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Cáritas como freno a la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza. Una propuesta de intervención desde la mirada de la integralidad

Alberto Frago Llurda. Técnico del programa de familia e infancia de Cáritas Diocesana de Barcelona

 

La pobreza se hereda de generación en generación y este fenómeno lo conocemos como transmisión intergeneracional de la pobreza. En Cáritas llevamos años reflexionando sobre como ser frenos a esta transmisión. En este artículo presentamos una propuesta para trabajar en esta línea: acompañar los procesos familiares desde una mirada integral.

 

En el año 2016 el estudio de la Fundación FOESSA sobre la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza (TIP) constató que la pobreza se hereda de generación en generación. Tras esta conclusión se escondía una dura realidad: que nuestro sistema socioeconómico carecía de oportunidades de movilidad social y que, por tanto, en las familias se reproducía esta transmisión de la pobreza.

En un primer momento podemos pensar que como el informe se llevó a cabo en un período de crisis, los resultados pueden estar influenciados por este hecho. En cambio, desde Cáritas constatamos que esta transmisión se sigue dando en periodos de recuperación económica, donde pareciera que las familias en situación de vulnerabilidad social deberían tener más oportunidades para mejorar su situación. Así en el período de recuperación económica postcrisis, 2018 – 2020, el riesgo de caer en pobreza si vienes de origen de una familia pobre se multiplica por 220, datos aun ligeramente mayores que en el periodo de crisis en que se multiplicaba por 210.

Esta realidad nos muestra pues que los niños, las niñas y los adolescentes (NNA) que crecen en familias de origen pobre, siguen teniendo una mayor probabilidad de seguir siendo pobres cuando sean adultos. Por eso en Cáritas hablamos de familias empobrecidas o de NNA que viven en familias pobres con hijos e hijas y no de pobreza infantil. Cabe destacar que hoy en día, los datos de pobreza en familias con hijos e hijas a cargo se sitúan en España en el 28,9% en 2023.

A partir del conocimiento que nos transmite el informe FOESSA comienza un proceso de reflexión en Cáritas, acompañados por la misma Fundación FOESSA, en el que reflexionamos e intentamos discernir como desde nuestros procesos de acompañamiento con niños, niñas y adolescentes, podíamos ser frenos y no aceleradores de esta transmisión. Fruto de este proceso se publica en 2021 el documento Ejes Estratégicos en los procesos de acompañamiento en la infancia, la adolescencia y sus familias.

Cabe destacar que los 5 ejes están interconectados, y que es importante incorporarlos para dar respuesta a esta transmisión de la pobreza. Los 5 ejes son:

  1. Eje estratégico de derechos humanos en la infancia, adolescencia y las familias que acompañamos.
  2. Eje estratégico de acompañamiento des de la mirada de la integralidad.
  3. Eje estratégico acompañando desde lo vivencial.
  4. Eje estratégico desde el derecho a participar y sentir la escucha.
  5. Eje estratégico desde el sentido de comunidad.

En este artículo proponemos centrarnos en como incorporar la integralidad en nuestros acompañamientos socioeducativos, entendiendo que recoge aspectos importantes de los 5 ejes estratégicos y desgranamos como hacerlo posible.

 

Acompañando desde la integralidad

Acompañar desde la mirada de la integralidad supone en sí mismo un reto y debería también suponer una oportunidad para revisar lo que estamos haciendo. Entendemos que para poder hablar de acompañamiento desde la integralidad debemos acompañar a la infancia y la adolescencia desde 4 niveles:

