos provisionales enero de 2025, 2025: https://www.ine.es/dyngs/Prensa/es/ECP4T24.htm#:~:text=Principales%20resultados,1%20de%20enero%20de%202025.
[v] Comisión de Hospitalidad Plataforma Apostólica de Loyola. Acciones de Hospitalidad en la Plataforma Apostólica de Loyola, Jesuitas Loyola, 2023, p. 5.
[vi] Equipo de Migraciones Jesuitas Provincia de España. Migrantes somos todos, Jesuitas Provincia de España, 2022, p. 9. https://sjme.org/wp-content/uploads/2022/07/FINAL-Migrantes-somos-todos_Jesuitas_2022.pdf
[vii] Este artículo se nutre del conjunto de trabajos desarrollado por los equipos de Hospitalidad y migraciones en la Compañía de Jesús y que hoy constituyen los marcos de referencia de la propuesta de Hospitalidad del Servicio Jesuita a Migrantes: González, M. “De la Hospitalidad a la Hostilidad”. Cuadernos CJ,196, 2015; Ares, A. “Hijos e Hijas de un peregrino. Hacia una teología de las migraciones” Cuadernos CJ, 206, 2017; De la Fuente, MC. y Torres, S. “Hospitalidad sí, hospitalidad siempre”, Papeles CJ, 262, 2022; Equipo de Migraciones Jesuitas Provincia de España. Migrantes somos todos, Jesuitas Provincia de España, 2022; Comisión de Hospitalidad Plataforma Apostólica de Loyola. Acciones de Hospitalidad en la Plataforma Apostólica de Loyola, Jesuitas Loyola, 2023; “Vidas acompañando vidas”, Amaia Mosteiro, Cinta Guinot, Ane Ferran, Felix Arrieta, Deusto, 2023.
[viii] Ares, A. “Hijos e Hijas de un peregrino. Hacia una teología de las migraciones” Cuadernos CJ, 206, 2017.
[ix] González, M. “De la Hospitalidad a la Hostilidad”. Cuadernos CJ,196, 2015
[x] Comisión de Hospitalidad Plataforma Apostólica de Loyola. Acciones de Hospitalidad en la Plataforma Apostólica de Loyola, Jesuitas Loyola, 2023, p. 3.
[xi] Comisión de Hospitalidad Plataforma Apostólica de Loyola. Acciones de Hospitalidad en la Plataforma Apostólica de Loyola, Jesuitas Loyola, 2023, p 5.
[xii] Comisión de Hospitalidad Plataforma Apostólica de Loyola. Acciones de Hospitalidad en la Plataforma Apostólica de Loyola, Jesuitas Loyola, 2023, p. 5
[xiii] Mosteiro, A., Guinot, C., Ferran, A., Arrieta, F. Vidas acompañando vidas, Deusto, 2023, p. 40.
[xiv] Mosteiro, A., Guinot, C., Ferran, A., Arrieta, F. Vidas acompañando vidas, Deusto, 2023, p. 25-34.
[xv] Mosteiro, A., Guinot, C., Ferran, A., Arrieta, F. Vidas acompañando vidas, Deusto, 2023, p. 13
[xvi] Santos, M., Colmenarejo, E., Lendrino, I. “Fraternidad y Hospitalidad: ensancha tu tienda”, Sal Terrae, 112, 2023, p. 47-60.
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