Editorial

La crisis socioambiental: el mayor reto al que se enfrenta la humanidad

Pese a ser claramente entrelazados, los retos de justicia social y ecológica suelen verse de manera disociada, incluso contrapuesta. El objetivo del presente número es reflexionar y acercar la mirada a la ecología integral. En otras palabras, vamos a observar algunos de los impactos de la crisis medioambiental en el aumento tendencial de la desigualdad social y la pobreza en todo el mundo, y con un foco particular en nuestro país.

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La crisis socioambiental: el mayor reto al que se enfrenta la humanidad

Todo está relacionado. Así se expresa el papa Francisco en la encíclica Laudato sí, que lanzó en mayo de 2015, y que puso en el foco el estado del planeta desde el punto de vista medioambiental, invitando a la humanidad a cambiar de rumbo para que toda la familia humana pudiese vivir dignamente en la casa común. Una mirada de ecología integral se convertiría en el medio para conseguirlo, lo que implica poner la vida en el centro y cuidarla.

Caritas Internationalis asumió la tarea encomendada por las Cáritas del mundo, que, a partir de su Asamblea General en 2019, decidieron que la ecología integral debía trabajarse mediante una campaña mundial de sensibilización. El resultado lleva por título: Juntos. Actuemos hoy por un mañana mejor.

En los ocho años que han pasado desde la publicación de Laudato si’, la humanidad no ha dado grandes pasos para adaptarse al cambio climático y la crisis socioambiental en la que nos encontramos. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental” (LS, 139). Es por eso que el Papa acaba de publicar una exhortación apostólica incidiendo de nuevo sobre la urgencia del mayor reto al que se enfrenta la humanidad. En Laudate Deum se profundiza en las respuestas posibles a la crisis climática y enfatiza la necesidad de un mayor compromiso.

La campaña Juntos. Actuemos hoy por un mañana mejor, en su tercer y último año, pretende poner de relieve las numerosas acciones que ya se están haciendo en el mundo, y celebrarlas para ampliarlas, con la esperanza de que el camino hacia la ecología integral forme parte de manera intrínseca en el trabajo de Cáritas en el mundo y, en lo posible, se contagie a la sociedad civil en general.

Las causas en las que hay que trabajar son múltiples y su dificultad radica en que todas están relacionadas. En este número no se pueden mostrar todas. Pero sí es posible dar unas pinceladas desde una perspectiva mundial, como lo que ocurre en la Amazonía, con los desastres medioambientales que provoca la industria extractiva; y también presentar una visión local con los problemas de abastecimiento y contaminación de agua que hay en España. Ambos ejemplos son extrapolables a otros lugares del mundo. Y al mismo tiempo se relacionan con otros temas de gran envergadura: la producción de alimentos y los problemas que conlleva para abastecer las necesidades mundiales, la dependencia excesiva de materias primas que se agotan, los problemas energéticos, el calentamiento global con fenómenos atmosféricos extremos que tienen consecuencias nefastas para una gran parte de la población mundial, el calentamiento de los océanos y su implicación en la vida marina, la fragilidad de los casquetes polares que se derriten con una celeridad inusitada.

Nadie está a salvo de lo que ocurre ya, y el tiempo apremia. Pero son las poblaciones más vulnerables y empobrecidas quienes más están sufriendo los efectos de la crisis climática. Es necesario adoptar una visión de desarrollo global integral de la humanidad y el planeta. Las soluciones dependen de acuerdos entre gobiernos, organismos internacionales, empresas multinacionales, entre otros, y para ello es necesaria una población concienciada y comprometida, porque las acciones locales, comunitarias y personales también son importantes, y la implicación política es vital.

Lo que está en juego es la vida del ser humano en la tierra, la vida de las generaciones futuras y de las demás especies vivas que forman parte de los imprescindibles ecosistemas que hacen de este planeta un lugar privilegiado. No somos los dueños de la tierra. Somos parte de ella. Y nuestra responsabilidad es cuidarla, es cuidar de que el futuro sea posible para otros cuando ya no estemos. Es el derecho de las personas, acceder a lo necesario para vivir, incluido disfrutar de un medioambiente sano. Así lo dice Laudato si’, 93: La tierra es esencialmente una herencia común cuyos frutos deben beneficiar a todos.

 

Esta publicación ha sido realizada con el apoyo financiero del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. El contenido de dicha publicación es responsabilidad exclusiva de la entidad subvencionada y no refleja necesariamente la opinión del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030”.

 

Número 15, 2023