  • Personal: Tal como dice nuestro modelo de acción social acompañamos desde la centralidad de la persona, teniendo en cuenta sus capacidades y potencialidades. Entendemos pues, que el niño, niña o adolescente debe ser el protagonista. Teniendo claro que acompañamos desde una mirada de derechos humanos, entendiendo que por el hecho de ser niños y niñas son también sujetos de derecho. El acceso a estos derechos, por tanto, no puede depender de los derechos de sus madres, padres o tutores. En esta mirada de derechos cobra especial importancia la participación, que es además una palanca para estimular en ellos el pensamiento crítico y el protagonismo activo como miembros de la comunidad. Adicionalmente la dimensión personal la deberemos tener presente en el acompañamiento familiar, con los diferentes miembros de la familia, siendo la familia el primer espacio natural donde los niños y las niñas se relacionan, socializan y aprenden.
  • Familiar: la familia es el primer espacio de relación de los NNA y debe ser por tanto el primer espacio de seguridad para poder desarrollarse y crecer de una forma adecuada. Es además el espacio donde se transmiten valores, creencias, oportunidades y también, como hemos visto anteriormente, la pobreza. Cualquier intervención socioeducativa en la familia que incida positivamente en su calidad de vida, mejorará también la calidad de vida de los NNA. Es importante entender la familia desde su heterogeneidad, pues no existen dos familias iguales y cada una está condicionada por sus influencias culturales, sus valores y las situaciones que han tenido que ir afrontando sus miembros a lo largo de la vida, su propia distribución de roles y los diferentes afectos entre sus miembros.
  • Relacional: todas las personas necesitamos de la relación con otros para desarrollarnos y poner en juego nuestra habilidades y capacidades. Desde niños empezamos a relacionarnos en nuestra familia, en el colegio, en las actividades de ocio y tiempo libre, en el deporte… Poner a disposición tanto de los NNA como de sus familias espacios seguros en los que relacionarse facilitará que las personas puedan aumentar su red social, y con ello mejorar también su bienestar emocional. Acompañar lo relacional supone facilitar espacios donde las personas puedan aumentar su capital social, un elemento clave para luchar contra la TIP.
  • Comunitario: la comunidad es un elemento trascendental en la acción social de Cáritas. Trabajamos desde y con las comunidades cristianas y entendemos que cualquier persona necesita formar parte de una comunidad para sentirse incluido en la sociedad. Hemos hablado mucho en Cáritas sobre la comunidad y el trabajo comunitario y lo consideramos clave entre otros, por dos motivos importantes: la comunidad aporta sentido de pertenencia e identidad a las personas, dos aspectos que inciden de forma clara en el sentido vital de las mismas. La comunidad es además una red que te puede ayudar a sostener cuando estás en riesgo de exclusión social.

 

Propuesta de intervención desde la integralidad: Los procesos de acompañamiento familiar

Hemos visto anteriormente que una de las claves de la TIP es que esta transmisión se da en el seno de las familias que viven una situación de pobreza. Por lo tanto, si queremos ser frenos a esta transmisión la propuesta que debe guiar nuestra acción es la incorporación de la familia a nuestros procesos de acompañamiento. En algunas de nuestras acciones trabajamos con NNA y solamente vemos a las familias en los momentos de la inscripción, las entradas o las recogidas en los proyectos. Podemos trabajar con las familias incluyéndolas en las actividades en las que ya asisten sus hijos o hijas, dándoles un papel protagonista en su acompañamiento, pudiéndose apoyar en los agentes de Cáritas. También podemos proponer acciones diferentes, enfocadas a trabajar el ocio compartido o simplemente espacios dedicados a estar en familia, sobre todo cuando acompañamos situaciones de precariedad, que no tienen espacios dignos o seguros donde compartir con sus hijos e hijas. Estos espacios, cuando se dan, posibilitan a las familias relacionarse de un modo diferente, disfrutando de momentos que en su día a día no pueden disfrutar. Si somos capaces de generar espacios grupales con familias, podremos observar que se generaran vínculos entre ellas y que incluso, en un momento dado, se pueden acompañar unas a otras en algunos aspectos de sus vidas, siendo los agentes de Cáritas, facilitadores de estas relaciones y de estas oportunidades.

Nos podemos encontrar que algunas familias no quieran participar. Ya sea por falta de tiempo, dificultades en la conciliación de horarios, o simplemente por falta de motivación no vengan a nuestros espacios o actividades. A nuestro juicio es importante tener claro que la participación no puede ser obligatoria y que por lo tanto no debe significar la exclusión de ningún niño, niña o adolescente de nuestras actividades. Debemos dar tiempo, generar confianza y motivar, partiendo de sus intereses y necesidades, pero a la vez, sin perder de vista las necesidades de los NNA. 

