Cuando la actualidad rabia hasta la incomodidad
Socio cooperativista en Redes Sociedad Cooperativa
Proponemos en esta ocasión la lectura de una actualidad escandalosa. El libro que presentamos está escrito en 2017, pero, de un modo y otro comienza a gestarse en 1995. Estamos viviendo tiempos complejos; el último Informe FOESSA, así nos lo cuenta de forma nítida, el auge continuado de los partidos de extrema derecha por toda Europa, los flujos de personas que por diferentes motivos arriesgan sus vidas para llegar a un supuesto paraíso que no es otra cosa que un regalo envenenado.
Pues en este contexto aparece esta lectura. Ya hace tiempo que la Profesora Adela Cortina intuyó que en nuestra relación con las personas hay una serie de elementos que las condicionan, y que concretamente las personas que viven situaciones de pobreza se ven expuestas a un rechazo y una exclusión, no tanto por lo que son, personas, sino por lo que tienen, nada o poco, es decir situación de pobreza.
Este rechazo que en los años 90 se focalizaba de forma significativa en algunos colectivos, tales como las personas sin hogar, en personas migrantes que a principios de esa década comenzaban a llegar de forma numerosa a nuestro país, etc. no tenía una palabra que lo describiera. Por este motivo en diciembre de 1995 Adela Cortina publicó un artículo en una columna de un diario con el nombre de aporofobia. En él trataba de explicar que ese rechazo a las personas en situación de pobreza, no lo es tanto en cuanto personas, sino en cuanto “pobres”. Se define la aporofobia como el rechazo al pobre. Es muy importante que la “lacra tenga nombre”, como trata de reflexionar en el capítulo primero del libro.
A partir de ahí la Profesora de una forma clara, completa e integral, desde diferentes perspectivas (filosofía, ética, religión, economía, neurociencia) sin excluir ninguna implicada y reconociendo el valor que cada una de ellas aporta a la cuestión. Es desde ahí desde dónde desarrolla la obra, en un primer momento con carácter más descriptivo, explicativo y en un segundo momento con un tono más propositivo.
Algunas cuestiones tales como lo que dice sobre los discursos y delitos de odio pueden resultar más conocidas o comunes, mientras que otras tienen un carácter novedoso, al menos para el común de los mortales, entre los que me encuentro. Y es que la autora explica de un modo sólido y convincente como las raíces de la aporofobia son biológicas. Tanto es así que el capítulo cuarto lleva por título nuestro cerebro es aporófobo explica claramente como a lo largo de miles de años, nuestro cerebro ha ido conformándose desde parámetros que nos generan certidumbre y seguridad, por eso nuestra relación con los próximos se establece en unas claves que no lo hacen con quienes nos son lejanos. Este capítulo nos parece muy revelador.
Ahora bien, que esta cuestión que nos ocupa tenga una explicación y un origen biológico no significa que estemos determinados a vivir así el resto de nuestra existencia personal y colectiva a lo largo de los tiempos.
Es muy importante educar la conciencia en la compasión y en la justicia, pero también lo es que en las sociedades se generen estructuras que no sólo se encarguen de paliar las situaciones urgentes, sino que aborden lo importante: la promoción y la autonomía de todas las personas y especialmente de quienes viven en situaciones de desventaja.
El libro está plagado de cientos de detalles que van consolidando una reflexión propositiva con sentido. Y como decíamos al principio, en estos días en los que el debate del Open Arms está ocupando todo el espectro mediático, necesitamos acudir a fuentes que nos den de beber el agua de la cordura, de la responsabilidad y de la hospitalidad.