Desde la claridad de que para luchar contra la TIP debemos trabajar a nivel familiar, los espacios con las familias deben coexistir con espacios en que los NNA se puedan relacionar con sus iguales y puedan tener otros referentes en los agentes de Cáritas. Estos espacios deben ser seguros y afectivamente protectores y en ellos podemos trabajar aspectos del grupo como la cohesión, la resolución pacífica de los conflictos entre los propios NNA o la empatía entre ellos. También aspectos de la esfera personal como pueden ser los aprendizajes académicos, los hábitos y rutinas, el autocuidado o el fomento de la autoestima.

Siendo referentes

Un elemento clave para poder acompañar estos procesos en clave familiar es que tanto los NNA como sus familias nos sientan como referentes, es decir, personas de confianza a las que puedan acudir ante situaciones que les preocupen. Esto supone un reto porque no solo depende de nosotros. Depende en gran medida de cómo nos sientan, de cómo sea el vínculo con ellos, de que seamos capaces de aproximarnos a su forma de sentir y de vivir. Desde aquí proponemos tres elementos a trabajar que pueden facilitar ser referentes.

En primer lugar, practicar la afectividad consciente, que implica tomar consciencia sobre nuestras emociones y afectos, así como sobre las de los demás para poder gestionarlas en lugar de ser controlados por ellas. Acompañar de una forma afectivamente consciente facilitará la creación de vinculo educativo con la persona acompañada. Poner en juego la afectividad lo podemos hacer desde nuestras acciones físicas (saludando, dando un abrazo etc.), desde nuestras palabras (reconociendo en positivo, siendo amables en el trato…) e incluso desde nuestro lenguaje no verbal (sonriendo, gesticulando, escuchando con un interés genuino, etc.).

El segundo elemento es la incondicionalidad. Acompañamos personas que en muchas ocasiones han sido expulsadas: NNA que son abandonados y abandonadas de facto por el sistema educativo, personas adultas expulsadas del mercado de trabajo, que viven en riesgo de exclusión social, etc. En ocasiones podemos ser el último reducto de esperanza, los únicos que creemos en ellos. Mantenernos incondicionalmente a su lado facilitará la creación de vinculo que y nos sientan como referentes.

El tercer elemento es la estabilidad en el acompañamiento. En muchas ocasiones no valoramos lo suficiente lo que un agente de Cáritas significa en la vida de un niño, una niña o un adolescente o incluso para las personas adultas de las familias. Cuando conseguimos convertirnos en referentes debemos velar por ser lo más estables posibles, es decir, no propiciar cambios de persona referente a no ser que sea indispensable. Y más importante aún es cuidar ese cambio o ese cierre con la persona o familia acompañada. Trabajar las despedidas permite algo muy importante, que es que la persona acompañada no se sienta abandonada. Es oportuno pues acompañar el cierre de algún ritual, por ejemplo, escribir una carta con los logros conseguidos durante el proceso, dándole la importancia y el mérito de todo lo que han ido consiguiendo. Dejar este buen sabor en el momento de la despedida hará que si en un futuro se vuelve a necesitar apoyo sea más probable que lo pidan.

 

Acompañando desde el buen trato y los cuidados

Los cuidados y el buen trato son claves para el correcto desarrollo de los niños y de las niñas desde edades muy tempranas. Sabemos que una buena atención y un apego seguro con las figuras principales de cuidados en las primeras etapas de crecimiento facilitarán unas mejores competencias en los niños y en las niñas y esto a su vez posibilitará unos mejores logros y oportunidades. Es por esto por lo que trabajar y fomentar el buen trato y los cuidados, tanto en las propias familias como en nuestros espacios es una forma también de ser frenos a la TIP. Los cuidados y el buen trato, en ocasiones, los presuponemos como algo inherente a crecer en familia, pero como vemos en nuestros procesos de acompañamiento no siempre es así.

Para poder acompañar a los progenitores en el ejercicio del buen trato debemos partir de conocer y darles a conocer las necesidades de la infancia y la adolescencia en su globalidad: físico-biológicas, cognitivas, emocionales y sociales. Este conocimiento es imprescindible para poder darles coberturas.

Una vez conocemos estas necesidades, nos podemos plantear como fortalecer las competencias parentales de los padres, las madres o los cuidadores principales. Entendemos por competencias parentales las capacidades prácticas de los progenitores para proteger, cuidar, educar y acompañar el crecimiento de sus hijos e hijas. Desde nuestra experiencia hemos podido comprobar como la mejor forma de acompañar en la mejora de las competencias parentales es desde espacios compartidos de familias, donde unas pueden acabar siendo modelos para otras y donde los agentes podemos acompañar desde la cotidianidad y la espontaneidad en el momento que surgen las dificultades.

Resumiendo, se trata de poder acompañar a las familias en el ejercicio de una parentalidad positiva, entendida como aquella que asegura la satisfacción de las principales necesidades de los NNA, su desarrollo y capacitación, sin violencia y proporcionándoles el reconocimiento y la orientación necesaria que lleva consigo la fijación de límites a su comportamiento para posibilitar su pleno desarrollo. Esto, en Cáritas, entendemos que debe hacerse inevitablemente desde el cariño y el amor.

Para trabajar desde el buen trato tal y como lo planteamos nos encontramos dos grandes retos. El primero es la formación de todos los agentes de Cáritas, tanto las personas contratadas como las personas voluntarias que acompañan procesos en el ámbito de la infancia, la adolescencia y la familia. El segundo tiene que ver con el cuidado y el autocuidado de los propios agentes. Acompañar estos procesos es una tarea delicada y como tal debemos encontrarnos serenos, emocionalmente estables y con confianza para llevarlo a cabo.

Poniendo en el centro a los niños, las niñas, los y las adolescentes y sus familias

Para poder hacer un buen acompañamiento en clave de integralidad y de esta forma ser frenos a la TIP debemos poner en el centro a los NNA y a sus familias. Lo entendemos así desde nuestro modelo de acción social, trabajando desde las potencialidades que tienen y siendo nosotros facilitadores de su descubrimiento y de su puesta en práctica.

Para ello somos los agentes los que debemos adaptarnos a sus necesidades y no a la inversa. Debemos empezar por compartir al interior de Cáritas el sentido de lo que significa este acompañamiento familiar desde la integralidad y de esta manera hacer equipo más allá de nuestro proyecto concreto o acción especifica que estemos desarrollando. Es muy habitual que una misma familia participe de diferentes acciones o proyectos a la vez y que estos además dependan de diferentes programas. En muchas ocasiones podemos tener NNA que participen del refuerzo educativo, que vayan además a actividades de ocio y que sus padres puedan participar, por ejemplo, de acciones formativas o de inserción laboral. Debemos coordinarnos de una forma efectiva para ser coherentes en nuestras propuestas con las familias y comprender las necesidades desde la globalidad de la situación y no desde nuestra parcela de trabajo o programa específico. El reto en este sentido es ser capaces de mantener una buena comunicación interna y compartir de la forma más clara posible los objetivos y el plan de trabajo entre los diferentes agentes implicados y con la propia familia.

Pero además tanto los NNA como sus familias se relacionan con multitud de servicios de diferentes ámbitos (salud, educación, empleo, servicios sociales etc.) Debemos pues, trabajar en red si queremos conseguir llegar a acompañar todos los aspectos de una forma coherente y en una misma línea. El trabajo en red es reto y oportunidad a la vez: reto porqué plantea una serie de dificultades (saturación de los servicios, inversión de tiempo necesario…) y oportunidad porque permitirá a los NNA y sus familias un aprovechamiento mayor de los recursos y servicios en los que participan y recibirán un acompañamiento más eficiente por nuestra parte. En muchos momentos desde Cáritas nos tocará promover y ser motor de este trabajo en red. Algo que nos puede ayudar es situarnos desde la comprensión a la situación de los otros servicios en cuanto a funciones y responsabilidades y practicar el reconocimiento en positivo hacia la importancia y sentido de cada servicio específico.

 

Facilitando el acceso a los derechos y generando comunidad

Hasta ahora hemos puesto el foco en aspectos que podemos considerar más internos de las familias, de su manera de relacionarse, educar y acompañar a sus hijas e hijos y también en Caritas, en como incorporamos a las familias, en cómo nos organizamos entre nosotros y en como trabajamos también con otros. Pues bien, no es menos importante poner ahora la mirada de Càritas hacia afuera y en dos aspectos también claves para ser frenos a la TIP: la mirada de derechos humanos y la comunidad.

Para ser frenos de una forma más efectiva contra la TIP debemos incluir en nuestros procesos de acompañamiento familiar la mirada de derechos humanos. Esta mirada forma parte también de nuestro ADN y es clave también puesto que las familias en situación o riesgo de exclusión social sufren en muchas ocasiones vulneraciones de derechos. Lo constatamos desde nuestra acción social, en forma de dificultades en el acceso por ejemplo al derecho al empadronamiento que genera a su vez dificultades en el acceso de las NNA al derecho a la educación o a la atención sanitaria también en los adultos. Lo vemos también en la falta de cumplimiento del derecho a una vivienda digna o en la desigualdad de oportunidades en la educación. Ante esta situación, debemos incorporar siempre en nuestros procesos de acompañamiento la identificación de las vulneraciones de derecho, independientemente de la edad de la persona, analizarlas desde la perspectiva de infancia, es decir, teniendo claro que son los menores de edad los sujetos del derecho, y acompañarlos en el acceso y reivindicación de estos, intentando que ellos mismos tomen conciencia y se conviertan en protagonistas de esta reivindicación, y no solo en los destinatarios. Además de esto, necesitamos sistematizar la información sobre las vulneraciones para poder utilizar los canales establecidos con los defensores del pueblo sean a nivel estatal o autonómico.

Por otro lado, nos encontramos en un momento donde el individualismo es lo que prima en la sociedad y desde Caritas proponemos el trabajo comunitario como respuesta. Sabemos que generar ese sentimiento de comunidad aporta a las personas y a las familias red social, reconocimiento mutuo y mejora de su bienestar emocional. Pero para ser frenos de la TIP debemos además generar comunidades donde la diversidad sea una característica esencial, es decir, donde gentes diversas se encuentren, se relacionen y se sientan participes de un proyecto común. Para conseguirlo debemos abrir nuestros espacios a los barrios propiciando que se pueda dar esa mezcla y promover una participación real y efectiva en los mismos.

Aquello que la familia tiene, o aquello de lo que la familia carece puede influir, e influye, en la transmisión de elementos que facilitarán o dificultarán la mejora de las condiciones de vida de las nuevas generaciones. Por ello, desde Cáritas nos preocupa especialmente, además de las situaciones socioeconómicas de las familias que acompañamos, el desbordamiento psicosocial y emocional que viven al ver cómo la red de seguridad con la que podían contar cada vez se ve más debilitada.

 

Por todo ello, no invertir en las familias significa embargar el bienestar presente y futuro. Y, de ahí, la apuesta decidida de Cáritas en la lucha contra la que sufren mayoritariamente las familias con hijos e hijas para ser frenos de la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza. Una apuesta que, como no puede ser de otra manera, exige medidas y propuestas integrales, en donde la prevención y protección de los derechos de las infancias y adolescentes sea eje fundamental de nuestra mirada y acciones para combatir las pobrezas.

 

Bibliografía

BARUDY, J. & DANTAGNAN, M. Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Gedisa. 2005.

Caritas Diocesana de Barcelona. Cuidar y crecer en fragilidad. Niños, niñas i adolescentes en situación de vulnerabilidad.  Madrid: Cáritas Española, Fundación Foessa. 2022.

FLORES MARTOS, R. (Coord.). La transmisión intergeneracional de la pobreza: factores, procesos y propuestas para la intervención. Madrid: Cáritas Española; Fundación Foessa. 2016.

HORNO GOICOECHEA, P. “La afectividad consciente como competencia organizacional” Aldeas infantiles. Espirales Consultoría de Infancia. 2018.

LOPEZ SANCHEZ, F. Necesidades en la infancia y en la adolescencia. Respuesta familiar, escolar y social.  Piramide. 2008.

UNICEF. El buen trato a la infancia: clave para el desarrollo infantil, 2006.

 

Número 16, 2024